Vórtice

Feminismo de género: Instrumento para la destrucción de la familia

“Enviaremos a sus mujeres en contra de sus hombres y así destruiremos la fuerza de sus familias”.

—Helen Cohen, feminista judía

Por Dr. Jorge Ballesteros

Durante siglos el papel de la mujer como miembro fundador de la familia, primera célula que forma la sociedad, tuvo un papel importante en la creación, formación y mantenimiento de valores de las personas que la integran, pero a principios del siglo XX la élite a través de los Rockefeller financia el feminismo como movimiento social de liberación de la mujer frente al patriarcado opresor.

Se crean artificiosamente una “lucha de clases” según la teoría marxista, que se traduce en lucha de sexos, en la cual se enfrenta como enemigos a la mitad humana femenina del mundo, contra la otra mitad humana masculina, creando el odio entre ellos y haciéndose que se combatan mutuamente, con el fin claro de destruir la familia, la sociedad y a las naciones, con la clara premisa de que “Todo reino dividido será destruido”.

El objetivo de las Élites financieras sionistas al fomentar la igualdad entre hombres y mujeres, no era por un propósito tan loable como la libertad, la justicia o los derechos humanos; el propósito era la incorporación de la mujer al sistema laboral para paulatinamente ir desnaturalizando la estructura familiar, quedando la educación de sus hijos a cargo del sistema, y lograr mediante otras medidas combinadas décadas después, hacer de la maternidad algo incómodo, anacrónico y contraproducente para sus objetivos de desarrollo personal y profesional.

Por su obsesión con una igualdad imposible, el feminismo odia con especial furia la maternidad, la relación sexual estable entre hombre y mujer, el cuidado del hogar y la educación de los hijos. El desarrollo de su igualdad histérica conduce al suicidio social. Por eso la ideología “de género” es enemiga del género humano.

Adam Weishaupt, fundador de la “Orden Illuminati”.

El feminismo odia a los hombres por serlo al mismo tiempo que intenta asumir sus valores particulares. Pero odia y desprecia aún más a las mujeres por su papel maternal, por el mantenimiento del hogar y por la educación de los hijos, que entiende como maldiciones impuestas por el varón. Y pretende entregar dicha educación a funcionarios adiestrados en su ideología.

Hoy en día se busca el choque entre sexos y se fomenta el individualismo como doctrina para el control de la natalidad y la reducción demográfica.

El instrumento para lograr los planes de estas élites, de la reducción de la población y sometimiento de las naciones, pasa sin duda por oscuras sociedades secretas de corte masónico como los famosos Illuminatis, a los cuales se les ha relacionado como el antecedente de todas las corrientes revolucionarias actuales, que atentan contra nuestra civilización occidental. 

Fue la madrugada del 1 de mayo de 1776, en un bosque de Baviera próximo a Ingolstadt, el exjesuita judío Adam Weishaupt fundó —junto con un grupo de cinco de sus discípulos— la “Orden Illuminati”, también llamada de los “Perfectibilistas”, a quien se debe la primera mención del Nuevo Orden Mundial NOM.  

Se trataba de una secta iniciática de carácter gnóstico, cuyos rituales tenían como origen los cultos mistéricos de la Antigüedad, pero cuyo programa era derrocar a los gobiernos y reinos del mundo, destruyendo todas las religiones y creencias para gobernar a las naciones bajo un Nuevo Orden Mundial, basado en un sistema totalitario próximo al comunismo.

Junto a la búsqueda e incitación de los conflictos bélicos, el programa mundialista illuminati también contenía una estrategia diseñada para manipular y controlar a las sociedades, socavando sus valores y principios para desmoronarlas desde dentro mismo del sistema, fomentando su corrupción y depravación, porque, como decía Weishaupt, “una vez que la sociedad esté depravada con lo superficial, los humanos perderán toda su fe”.

Uno de los puntos fundamentales del programa conspirativo urdido por los illuminati en su búsqueda del Gobierno Mundial era la abolición del concepto de la familia tradicional y clásica. Por consiguiente, hacia la consecución de ese objetivo se orientó preferentemente ese espíritu de belicosidad de la ingeniería social del NOM.

Fue así como, al aplicar este espíritu belicoso al feminismo histórico reivindicativo de la igualdad de derechos para las mujeres, surgió una rama espúrea de él, un movimiento bastardo, una ideología feminista que no es sino la degradación del feminismo verdadero: el feminismo de género.

El Feminismo de género es una ideología básica surgida en la Universidad de San Diego (California) en septiembre de 1969, diseñada y financiada por la Fundación Ford, bajo cuyo patrocinio se desarrolló el primer curso de una disciplina de nuevo cuño, denominada Women´s Studies, la cual se extendió a comienzos de los años 70 ―junto con otras nuevas disciplinas como las “Divinity Schools” y los “Afroamerican Studies”―, contando todas ellas con el apoyo financiero de las Élites financieras, especialmente de la fundación Ford y la fundación Rockefeller.

El feminismo de género salió de la política radical de los 60, y estuvo marcado por la filosofía marxista de la «Escuela de Frankfurt», en especial por las aportaciones de Marcuse, Frantz Fanon y Michel Foucault. Así pues, podemos incluirlo dentro del marxismo cultural que devasta hoy la civilización occidental, por lo cual el Feminismo de género, se ha impregnado de la ideología izquierdista, incluso antisistema, con la que el NOM controla las sociedades más avanzadas.

Protestas actuales de seguidoras del feminismo de género.

En cuanto sus estrategias de activismo, las que desarrollan ahora los colectivos “Femens” —fundados en Ucrania por el mismísimo George Soros, por cierto—  tienen su origen en las prácticas empleadas por la “Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno” —del inglés «Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell», que se acortó a las iniciales “WITCH”, en inglés, bruja—.

Este nombre de WITCH o bruja,  que tomaron muchos grupos feministas, relacionados entre sí pero independientes, que se formaron en los Estados Unidos durante 1968 y 1969 y que fueron importantes en el desarrollo del feminismo socialista y el movimiento de liberación de las mujeres de finales de los años 60.

En México son “las Brujas del mar”, el principal grupo de feministas radicales. Hay una clara influencia de brujería, satanismo y marxismo, en estos grupos, que odian a la Iglesia Católica y que vandalizan sus templos, blasfeman contra Dios y la Virgen, destruyen y queman sus imágenes sagradas,  pintarrajean las iglesias y defecan afuera de ellas.

Este feminismo de género es una ideología cuyo objetivo es, según afirmaba Eugenio Dorao —en el transcurso de una Ponencia presentada en Salamanca el 16 de Junio de 2006, en los salones de CajaDuero, con motivo de las I Jornadas Separación y Divorcio organizadas por APFS Salamanca— “la deconstrucción de las estructuras ‘patriarcales’ (familia, religión, ciencia, lenguaje), que son interpretadas como meras ‘construcciones sociales’”. Su matriz consiste en atribuir a la mujer una “superioridad moral” sobre el hombre, y en adjudicarse obsesivamente el papel de “víctima”, oprimida y reprimida por la opresión del patriarcado, al cual quieren destruir, al igual que al capitalismo que lo sustenta.

El principal método del feminismo es la victimización de la mujer como colectivo, el desprecio de la auténtica feminidad en las mujeres, así como la criminalización y demonización de los hombres y sus conductas masculinas, distorsionándolas, promoviendo el odio hacia la naturaleza del varón (misandria) por ejemplo, repitiendo memes negativos como «todos los hombres son violadores potenciales». De esta manera crea una polaridad equivocada «víctima-victimario» basada en el sexo de las personas.

En consecuencia, las mujeres que siguen las pautas feministas comienzan a ser percibidas negativamente por los hombres, lo que en última instancia genera posturas que alcanzan diversos grados de misoginia, lo que cierra el círculo ideológico feminista y se fabrica un conflicto absurdo entre hombres y mujeres.

De pronto, hombres y mujeres eran adversarios que debían mirarse con recelo, ya fuera en la cama, en la calle o en el trabajo. Los hombres ya no actuaban de una manera u otra según el carácter de cada sujeto, sino porque eran hombres. Y las mujeres debían espabilar y actuar como una sola, porque eran mujeres.

Si a esta artificial guerra de sexos se añade el aborto y la promoción de la ideología de género LGTBI, se consiguen también dos objetivos fundamentales del globalismo: la reducción de la población mundial, y la destrucción de la familia, claves para la construcción del Gobierno Mundial.

Christina Hoff Sommer, escritora y analista de temas de feminismo.

Desde este punto de vista, no es de extrañar que una de sus reivindicaciones más obsesivas sea la del aborto libre, ya que éste lo consideran como el “Derecho de la Mujer a la Salud Reproductiva”, en relación con las políticas eugenésicas. Así es como para el Feminismo Género y gran parte del movimiento feminista actual, la maternidad no es sino una enfermedad de las mujeres, algo que limita su autorrealización como personas, incluso algo impuesto por el heteropatriarcado capitalista.

Margaret Sanger: Por cierto, la fundadora en 1915 de la primera clínica abortista en Estados Unidos fue Margaret Sanger, una de las precursoras del Feminismo de Género, y fundadora de la Liga Americana de la Planificación Familiar, germen de lo que sería la “Internacional Planned Parenthood Federation” (IPPF), de la que sería su primera presidenta. Actualmente, la IPPF es una pieza clave del “Lobby de Mujeres”, de gran influencia en Naciones Unidas, la Unión Europea, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

La Ford Foundation ―impulsora de los Women’s Studies― es una de las principales plataformas del NOM, en estrecha colaboración con instituciones afines, como la Rockefeller Foundation, la Carnegie Foundation, la Turner Foundation, la McArthur Foundation, la Bill y Melinda Gates Foundation y George Soros Foundation, el CFR (“Conseil of Foreing Relations”) el USAID (Cooperación Exterior) y el NED (Nacional Endowemt for Democracy), todas ellas vinculadas a la cultura hipercapitalista americana.

La norteamericana Christina Hoff Sommer —en su obra “¿Quién nos robó el Feminismo?”—, afirma que “Siempre ha habido cierta fobia a los hombres en algunas mujeres del movimiento, eso es innegable. Pero eran marginales. Pero hoy, al menos en las universidades, están siendo las protagonistas del debate. La masculinidad se trata de manera rutinaria como una patología que necesita una cura”.

La diputada comunista chilena Camila Vallejo —“musa” de Podemos, por cierto—, que irrumpió en el Congreso de Chile con una camiseta apoyando la pederastia, dijo en cierta ocasión algo que pone los pelos de punta: “El feto es un parásito en el vientre de la mujer”. Diabólicamente Globalista.

El objetivo final del Feminismo de Género, es lograr una reingeniería social mediante la deconstrucción marxista de la cultura y la destrucción de la familia.