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José Cruz, fundador de Real de 14, se confiesa

El vocalista, guitarrista y compositor de la legendaria banda ochentera comparte su testimonio de vida, su visión: con el agudo azul del blues

Por Imanol Caneyada

Aguascalientes, 3 de octubre de 2017.- José Cruz, el fundador de la legendaria banda de blues Real de 14, sabe que la enfermedad que padece desde 2005, esclerosis múltiple, se ha convertido en el centro de su existencia.

Atado a una silla de ruedas, el vocalista, guitarrista y compositor del grupo creado en 1985, hace su entrada en el pequeño foro de la Feria del Libro de Aguascalientes 2017 rodeado de un equipo fiel que ha superado todas las crisis, incluida la de la demanda por salarios caídos de algunos de los miembros iniciales de la agrupación.

No son más de 60 personas las que lo reciben entre aplausos. Esto no es de extrañar, desde su nacimiento, Real de 14 ha sido y es una banda de minorías, con una propuesta exquisita, una de las mejores del panorama musical mexicano de los últimos 30 años, pero con una escasa difusión.

Nos pasa seguido en este país en el que el talento queda en un segundo plano y las relaciones públicas lo son todo. Real de 14, cuando a principios de los 90 Televisa comenzó a dar cabida a eso que llamamos rock en tu idioma, simplemente no pasó por el aro, no quiso. Pagó cara su osadía.

El puñado de devotos de José Cruz aplaude cuando la silla de ruedas atraviesa lentamente el lugar. El rostro del letrista más brillante de su generación sigue siendo fresco, juvenil, como en la época en que daba a conocer “Tiempos oscuros”, ese disco que puso la vara tan alta que prefirieron ignorarla. Pero su cuerpo atenazado por la enfermedad de los genios se marchita poco a poco en su inmovilidad.

Somos pocos los que estamos en la sala, cierto, pero la devoción de los asistentes, la admiración, el agradecimiento por tres décadas de magia suplen a cualquier mayoría malumesca. Por cierto, en algún momento de su charla José Cruz tiene palabras para el reggaetón: lo considera una porquería de música, pero acepta que también es una forma de cultura, en una definición muy amplia en la que el poeta considera que todo acto de creatividad humana lo es.

José Cruz ha venido a la Feria del Libro de Aguascalientes a presentar su libro “Yo creador me confieso”, un testimonio humano y artístico que reúne una selección de poemas, textos críticos sobre la realidad mexicana, filosóficos, relatos y anécdotas de sus giras con Real de 14, además de una profunda reflexión sobre su enfermedad y el dolor como agente transformador de su realidad en tanto individuo y punto de partida para una nueva etapa como creador.

En la charla que ofrece a los entusiastas espectadores, José Cruz no evade el tema, tan evidente, tan inequívoco, tan ahí, porque su voz brota debilitada al hablar y sus manos se mueven lentamente a la hora de abrir el libro para leer algún poema o acomodar el micrófono.

La tortuosa enfermedad que padece el artista lo llevó, confiesa, a transformar su conciencia del ser y entender que el acto de respirar, el hecho de estar vivo es lo único que poseemos realmente, el resto, esa zona de confort en la que vivimos, se convierte en algo intrascendente.

Dice Cruz, el poeta, el creador que confiesa, que fue la etnia huichol la que le ayudó a entender cabalmente esto y a enfrentar y superar una enfermedad que en 2006 le provocó un desmayo en el escenario, vaticinando el fin de su carrera.

Contra todo pronóstico, al día siguiente de la presentación del libro, José Cruz y su refundado Real de 14 ofrecerá un concierto en el marco de la Feria, a ese grado su renacimiento.

Un renacimiento que parte del reconocimiento del dolor en su vida, que el músico asegura que ha convertido en una fuente de creatividad.

Mientras tanto, los asistentes, beben sus palabras como si estuvieran frente a un chamán, con una devoción labrada en el momento en el que pusieron una canción de la banda y entraron en otra dimensión; así lo expresa David, un joven de 27 años que descubrió a Real de 14 a los doce y desde entonces ha sido su fiel seguidor. Gracias, maestro por toda esa música, gracias, gracias, repite mientras se le empañan los ojos.

O la señora que micrófono en mano confiesa que su madre de 88 años no puede estar ahí por su edad avanzada y la enfermedad, pero que educó a sus diez hijos, ella incluida, escuchando a Real de 14.

Y sí tiene algo de chamán este José Cruz que renace a cada instante al tiempo que se acerca inexorable a la muerte, pues sabe que le queda poco tiempo; un conocimiento que lo ilumina y lo lleva a decir que todos, absolutamente todos los seres humanos tenemos a dios en nuestro interior (no el dios católico, aclara), sino un ser divino al que no escuchamos, al que negamos, fuente de toda creación.

“Dicen los huicholes y algunas filosofías orientales que además del cuerpo físico tenemos tres cuerpos más, sin embargo, sólo nos identificamos con el cuerpo físico e ignoramos los otros y eso causa un desequilibrio en todo nuestro sistema… reduce la visión de las necesidades de los otros cuerpos”.

Este es José Cruz, un artista que se confiesa, desnuda su alma en este libro y toca y transforma la vida de muchos otros, mientras sigue pagando su renta con un poco de blues.