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El nuevo extraño enemigo

Es tiempo de aprender la lección; de recomponer la dignidad de nuestros órdenes de gobierno; de restaurar el dañado tejido social y de defender nuestra dignidad y soberanía, único baluarte como hermano débil, en esta tortuosa vecindad

Por Héctor Rodríguez Espinoza

Si acaso un sentimiento o, al menos, una sensación nacional pudiera recorrer al país en la vorágine de estos días, es el de confusión.

En lo interno, desde el poder Ejecutivo, el ilógico gasolinazo de este año, atemperado con una baja de dos centavos por litro.

Fue la gota que derramó el saturado vaso de agravios contra la economía doméstica de más de la mitad de la población contribuyente, que dedicamos el ingreso de 14 días de cada mes a pagar el catálogo de nuestros impuestos (Miguel Carbonell, conferencia en el Congreso del Estado, en la conmemoración del primer centenario de la Constitución Política Mexicana).

Desde el exterior, la anunciada pesadilla del —en mala hora— electo presidente del coloso del norte, Donald Trump.

Como la tela de Penélope de la mitología griega, en apenas nueve días había estando deshaciendo el tejido diplomático que, tan pacientemente, se había bordado desde el fin de la guerra y despojo territorial de 1847, la traición en el pacto de la embajada de ese país para deponer y asesinar al presidente Madero y al Vicepresidente Pino Suárez y poner al chacal y traidor Victoriano Huerta; y la invasión marítima de 1914, en el puerto de Veracruz.

Por ello, dicha confusión se traducía en incertidumbre, para las marchas por y para la unidad nacional que se nos pide, ¿en torno de qué y de quién?

La unidad nacional debe ser en apoyo de las reservas de nuestra soberanía y estado de derecho y del combate a la corrupción y a su impunidad.

Solo así nos defenderemos, con razonablemente éxito, de nuestro viejo enemigo interno y del nuevo extraño enemigo, del que habla nuestro himno nacional.

Pobre México

“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, premonitoria frase pronunciada hace más de 100 años. Se le acredita al general Porfirio Díaz, quien gobernó a México durante más de 30 años, también se cree que realmente fue escrita por Nemesio García Naranjo, intelectual regiomontano, periodista, diputado federal, director del periódico La Tribuna y colaborador del semanario Siempre. Falleció en la década de los sesentas.

Independiente de su origen, las doce palabras forman, en su conjunto, un lamento nacional por el fatalismo geo político que encierra y hoy vuelve a estar de moda, ante la angustia de millones de mexicanos radicados de manera ilegal en muchos estados de la unión americana.

Además

El arribo del presidente Trump está precedido por los más negros vaticinios para el futuro inmediato de México, luego de las balandronadas que el magnate continúa expresando desde los tiempos de campaña y el primer mes y cuatro días de su mandato.

Mientras, nuestro país pasa por un histórico debilitamiento institucional, producto de la proverbial corrupción e impunidad, según el IPC/2016 (Índice de Percepción de la Corrupción).

Cada año la Organización de Transparencia Internacional publica el Índice. Un grupo de expertos puntúa un amplio grupo de países, utilizando una escala del 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de muy bajos niveles) para su clasificación.

En la tabla vemos la clasificación de este año, encabezada por Dinamarca y Nueva Zelanda, los países más “limpios”, en los que su percepción es menor.

Comparten la última posición Afganistán, Corea del Norte y Somalia que, con 8 puntos, son percibidos como los países con sector público de más corrupción. México ocupa el lugar 123°, con 3.0 de calificación.

El extraño enemigo y tirano de cristalería empieza a cumplir sus amenazas, firmando órdenes ejecutivas en materia de migración y de libre comercio.

Ante nuestras escasas defensas —a pesar de nuestra tradicional diplomacia—, nos queda encomendarnos a los otros dos poderes y a las instituciones del vecino país; a sus medios independientes de comunicación; a sus fuerzas vivas y actuantes, como las mujeres y a instancias internacionales como la OEA y la propia Naciones Unidas.

¿Juicio de procedencia?

“No hay mal que dure 100 años”, dice la vox populi. Su malhadado mandato duraría 4 o hasta 8 años, a menos del caso —probable y posible— de que, por su ignorancia del su orden jurídico constitucional, legal e institucional y su torpe ataque a los poderosos e independientes medios de comunicación, cruce la delgada línea y dé lugar a un impeachment para deponerlo, con el precedente del caso Watergate de Richard Milhous Nixon (Yorba Linda, California, 9 de enero de 1913-Nueva York, 22 de abril de 1994), 37°presidente de los EUA.

El año de 1973 trajo la crisis del petróleo, el racionamiento de la gasolina y continuas revelaciones públicas sobre el escándalo Watergate, que hizo que Nixon perdiese gran parte de su apoyo político. Dimitió el 9 de agosto de 1974 ante un impeachment inevitable. Tras su renuncia, fue formalmente indultado por su sucesor Gerald Ford y rehabilitando su imagen tras publicar varios libros y haber viajado múltiples veces al extranjero. El 18 de abril de 1994 sufrió un derrame cerebral y murió cuatro días más tarde, a los 81 años. Sigue siendo un personaje de gran interés para los historiadores.

Lección

Es tiempo de aprender la lección; de recomponer la dignidad de nuestros órdenes de gobierno; de restaurar el dañado tejido social y de defender nuestra dignidad y soberanía, único baluarte como hermano débil, en esta tortuosa vecindad.

“Si Dios nos hizo vecinos, seamos buenos vecinos”, repetimos aquí.

Trump ha lanzado muchas amenazas de las que ya comenzó a cumplir algunas, pero la que más aterra es la posibilidad de redadas y deportaciones masivas de millones de mexicanos que se encuentran, ciertamente, viviendo en condiciones fuera de la ley y con la zozobra de ser expulsados «con las manos en la bolsa».

La preocupación de los compatriotas deportables es extensiva a sus familias en México, que dependen de las divisas que envían sus parientes, para salir adelante en la solución de sus necesidades básicas. Pueblos enteros.

Humboldt, Trump y nuestra paradoja

Los primeros 100 días del mandato constitucional de Trump, en el coloso y goloso del norte, continúa excitando el ritmo cardíaco del mundo entero y de nuestra nación, la que ellos consideran como su tercermundista back yard, su patio trasero, la de los carros chuecos y la de los confinamientos de residuos venenosos como el Cytrar.

Se han agotado los adjetivos calificativos para tan detestable personaje de los negocios que, a su edad septuagenaria, fue investido como hiper poderoso presidente, por su peculiar sistema electoral, que subestima los votos populares.

Pero la pesadilla trumpista extranjera no debe distraernos de la otra pesadilla nacional, la de nuestra ¿crisis? ¿Desafío? nacional.

Leamos: México es “un país inmensamente rico en recursos naturales y humanos, no necesita exportar trabajadores ilegales. Es una aberración saber que políticos de ese país tienen cuentas millonarias en dólares y son dueños de grandes empresas. Conozco a muchos en el mundo de los negocios que tienen penthouses en la zona más exclusiva de New York, California y otros con Chalet en París o castillos en Europa. México es uno de los cinco grandes países petroleros a nivel mundial y pagan las gasolinas más caras y eso no puede ser. Quiero que el gobierno de México se ponga a trabajar en serio y deje de exportar trabajadores ilegales». «Por eso voy a construir el muro…”.

Este discurso no es de la oposición.

Es del propio Trump, en su reciente segunda entrevista televisiva con Bárbara Walters. Entre otros temas, gesticuló sobre la guerra contra el ISIS, el reemplazo del plan de salud (Obamacare), México, Putin, los medios de comunicación y el ahogamiento simulado para obtener confesiones, que ¡no lo considera como tortura!

La verdad —así sea de un narcisista incorregible y mañoso evasor de impuestos— no peca, pero incomoda.

Gobiernos mexicanos, medios y todos nosotros, pues, contribuyamos EN SERIO a rescatar la historia revolucionaria tinta en sangre, la dignidad y la soberanía de la patria.