Héctor Rodriguez Espinoza

Héctor, el mito griego entre la épica y la ética en Homero (II/II)

En la guerra como en la política hay humanos víctimas de su orgullo y su soberbia y también de sus errores por dejarnos llevar por los más bajos instintos

Por Héctor Rodríguez Espinoza

CRÍTICAS. VONNE LARA. Del capítulo de la serie “Troya, la caída de una ciudad”, en Netflix y sus admirables producciones, es de la BBC que recientemente llegó a dicha plataforma, cuya adaptación de la Guerra de Troya ha escandalizado a todo mundo.

“Si nos detenemos en su color de piel debemos tener en cuenta que las anteriores representaciones cinematográficas nos han mostrado una gama muy reducida de tonos. No podemos empezar ahora a pedir apego a la historia, en ese caso el reparto de este show de la BBC es más correcto, no por Aquiles sino por la diversidad de los muchos personajes que aparecen, algo que, sí pudo haber ocurrido. Whitmarsh explica que las constantes guerras y expansiones de los imperios, hacía que las comunidades fueran mixtas y que debemos tener muy en cuenta en otros documentos e historias griegas se habla de “etíopes”, personas provenientes del norte de África.

La diferenciación entre lo que se denomina raza blanca o negra no es un concepto antiguo sino derivado de la época esclavista. Viene a cuento por la descripción de otro héroe en la Ilíada, la de Odiseo, émulo de Zeus en ingenio, a él se le describe de piel obscura y de cabello “lanoso”, ¿por qué Joseph Mawle o Sean Bean, en la película de 2004, interpretaron a este personaje?, ¿no se está claramente describiendo a alguien de tez oscura y de cabello rizado? Y ¿por qué Zeus no podría ser negro, si los dioses adoptan todas las formas y personas que ellos quieren? ¡Son dioses, por Zeus!

Buscar que las representaciones de historias antiguas estén completamente apegadas a un texto es imposible y necio. Puede o no gustar un Aquiles negro, sin embargo, no quita en nada su excelente interpretación y de los demás actores de piel oscura como Lemogang Tsipa, quien interpreta a Patroclo, Peter Butler quien hace al sabio Néstor y Hakeem Kae-Kazim, quien hace a Zeus, que se deleita con el rayo, de quienes se ha discutido mucho menos sobre la pertinencia de interpretar a los épicos personajes. Este caso recuerda a la discusión cuando se anunció que la actriz Noma Dumezweni, interpretaría el rol de Hermione Granger. Muchos aludieron a que el personaje “original” fue descrito como una niña de tez clara. Sí, de un personaje de ficción… como Aquiles.

Del show en sí, se trata de un título que tiene momentos muy amenos y dolorosos. Uno de los personajes que más destacan es el de Héctor, interpretado por el inglés Tom Weston-Jones y el del caprichoso Agamenón (Johnny Harris). Las batallas son bastante emocionantes y algunos hilos secundarios muy interesantes. En la participación de los dioses en la historia, su aparición es extraña y un tanto estrafalaria.

Eso sí, como toda adaptación cinematográfica se toma sus licencias y es válido, hasta normal. La serie está disponible para todos los suscriptores de Netflix. https://hipertextual.com/2018/04/troya-caida-ciudad-resena

X.- PABLO M. BELEÑA. Crítica de la serie ‘Troya’: tan necesaria como insuficiente (3 de mayo de 2018), nos dice que “partiendo de que el mundo del cine y lo audiovisual le debía al mito de la guerra de Troya un producto de calidad, no es ‘Troya: La caída de una ciudad’ ningún fiasco, ni mucho menos. Es, a grandes rasgos, una buena miniserie de 8 capítulos que dejará satisfechos a parte de aquellos que crecieron con los versos épicos de ‘La Ilíada’ de Homero pero que también dejará un sabor de boca insuficiente para los más puristas”.

“’Troya: La caída de una ciudad’ ha sido una arriesgada apuesta de Netflix por llevar el antiguo mito de la Grecia antigua a la pequeña pantalla con su habitual calidad de la grande. Ha buscado una épica y una presentación espectacular, siendo bastante fiel a los textos homéricos, pero que peca de inexactitudes y falta de rigor. Su gran pecado: caer en la trampa de los buenos y los malos, de la épica y la ética. Si Homero dejó algo claro con el mito de la guerra de Troya es que en la guerra no hay buenos ni malos, ni bandos buenos ni bandos malos. Hay humanos que caen en la tentación de la sangre, la traición, la cólera desmedida y los excesos. Hay humanos víctimas de su orgullo y su soberbia y también de sus errores por dejarnos llevar por los más bajos instintos.

Revisar el mito de Troya es un error, y querer poner a los griegos como sangrientos guerreros sin piedad, con reyes y líderes estúpidos e iracundos, sin piedad ni corazón, lo es craso. Ni los troyanos fueron víctimas ni tampoco fueron más héroes que los helenos. Sin embargo, esta serie ha cometido el mismo error que ‘Troya’, la película de 2004 protagonizada por Brad Pitt y dirigida por Wolfgang Petersen: sólo el valiente guerrero Aquiles es digno de alabanza y los demás compañeros griegos son villanos que aniquilaron la bella ciudad de la actual costa turca.

Separemos conceptos: ‘La Ilíada’ es un canto a una guerra que presuntamente tuvo lugar aproximadamente entre el 1200 y el 1000 antes de Cristo. En la recopilación de los versos de Homero se canta a los héroes protagonistas de la batalla, todos bajo los mismos honores: desde los campeones troyanos Héctor, Paris, Eneas a los reyes griegos Agamenón, Menelao, Odiseo, Aquiles, Diomedes, Ayax, Néstor… Y sí, la perspectiva es más griega que troyana, y en las historias homéricas nos dejan claro que la guerra sería una especie de juego de tablero entre los dioses olímpicos, que compiten por sus favoritos.

Un acierto ha sido saber introducir con cierta lógica y realismo el papel de estos dioses, sobre todo Afrodita, pero también Atenea, en el argumento. Otro grande ha sido no cambiar la suerte de ninguno de los personajes, como la atrocidad que cometió la película ‘Troya’ de matar a Menelao, cuando ‘La Odisea’, también atribuida a Homero, nos pinta un más o menos idílico regreso a la vida normal de este rey con su esposa robada, Helena. Por el contrario, el gran error vuelve a ser caer en el sentimentalismo y la obsesión por buscar ‘malos de la película’. Los hermanos Agamenón y Menelao son retratados de forma despiadada y baja, obsesionados con limpiar el honor tras el rapto de Helena por el joven príncipe Paris, cuando la historia original es más equidistante, sí, equidistante, en estos tiempos de política donde a veces se cuestiona esta actitud.

Otra apuesta arriesgada ha sido introducir papeles de hombres de raza negra para querer actualizar el mito. Sobre todo, chirría en el caso de Aquiles, al verlo y a su amado Patrocolo mostrados como hombres negros. Evidentemente no es nada que moleste por temas raciales, sino por las inexactitudes históricas que suponen. También Néstor aparece como negro y el mismísimo Zeus, rey de los dioses del Olimpo. En esa época, ni los griegos estaban mezclados con hombres negros y tan sólo eran visibles por el intercambio comercial con el resto de civilizaciones mediterráneas, eminentemente africanas.

Otros fallos e inexactitudes. En general, el gran fallo, para los que conocen la historia original, es la falta del retrato. Apenas se consiguen buenos retratos de los protagonistas, salvo el caso del genial Odiseo, encarnado por el querido Manos Frías de ‘Juego de Tronos’ (Joseph Mawle). Exceptuando ese acierto, Agamenón se salva, aunque tachado como hombre despiadado y odioso. Menelao no está bien representado, Paris, protagonista absoluto de la serie, es encarnado por un flojísimo Louis Hunter. Helena sí está bien interpretada y retratada por Bella Dayne, que afronta el difícil reto de representar a la mujer más bella del mundo, según los cantos homéricos.

En ese error de retratar correctamente las pasiones de los héroes, Aquiles es fatalmente representado por David Gyasi, casi como un mal chiste, quitándole toda épica al personaje más mítico de los cantos homéricos. Ni la cólera de Aquiles ni su grandeza son bien expresados, y la pérdida de Patrocolo y su relación apenas consigue el efecto que en ‘La Ilíada’ se explica.

Por supuesto, con 8 capítulos era de esperar que no hubiera tiempo para contar más historias de otros personajes fundamentales: el suicidio del Ayax enloquecido por la guerra y los dioses, las gestas de Diomedes, la sabiduría de Néstor… 10 años de guerra que no se tratan al detalle y ni se incide en el paso del tiempo como causa de desgaste de los protagonistas. Odiseo queda como único gran hombre entre los helenos y sorprende mucho cómo la serie eligió resolver el cierre con el famoso Caballo de Troya.

Y un fallo más: no revelar el origen de Aquiles y explicar por qué muere al ser disparado por una flecha de Paris en el talón, el famoso talón de Aquiles. En la serie se explica de pasada que su madre, la ninfa Tetis, que tuvo a este hijo con el rey Peleo, sumergió al pequeño en las aguas de la laguna Estigia con el objetivo de hacerle inmortal e inmune a todas las heridas. Como tenía que sujetarle de alguna parte del cuerpo para sumergirle y no ahogarle, eligió agarrar su talón, zona no protegida de la magia de las aguas. De ahí que nadie pudiera matarle, salvo esa flecha que no fue fortuita, sino que dirigió hacia la zona vulnerable el dios Apolo.

Aciertos. No todo iba a ser palabras negativas. Es una serie que, con un presupuesto comedido, refleja bien la épica de esta guerra de una década. La ciudad es excepcionalmente recreada, con rigor histórico, y las batallas son en líneas generales épicas y fantásticas, aunque con limitaciones presupuestarias. Apuesta con acierto por dar especial protagonismo a Helena, aunque para ello reparta, en exclusiva, a la pareja enamorada la exclusividad del protagonismo de la historia.

Héctor es retratado como el máximo exponente del héroe incorruptible y lleno de honores, dignidad y honradez. Si bien nos faltó el paseo de Aquiles dando varias vueltas con el cadáver del príncipe desgastándose en la arena, la tristeza por su pérdida se transmite de manera sobresaliente, así como su legado.

Son excepcionales las actuaciones secundarias como Andrómaca y Briseida, o los reyes Príamo y Hécuba. Majestuosa la fotografía y la calidad fílmica de toda la parte artística: vestuarios, ambientación… Los guiones son muy buenos y evitan que en ningún momento caigamos en el aburrimiento, sino que el ritmo es creciente y adecuadamente gestionado para que la historia dure 8 capítulos con una intensidad bien repartida.

El final. Siempre difícil de contar, el desenlace con el Caballo de Troya no está bien narrado, porque la serie apuesta por sorprender al espectador que no conoce la historia original, hace creer que los griegos se han marchado en retirada y dejan el caballo como ofrenda, en medio de la playa. No es mala idea la de buscar esta sorpresa, pero al no mostrar cómo se gesta el plan para esconder a los soldados en su interior, también se deja de explicar cómo Odiseo llega a la idea gracias a las sugerencias de Atenea, diosa de la estrategia bélica y la sabiduría.

Lo que sí es cierto es que no encaja bien que sólo hubiera dos hombres en el caballo de madera, Menelao y Odiseo, cuando en los versos homéricos Odiseo y sus hombres son los que inician el saqueo y destrucción de Troya. En todo caso, no está mal llevado el plan a la pantalla y es acertada la trama que da especial protagonismo a Helena, que gestiona con dos espías griegos, en distintos momentos, cómo resolver el conflicto, algo que no sucede en el texto original, por cierto.

Para quienes esperan una segunda temporada, evidentemente el guiño de la última escena centrando la atención en Odiseo es una clara referencia a que podría haber un relato de lo que fue ‘La Odisea’, el de los años que llevaron a este rey de Ítaca regresar a su tierra tras pasar aventuras, penurias y glorias. Y no se trata de un spoiler, pero quienes han leído este libro atribuido a Homero —con mucha controversia, por cierto— saben el resto de finales y de regresos: Menelao y Helena regresan felices a Esparta, ya fuera del influjo de la diosa Afrodita sobre la reina, que manipuló sus sentimientos hacia Paris; Agamenón es asesinado por su esposa, que no le perdonó nunca sacrificar a su hija para ir a la guerra; Eneas escapa, efectivamente, y llega a fundar Roma, como cuenta ‘La Eneida’ de Virgilio. https://www.diariocritico.com/critica-de-la-serie-troya