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Las viudas del Che

«El ‘Che’ no fue Gandhi ni nada parecido a un pacifista, no quería derechos humanos”: Antonio Guedes, vicepresidente de la Unión Liberal Cubana

Por Dr. Jorge Ballesteros

“¡No disparen, soy el Che Guevara! ¡No disparen soy el Che Guevara!”, rogaba lastimosamente, el fracasado guerrillero al momento de ser apresado por las tropas de “Rangers” bolivianas.

Todavía después de 50 años de su muerte, se oye clamar a “las viudas del Che”  (ingenuos admiradores) “¡llévame contigo Che, quiero ser tu Tania!”. Usan camisetas con la efigie del Che, ponen posters en su cuarto, y se dejan crecer la barba, aunque solo les salga de chivito, para parecerse a su héroe.

No hay que confundir al auténtico Guevara con la imagen idealizada que se hizo de él una izquierda ingenua, lo bastante para tomar por un libertario a un guerrillero, autoritario, vengativo y criminal. El Ché era un sádico que disfrutaba dando un tiro en la sien a los condenados a muerte en la Sierra Maestra.

Este mítico personaje, producto y hechura del marketing comercial de izquierda, tuvo su lado oscuro que estos desprevenidos fans prefieren ignorar.

Ordenó la mayoría de los fusilamientos de la cárcel de La Cabaña. Era un hombre que castigaba con firmeza a cualquiera que no pensase como él. Castigaba a los homosexuales (a pesar de ser actualmente un ícono del movimiento lésbico-gay) a los que vestían con ropa extranjera… Impuso para ellos trabajos forzados.

Lo dice Antonio Guedes, un hombre que vivió en primera persona los comienzos de la revolución y que llegó incluso a conocer al ‘Che’.

Guedes, vicepresidente de la Unión Liberal Cubana, se pregunta cada día cómo es posible «crear un mito en base a lo que nunca fue». El líder sindical cubano habla de Guevara como un marxista-leninista cuyo único fin era imponer un régimen al estilo chino o moscovita.

«Mitificarlo es fruto de la ignorancia. El ‘Che’ no fue Gandhi ni nada parecido a un pacifista, no quería derechos humanos. Dijo que el hombre debía convertirse en una maquinaria de matar al enemigo. Era un terrorista, un violento… Tenía todas esas cosas que hoy alarman a la sociedad mundial y sin embargo, en su caso, se ensalzan», denuncia.

Asimismo, Guedes aseguró que Guevara hizo mucho daño al frente del Banco Nacional de Cuba (entre finales de los 50 y principios de los 60) por su «desastrosa» gestión. «Se dedicó a firmar billetes con la palabra ‘Che’ (pancholares) y nada más, toda su administración fue un caos y sumió al país en un profunda crisis económica».

Es un juego de máscaras, de malentendidos y falsos datos históricos en torno a la figura del Che y el fracaso que fue Bolivia, que por cierto no fue el único de sus fracasos.

El Comandante Hubert Matos, un guerrillero exitoso que sufrió veinte años de cárcel por oponerse al comunismo, es entrevistado.

Matos revela que, en la Sierra, el Che era uno de los oficiales con más fracasos. Pero Fidel no permitía que nadie le planteara esa realidad. Fidel ya había tomado la decisión de darle toda clase de oportunidades al Che.

En África, el Che también fracasó. Allí pretendió convertirse en líder de las diversas tribus que promovían un futuro marxista para ese continente. En esa época, ya tenía el ego tan inflado que no concebía que aquellos líderes marxistas africanos se negaran a aceptar su liderazgo.

Después de ese fracaso es que Fidel lo despacha a Bolivia. Los soviéticos estaban hartos de las fantochadas del Che y le habían planteado a Fidel que o se deshacía de él o le cortaban el suministro de petróleo. Para darle más fuerza al aviso, llegaron a suspender algunos embarques ya comprometidos. La suerte del Che estaba decidida.

Eso se confirma en los relatos de la estancia del Che en Bolivia. Si vamos al libro de Benigno, Memorias de un Soldado Cubano, uno de los pocos sobrevivientes de esa aventura, descubrimos que Fidel envió al Che a Bolivia en contra de la opinión de Mario Monje, Secretario del Partido Comunista de ese país.

Benigno reporta en su relato que, al llegar, no encontraron ninguno de los elementos de logística que Monje se había comprometido a suministrarles. Monje recibió una invitación, en esa oportunidad, de un partido tan independiente de los soviéticos como el de Bulgaria, para ir a una reunión allí. Monje partió para Europa y regresó un mes después de llegado el Che a Bolivia.

De acuerdo con el relato de Benigno, cuando el Che por fin se reúne con Monje, éste le planteo que quería el mando político-militar de la aventura, a lo que el Che le contestó “que el mando político sí lo podían compartir, pero que el mando militar sería única y exclusivamente suyo durante el tiempo que él estuviera en Bolivia.”

Monje le informó que ni él, ni el Partido, respaldarían su aventura. Eso selló la suerte de la aventura boliviana. Siendo argentino, el Che no tenía el más remoto chance de ser líder de un movimiento guerrillero en Bolivia.

Fidel, sabía que eso no podía funcionar. Un argentino, de origen español, no podía encarnar las aspiraciones de los indígenas quéchuas y aymarás bolivianos.

El Che estaba condenado al fracaso. Por eso fracasó también en África. Un blanco no podía encarnar las aspiraciones de las tribus africanas, marxistas o no. Pero Fidel lo que quería era deshacerse del Che, no que tuviera éxito. Después de muerto, lo glorificó y con él la izquierda mundial que necesitaba héroes, aunque fueran de pacotilla.