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Independencia de los Estados Unidos de América e Independencia de México

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I. La independencia de las colonias inglesas en Norteamérica y el nacimiento de los Estados Unidos son dos de los acontecimientos históricos más relevantes del siglo XVIII.

Los ingleses habían mantenido, tradicionalmente, buenas relaciones con las trece colonias que habían formado en la costa atlántica de América del Norte.

Unas fueron fundadas directamente por la Corona o explotadas por compañías que comerciaban con productos tropicales; otras nacieron tras el establecimiento de colonos exiliados de la metrópoli por motivos políticos o religiosos. Todas gozaban de un grado aceptable de libertad, regidas por gobernadores de la metrópoli, pero con asambleas o parlamentos que les aseguraban su autonomía.

Pero en 1765, el gobierno inglés de Jorge III cometió el error de aumentar los impuestos, estableciendo primero uno del timbre, sello que tenían que llevar los documentos jurídicos y luego suprimido; después otro sobre el té, que acabaría desencadenando la revolución.

En el puerto de Boston, un buque cargado de té fue saqueado por americanos disfrazados de pieles rojas. Ambos impuestos habían sido promulgados sin consultar a las colonias e Inglaterra trató de mantenerlos haciendo uso de la fuerza. Los colonos, considerándolos abusivos, se reunieron en el Congreso de Filadelfia y, tras proclamar la Declaración de Derechos (1774), se declararon independientes (1776).

El destino de la nueva nación se libró en una guerra con Inglaterra que fue difícil para los americanos durante los tres primeros años.

Después, con la ayuda de franceses y españoles y conducidos por George Washington, lograron derrotar a su antigua metrópoli en Saratoga (1777) y Yorktown (1781). Dos años después se firmaba la Paz de Versalles, por la que Gran Bretaña reconocía la independencia.

Diecinueve años habían transcurrido desde el inicio de las protestas contra el plan inglés de convertir estos ricos territorios en simples colonias que sólo debían existir para servir a los intereses económicos de Inglaterra, proporcionarle materias primas y absorber sus manufacturas. La consecuencia de este intento de introducir un despotismo regalista a colonias que habían interiorizado desde mucho tiempo atrás la participación directa en sus asuntos internos, derecho éste que se asumía al mismo tiempo como moral e inalienable, fue la aceleración de la desvinculación total de los Estados Unidos.

Habían nacido los Estados Unidos de Norteamérica.

La Declaración de Independencia, leída solemnemente en Filadelfia, constituye hoy uno de los textos más innovadores y trascendentes de la historia contemporánea. Quedaron proclamados los tres principios básicos y lema de la Revolución Francesa: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”.

Los nuevos estados formaron una república, regida por un presidente y una asamblea o congreso, elegidos por todos los habitantes mayores de edad. Se había instituido un régimen democrático, fijándose los derechos y deberes de gobernantes y gobernados en una ley fundamental o Constitución.

“…Nosotros los representantes de los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso general, acudimos al juez supremo del mundo para hacerle testigo de la rectitud de nuestras intenciones.

En el nombre y con el poder pleno del buen pueblo de estas colonias, damos a conocer solemnemente y declaramos que estas colonias unidas son y por derecho han de ser Estados libres e independientes; que están exentas de todo deber de súbditos para con la corona británica y que queda completamente rota toda conexión política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña, y que, como Estados libres e independientes, poseen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, anudar relaciones comerciales y todos los demás actos y cosas que los Estados independientes pueden hacer por derecho. Y para robustecimiento de esta declaración, confiados a la protección de la Providencia divina, empeñamos unos a otros nuestra vida, nuestra fortuna y nuestro sagrado honor”.

Tomás Jefferson, Benjamín Franklin, John Adams.

La Constitución estadounidense, promulgada el 17 de septiembre de 1787, se convirtió en la primera Carta Constitucional escrita que regulaba la forma de gobierno de un país. Al enfatizar los derechos del individuo y otorgar la soberanía al conjunto de los ciudadanos y no a un monarca, sentó las bases de la legalidad moderna.

Esto propició que se convirtiese en un símbolo de la lucha por la libertad de los pueblos y punto de referencia para movimientos insurgentes posteriores, entre los que se contó la Revolución Francesa.

La independencia de Estados Unidos demostró que era posible que los territorios colonizados se liberasen del yugo europeo. La nación norteamericana fue un punto de referencia para muchos líderes de América Latina. Tras alcanzar su independencia, muchas de las antiguas colonias españolas se inspiraron en la organización política de Estados Unidos para construir sus Estados: un ejemplo claro es el de México, nación que, cuando menos nominalmente, adoptamos una estructura federal semejante.

Es ésta la importancia de la independencia de nuestro vecino del norte.

II. ¿Qué tiene que ver SU independencia con la NUESTRA?

Dice José González Torres, en “El engrandecimiento de México”, que la independencia se pierde porque algún vecino —poderoso— ocupa y domina al país. Y de nuestros vecinos sólo EE.UU. es poderoso y con capacidad de dominarnos en un instante.

Recuerda que hacía ciento cincuenta y cuatro años —el 16 de septiembre de 1847— el ejército norteamericano, secundado por muchos malos mexicanos que debieron combatirlo, ocupó la ciudad de México, capital de la República e izó en el Palacio Nacional, para vergüenza nuestra, su bandera de barras y estrellas, y sólo se retiró —dejando dolorosa huella de destrucción, bandidaje y humillaciones— cuando forzó al vencido a cederle la mitad norte del territorio mexicano, con más de dos millones de kilómetros cuadrados; fastos vergonzosos que deben servir para examen de conciencia y enmienda de la presente generación; no cree que pretenda ahora dominar a México o “quitarle” otra vez la porción norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; no. Ya no le interesa territorio; ahora necesita mercados para sus productos. Y amarró el de México con el TLC.

III. Sea lo que fuere, si el grito de Hidalgo fue “Muera el mal gobierno” —referido al de la Corona española que nos sojuzgó durante ¡300 años!—, de poco sirve la independencia nacional sin “BUENAS LEYES”. ¿Por qué “BUENAS LEYES” y no sólo cualquiera de las leyes o todas las leyes?

En sus Sentimientos de la Nación Mexicana, Morelos manuscribió el “12º. Que como LA BUENA LEY es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.”

Pongamos un ejemplo: la ley constitucional y la federal del trabajo estipulan: “Los salarios mínimos generales (el jornal del pobre) deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria (preparatoria incluida) de los hijos. …”

El salario mínimo general actual por 8 horas de trabajo es de $102,68 pesos (5,1 dólares). En la zona libre de la frontera norte es de $176,72 pesos (8,78 dólares) diarios. ¿Es suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria (preparatoria incluida) de los hijos. …”? Pues no. No es entonces una “BUENA LEY”.

El 51% de la mano de obra ocupada gana hasta (hasta) dos salarios mínimos diarios, unos $6,000.00 al mes.

IV. Según Templo Mayor, Reforma, 4 julio 2019, se suponía que la reforma al sistema de pensiones propiciaría que, vía las Afores, los trabajadores tuvieran una jubilación digna. Y ahora resulta que, en promedio, sólo recibirán el equivalente al ¡5 por ciento! de su último salario mensual. Es decir, ni en un año ganarán lo que ganaban en un mes.

Pero según Luis Ángel Orozco Tapia la tasa de retorno para un trabajador cuya cuenta de aportaciones es administrada por una AFORE es del 40 ó 50%, lo que aún es muy baja, pero no cree que sea del 5%. (Porcentaje de dinero que recibirá al jubilarse en relación con su último sueldo recibido). Alternativa: realizar aportaciones voluntarias años antes de jubilarse, tal vez a partir de los 40 ó 50 años. La gran aportación del nuevo sistema de cuentas únicas (AFORES) es que el dinero está bien resguardado y vigilado, lo contrario al IMSS e ISSSTE (e ISSSTESON), que siempre lo desviaron o gastaron.

V. En las redes sociales circulan muchas cosas y hasta memes de excelente y sano humor de los alumnos universitarios. Uno dice: “Materias que deberían impartir en la Uni: Qué es el SAT. 2. Qué son las AFORE. 3. Cómo vivir en la vida con la miseria que pagan en los trabajos y 4. Cómo administrar los 6 días de vacaciones que te dan”.    

Insisto: de poco sirve la independencia nacional sin “BUENAS LEYES”, como soñó Morelos en sus Sentimientos y sin BUENOS GOBIERNOS, como soñamos los ciudadanos todos los días. ¡Democracia sí, ineptocracia no!

VI. El Estado y la banda de ladrones. Al inicio de cada curso de 1° de Derecho se le explica a los alumnos la diferencia entre el Estado y una banda de ladrones. Es tema recurrente desde Platón, pasando por San Agustín hasta nuestros días. Durante 40 años de docencia advierto que siempre ponían una cara de incredulidad ante pregunta cuya respuesta era obvia. La diferencia se les antojaba evidente y no precisaba razonamiento. Sin embargo, necesita de una explicación diferenciar hechos y conductas externamente semejantes. Por ejemplo, un recibo de la CFE o el del pago de una injusta y desproporcionada cantidad o multa y una carta de una organización criminal exigiendo el pago de esa misma cantidad. ¿Qué decimos? Que es un atraco a mano armada, porque la apariencia es que el Estado (confundido con sus gobernantes) semeja una banda de ladrones