Héctor Rodriguez Espinoza

La transición educativa de la escuela secundaria

Lic. Héctor Rodríguez Espinoza y Prof. Aureliano Corral Delgado, 1992.

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- Continúo complaciendo a mi par de lectores que saben apreciar el rescate de estas remembranzas histórico educativas universitarias dignas de compartir. Máxime en época en la que, además del colectivo luto pandémico, las páginas rojas de los medios y redes sociales, nos aturden y estresan a diario con la difusión de sucesos que quisiéramos fuesen de ciencia ficción.      

II.- Una generación singular de profesores. La Escuela Secundaria (1956-1959) me ofreció el cambio cualitativo del proceso de enseñanza-aprendizaje en cuanto a la compañía de mujeres (en las primarias estábamos separados) y a la diversidad de profesores para la variedad de las materias del plan de estudios. Así, el esfuerzo por recordar a tantos mentores, es también la prueba de qué tanto dejaron, algunos de ellos, huella en mi conciencia.

Las generaciones anteriores que estudiaron en ella desde su fundación, se habían formado bajo las enseñanzas de un selecto grupo de experimentados y ameritados profesores sin Título universitario ciertamente, pero meritoriamente autodidactas y con mucha sabiduría. Desafortunadamente algunos ya habían dejado las aulas cuando nosotros ingresamos a la Secundaria. Me refiero a su director fundador, Prof. Ernesto Salazar Girón y secretario Amadeo Hernández Coronado, Luis A. Petterson, en Álgebra y Trigonometría; Luis López Álvarez, en Historia Universal; Adalberto Sotelo -a quien muchos recuerdan llegar en caballo-, en Física y autor de la letra del Himno universitario; Gonzalo S. Díaz Karey, en Química; Ignacio Bibriesca, en Música; y Rafael Víctor Meneses, en Literatura y Aureliano Corral Delgado en Geografía. En la oficina trabajaban como secretarias Laurita Fuentes Frías, Conchita Becerra y Rosita Valenzuela. Eran conserjes Pedrito “el chinchas” López Vera y otro apodado el perico.

De mis tres años recuerdo -anotando los alias con todo respeto y cariño-, a los siguientes preceptores:

 En Historia de México, Manuel Quiroz Martínez, “El yaquito”, exrector de la Universidad y Maestro Masón, a quien por su ya avanzada edad hacían desatinar los grandulones del grupo.

En Historia de México y Universal, Carlos Espinoza Muñoz, “El largo”, siempre con gesto de aparente enfado y apatía; y Yolanda González, “La coronela”. Esta última tenía la técnica -que yo mismo he aplicado, con positivos resultados, con mis alumnos- de preguntarnos, a uno por uno, al pasar de lista iniciando cada clase, si sabíamos la lección; inmediatamente después se la preguntaba a algunos y ¡ay de aquel quien hubiera mentido!: el cero y la reprobación para el examen final, estaban garantizados. Veinte años después fue una aplicada alumna de mi Curso de Introducción al Estudio del Derecho en la Escuela de Derecho, estudios que concluyó satisfactoriamente, para ejemplo de su familia.

En Literatura, Lucila Leal, “La cochita”, femenina y agradable mentora.

En Dibujo y Matemáticas, Pedro Vega Ibarra, Virgilio López Soto e Ignacio Ayala. Para este último, su máxima ofensa al alumno indisciplinado era decirle -sin separarse de su cigarro Delicado-, con todo énfasis:¡páaaa yáaaasó! (payaso).

En Educación Cívica, Armando “El almidonado” o “El comunista” Quijada Hernández, por cierto un inexplicable, terco y acérrimo crítico  de la carrera de Derecho, supuestamente por haber fracasado en ella, pero para fortuna de la historiografía regional. A pesar de ello, algunos nos empecinamos en estudiarla.

En Física y Química, Rubén Gutiérrez Carranza, “El glostora” -el lanzador de escupitajos desde el aula laboratorio del segundo piso hasta la planta baja-.

En Biología, Carlos Gámez, “El Drácula” (yerno de la Escritora Catalina Acosta de Bernal), seguramente por su mirada dura, pero en el fondo de corazón blando. La última vez que lo vi de lejos, fue en la nostálgica cena de ex maestros y exalumnos organizada por el Rector Marco Antonio Valencia y la Asociación de exalumnos de la Universidad, en octubre de 1992, con motivo del 50 aniversario de nuestra Alma Máter. Le fue entregado un Reconocimiento y una tarjeta de crédito bancario con un monto modesto, a cargo de un Fideicomiso creado para ese propósito. La disfrutó muy poco tiempo, porque falleció a las pocas semanas del evento.

III.- Párrafo aparte lo merece, en Geografía Humana y Económica, Aureliano Corral Delgado, “Corralitos”, el de “de modo y manguera que”, “recapitulando” y dador de ingeniosos sobrenombres a los alumnos. Una vez que estábamos en clase, ya juntos Luis y yo (él -excepto los meses previos a su prematura muerte- siempre fue muy gordo, siendo este su apelativo, y yo más bien rechonchito), Corralitos pidió a alguno de los alumnos a que pasara a exponer el tema de la sesión anterior, ordenando:

– ¡A ver, pásale ballena Rodríguez! -. Me puse de pie para caminar al frente y “Corralitos” me detuvo, diciendo, ante la carcajada general:

– ¡Dije ballena, no ballenato!

– ¡Ja, ja, ja, ja, ja,…! -, coreó la raza amarga.

El Dr. Mario Padilla Chacón escribió, con motivo del fallecimiento de este mentor, un artículo recordando esta época y cita un recuerdo de Corralitos, evocando: “No llevaba mapas, él los dibujaba. Un mapamundi no le tomaba más de un minuto. Cuando pasaba a alguno de nosotros a dibujar un mapa de México en el pizarrón, casi invariablemente decía: ‘parece talega para colar café’. Tengo aún en mi memoria un fragmento de su dictado descriptivo de la espesura amazónica: ‘…cubierta de enredaderas y lianas, donde los rayos del sol jamás llegan a tocar el suelo. Allí reina un imponente silencio, sólo interrumpido a veces por el ruido de los insectos y el chillido de los monos’. Francamente nos quedábamos impresionados.”

Antonio Nevárez recuerda:

«Corralitos»(+) fue un gran maestro fuera de serie, que se hacía querer y respetar por todos sus alumnos, sumamente inteligente y con un gran sentido del humor. Siempre amenizaba sus clases con numerosos dichos y refranes. Nos hacía que expusiéramos la clase al frente al grupo – y ahora lo entiendo por qué -, con el propósito de que nos desenvolviéramos mejor y perdiéramos el miedo de hablar en público.

Eran tan amenas e ilustradas sus enseñanzas que, hasta la fecha (50 años después), aún recuerdo algunas de las definiciones de sus diferentes asignaturas, ejemplo, a la voz de: ‘¡recapitulación!»

¿Qué es clima? ‘Clima es el conjunto de fenómenos meteorológicos que caracterizan el estado medio de la atmósfera, en un punto cualesquiera de la superficie terrestre’.

Ley de Newton o de gravitación universal: ‘Los astros se atraen en el espacio en razón directa de su masa y en razón inversa del cuadrado de su distancia’.

Ley de Keppler: ‘Los rayos vectores de cada planeta recorren áreas iguales en tiempos iguales’.

¿Qué es el sol?: ‘La cosmografía nos enseña que el sol es una estrella como todas las demás’.

¿Qué es ósmosis? ‘Ósmosis es un fenómeno físico químico que consiste en el paso de dos líquidos de diferente densidad a través de una membrana’.

¿Dónde nace el Río Yaqui? ‘El Río Yaqui nace en Chihuahua con el nombre de río Papigochi.’

¿Recorrido del Ferrocarril Mexicano?: ‘El ferrocarril mexicano recorre desde México, Apizaco, Orizaba, Córdova y Veracruz.’

El profesor “Corralitos”, también dentro de su buen humor, a veces nos cambiaba nuestros apellidos. Por ejemplo, a uno que se apellidaba Corona, le decía ‘negra modelo’; a tres alumnas que siempre andaban juntas y bien polveadas, les decía: ‘Las tres polveras’. A mí a veces me llamaba ‘mesalina  Nevárez’, pues era muy platicador e inquieto en la clase.

Para terminar, únicamente me resta expresar la gran admiración y cariño que sentíamos por él, los que tuvimos la fortuna de tratarlo: ‘Profesor Aureliano Corral Delgado (‘Corralitos’), Dios te bendiga siempre. Siempre estarás en nuestra memoria.”

IV.- El 22 de abril de 1989, en El Imparcial, el mismo “Corralitos” publicó:

Los primeros años de la secundaria de la Unison.

“La Escuela Secundaria ocupó originalmente el pequeño inmueble ubicado a la derecha del edificio principal, siendo su primer director el maestro Ernesto Salazar Girón. Como secretario el profesor Amadeo Hernández Coronado, y profesores de tiempo completo Luis A. Peterson, Adalberto Sotelo, Luis López Álvarez, Rafael Víctor Meneses y Aureliano Corral Delgado. Secretarias Laurita Fuentes Frías, Conchita Becerra y Rosita Valenzuela. Conserjes don Pedrito López Vera, el «Chinchas» y el «Perico».

El primer director de la banda de música fue el mayor J. Estrello, quien al siguiente año abandonó la ciudad y fue reemplazado por el mayor Isauro Sánchez Pérez. En esta banda recuerdo que tocaban algunos buenos muchachos como Moisés Canale, Pedro Vega, Héctor Rodríguez Espinoza, Ivón Méndez, el Chino Medina, los Hermanos Curiel y otros.

Impartieron materias durante los primeros años prestigiados maestros y profesionistas como el licenciado Enrique E. Michel, licenciado Manuel Gándara, don Lauro B. Quiróz, el doctor Hugo Pennock Bravo, profesor Carlos Espinoza Muñoz, profesor Enrique García Sánchez, profesoras Eva Dolores I. Loaiza, Luz Martinón Pujol y la Miss Acuña, José Sosa Chávez y Emiliana de Zubeldía. El licenciado Miguel Ríos Gómez, el doctor Carlos B. Michel, profesor Gonzalo Díaz Karey, doctor A. Hurtado, profesoras María Peterson y Amparo Leyva, licenciado Amoldo Palacios Mendoza y profesor Francisco Castillo Blanco.

Entre la «muchachada» guardo gratísimos recuerdos de muchos de ellos y ellas que han llegado a la culminación de sus anhelos desempeñando cargos oficiales y actividades socioeconómicas de la Entidad. Calculo que pasaron por mis clases aproximadamente diez mil jóvenes de ambos sexos durante los 35 años ininterrumpidos que serví a la Universidad, especialmente en la escuela secundaria.

En tantos años y con el crecido número de alumnos, es difícil recordar fechas y hechos con la precisión que quisiera, sólo me referiré someramente a algunos: Antonio Silva, Carlos Gámez Fimbres, Roberto Fonllem, Enrique Cifuentes, Porfirio Estrada Arras, Víctor Galindo Sánchez, Benjamín Contreras. Raúl Loustaunau. Francisco Vizcaíno Murray y otros formando, alegres grupos, en juegos y deportes. Más allá a otros más «grandecitos» (relativamente) como Gustavo Hodgers, el “Cochibeto” Healy con su gran amigo Enrique (“Chato”) Corral, a Enguerrando Tapia, Rubén Parodi, Eduardo y Roberto Gómez Torres, Casillas, Durán Santeliz, Alberto Rubio, Abraham Katase, Diego Monteverde, el “Cuyito” Enríquez Burgos, Oscar (“ciego”) López Vucovich, el siempre atento y circunspecto Moisés Canale, Rafael García Maheda, Arcadio Valenzuela, “Memo” Moreno (con su camarita); a las simpáticas Tulita Tapia, “Tichiquena” Montijo, Aída Isibasi y Carmelita Buelna, a la seria y amable «cerebrito» Josefina Ochoa Ruiz. Por aquí jugando, regocijadamente, a Juan Antonio Ruibal, Gloria de la Fuente y Tere López Moctezuma. Por allá a los serios y aplicados jóvenes Delfín Ruibal, Genaro Encinas Ezrré, Alfredo Arellano, Mario Padilla Chacón y Alberto Monteverde Alatorre; a los traviesos pero inteligentes muchachos Rubén Gutiérrez, Francisco (“Botas”) Mendoza, Horacio Rubio, Jorge Estrada, Carlos Peralta Dávila, Virgilio Ríos, Carlos Baranzini, Claudio Solórzano, Arturo Ortega, Manuelito Cubillas, Alberto Gaxiola, Francisco Keith, y a las simpáticas Emma Orcí, Guadalupe Gómez y Beatriz Ortiz  Loustaunau. …”

V.- En 1992, con motivo de la celebración de los 50 años de la Universidad, el Cuentista y costumbrista regional Luis Enrique García Pérez, entonces director de Extensión Universitaria, me invitó a grabar, para el canal 8 de la Televisión de nuestra Casa de Estudios y dentro de una serie de ese género con la pléyade de pioneros sobrevivientes, una entrevista con el Prof. Aureliano Corral Delgado, en su carácter de maestro fundador. La charla fue filmada precisamente en el antiguo recinto de aquella irrepetible Escuela Secundaria, y transcurrió muy agradable, sin script y con toda la naturalidad y sencillez que le imprimió la humilde pero honrada personalidad del Profesor Corralitos. Ambos recreamos recuerdos de los años en que coincidimos como profesor-alumno, 1956-1959, iniciando la plática desde el jardín exterior y continuándola en el primer patio interior.

Por cierto, recordamos juntos  que en esa misma explanada interna de césped fue donde, una mañana de abril, reunió a toda la escuela el Director Amadeo Hernández Coronado, para que el mejor orador de la planta docente -el mismísimo “Corralitos”-, nos pusiera una elocuente y fuerte enjabonada, durante casi media hora, al descubrirse que un mal alumno había descarapelado, con una navaja de campo, unos centímetros de la corteza de uno de los naranjos colocados a la entrada de la Escuela, con toda ruindad ecológica. Fue nuestra primera lección viva de medio ambiente y desarrollo sustentable que recibimos, mucho antes de la preocupación mundial por esta disciplina.

Proseguimos charlando en los pasillos, en los que él acostumbraba saludar a sus colegas y alumnos con su característico “¡jáu!” apache, elevando su mano derecha; y la entrevista la culminamos sentados en una banca de la pared sur del pórtico, frente a la Dirección, espacio de nuestros ensayos musicales a mediodía y donde plasmó un original mural el Pintor hermosillense, recientemente fallecido, Roberto Peña Dessens. Supongo que de vez en cuando la Televisora de la Universidad trasmite esa serie de testimonios, en homenaje a quienes sembraron una semilla de una buena calidad moral, predicada con el ejemplo.” Con afanosa búsqueda de Luis Enrique y Conchita Yañez, el video lo rescaté y se puede disfrutar, en dos partes, en mi canal de youtube:  https://www.youtube.com/user/hectorrdz11/videos

VI.- Sensible deceso. El jueves santo de 1996, a las siete de la mañana, en el Instituto de Ciencias y Educación Superior ICES, Escuela Preparatoria en la que Don Aureliano prestaba sus servicios -ubicada en el local de lo que fue el Cine Arena, parte de cuyas gradas de cemento se conservan en híbrida escenografía-, se sintió mal, internándolo una de sus hijas en el Hospital Chávez del ISSSTESON, muriendo a los pocos minutos. Estos renglones los escribo en la tarde del viernes siguiente, en los precisos momentos en que sus restos deben estar siendo inhumados en el panteón municipal. Vengo llegando de asistir a las guardias que le hicimos, en la Rectoría de la Universidad, los familiares y las pocas personas que respetándose nos quedamos en Hermosillo. Allí me entero, por voz del Profesor Amadeo Hernández Coronado, que ya sólo quedaban él mismo -a punto de cumplir, el 15 de octubre de 1996, sus 90 años- y el Lic. Ricardo Valenzuela, de los fundadores de nuestra Casa de estudios, aquel octubre de 1942.

VII.- Y es que el ejercicio de las profesiones de Ingeniería Civil, Derecho, Agronomía, Contabilidad, Enfermería y Trabajo Social que contribuyen al desarrollo del noroeste no se explica sin el primer oasis educativo que nos ofreció la escuela secundaria de la Universidad de Sonora.

Insisto: ¿verdad que recordar es vivir y agradecer?