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Lázaro Romo: Sin ti, compañero, no es lo mismo

Se fue de repente, sin avisar, como no queriendo molestar a nadie, sin alharacas ni aspavientos, tal vez con una de esas frases únicas y geniales, lazarescas, socarronas.

Así también solía partir de la redacción de Primera Plana, cuando concluía con su trabajo.

¿Y Lázaro?

Ya se fue, decía alguien.

La silla que ocupó durante décadas ahora está vacía y la redacción luce un aire desolador. Cuando uno entraba al periódico y veía a Lázaro sentado frente a la pantalla, uno sabía que todo estaba bien, que nada ni nadie detendría la edición de esa semana, que el peor contratiempo podía resolverse con una sonrisa y una palabra incomprensible para aquellos no iniciados en el vocabulario lazaresco.

Hay personas roca, fuertes y silenciosos. Así era nuestro Lázaro, con esa corpulencia que escondía un corazón que bombeaba un humor fino, sutil, inteligente.

Lázaro era camarada, de esos que aguantaban hasta las dos de la mañana porque mandábamos tarde la información, capaz de arreglar esa foto inservible y convertirla en la foto de portada.

Lázaro era como un tío bonachón, trabajador e irreductible que nos recordaba a todos que el periodismo es un oficio que no acepta cínicos ni egocéntricos, que cada quien tiene que poner el hombro para que siga siendo el mejor oficio del mundo.

Su silla está vacía, Lázaro se fue en silencio para no regresar y su ausencia se siente como un duro invierno que no tiene fin.

Pero bueno, compañero, como podamos, aunque el dolor nos embargue, trataremos de sacar esta edición sin ti; no es cierto, contigo en el corazón; y espero que sepas perdonarnos si el tipo de letra no es la mejor o la foto sale chueca o un texto cortado, espero que te rías de nosotros y brindes con un caguamón por nuestra torpeza.

Y es que sin ti, compañero, no es lo mismo.

Salud. (Imanol Caneyada).

El “atrasador” oficial de la edición

Luego de más de ocho años trabajando como reportero de Primera Plana uno se ajusta a cierto tiempo para terminar de redactar las entrevistas, reportajes y artículos para que alcance para las diarias ocupaciones. Así terminé por mal acostumbrarme a dejar el trabajo pendiente del Semanario para los días miércoles, fecha fatal de cierre de edición. De tal forma que en varias ocasiones nos veían encerrados en la redacción al buen amigo Lázaro Romo, a Rigo Gutiérrez y un servidor trabajando a marchas forzadas para que quede todo el contenido del periódico.

En ese punto, con su clásico humor, Lázaro terminó designándome formalmente como el “atrasador oficial de la edición”, al punto que se volvió una costumbre que al volver al periódico los miércoles por la tarde ya me preguntaba directamente si íbamos a salir temprano y yo le contestaba sin pensar “esa es la idea”, aunque ambos sabíamos que no. Pero remataba diciéndole que no habría necesidad de una “defecación en cadena”, algo que ocurría cuando me extendía más del espacio designado y había necesidad de mover las páginas ya diseñadas, haciendo un problema por empatar los números y hojas que ya estaban listas.

Pero lejos de reclamos siempre Lázaro lo hacía con buen humor, además que siempre estaba dispuesto a seguir la cura cuando había que poner más café para aguantar las largas tardes y noches de trabajo. Sin lugar a dudas duele su partida y se le extrañará mucho dentro de la redacción de Primera Plana, pero sabemos que ya está descansando. Desde este humilde espacio reiteramos el más sentido pésame a su esposa, hijo y familiares, mientras tanto aquí lo seguiremos recordando con cariño. (Gerardo Moreno).

La última vez que platicamos

Las conversaciones con el señor Romo o te dejaban una enseñanza o te dejaban una sonrisa. De pocas palabras, carcajada fácil y siempre con una dosis de reflexión.

Pasaban las tres de la tarde del jueves cuando se despegó de su “máquina de leña” —la computadora—. Ya había quedado la edición de Primera Plana y era cuestión de llevar el material al área de pre-prensa en la planta baja del periódico.

Entró con una carraspera a la redacción. Traía puesto su sombrero negro y se disponía ir a casa. Había cumplido la misión: darle vida a las páginas a un número más, como lo hacía desde el 12 de octubre de 1998, exactamente 20 años, algo así como 970 ediciones.

Parte del trabajo de diseño de Lázaro Romo.

—¿Cómo viste la edición? —le cuestioné como costumbre, esperando la respuesta de siempre:

—Hemos hecho peores cosas —respondió seriamente, para después soltar la carcajada.

Se acomodó en el sillón negro al otro lado del escritorio y se cruzó de piernas.

Noches antes, confesó, había tenido calentura. Entonces comenzamos a hablar de remedios caseros, un poco de John Fogerty y ese video de My toot toot. Y una cosa llevó a la otra para terminar conversando del bacanora (nunca lo vimos tomando gota de alcohol).

Como chispa le saltó un recuerdo de su pueblo, los cerros y el río en Ures. Él saboreaba narrar esas caminatas de su infancia en medio del monte, buscando liebres, o detrás de cachoras, con resortera en mano.

La diferencia entre el bacanora de hace años y el actual, comenzó diciendo, está en la recolección del agave. Antes el vaquero montaba su cuaco y preparaba un burro de carga; recorrían grandes extensiones por el monte en busca del agave silvestre y regresaba al rancho con el cargamento para cocinar el caldo. Ahora siembran y fertilizan. “Sí, lo recuerdo muy bien”, dijo burlonamente como acostumbran en testimonios al estilo Discovery.

Cariñoso con su esposa Olga y su adorado Luisito, sencillo, responsable, generoso con todos, siempre dispuesto. Su trabajo, creatividad y recuerdo queda impreso no solo en las páginas de Primera Plana, sino en los corazones de sus amigos… Abrazo hasta el cielo, mi querido Lazarón. (Rigo Gutiérrez E.).

…A la olvidada Atenas

Ya basta de tanta explotación, me retiro para Aconchi, mi lámina ya está lista, para emprender la retirada.

Kike Gavilán ya realizó las gestiones necesarias para el permiso laboral ante el C. director, el diseño maravilloso de mi última edición ha concluido, las defecaciones han sido corregidas, y guardadas en el porsi.

El abe de corral ya tiene el material requerido, de seguro se la pasó a la gordita ledorrier para placas, Jesy También subió la edición, y yo ya tengo listo el itacate, mi pantalón y chamarra camuflagiada para partir con la enorme satisfacción del deber cumplido.

Pero antes voy a surtir de caguamas en cantidades industriales la hielera, para partir a las primeras luces del alba, a la olvidada Atenas, al rancho San Pedro. el ombligo del mundo. Voy con la confianza de que el cochino Patón se encargó de esa misión laminesca de reparación.

Me despido del Ave emplumada, del Pacorro, del Chino y sus galletas maravillosas, del happy diofun, del cochino Set, del Saca Cuacha, del Charmin, de los porcinos de la Rotativa. (Rodrigo Gutiérrez Mendivil).

 

Lázaro Romo Jiménez nació y vivió su infancia en San Pedro de Ures.

Su hermano Luis Romo le compartió el oficio de diseñador y dibujante, mientras que de su padre, don Luis Romo, heredó el sentido del humor sarcástico que lo caracterizó.

Durante su juventud (en la década de los 80’s) se inició en el mundo de la publicidad, diseñando anuncios junto al experimentado publicista Gustavo Romero Carpena, y compartiendo la actividad en el periódico El Imparcial.

En ese entonces todo se hacía de forma manual, sin computadoras.

Durante su carrera profesional laboró en algunas agencias de publicidad y también en la desaparecida tienda “El Club del Precio”, de don Luis Becerra Tiznado, con quien continuó colaborando en su imprenta hasta el día de su muerte. Él fue quien lo motivó a pasar del trabajo manual a la computadora.

A mediados de la década de 1990 empezó a trabajar como diseñador en el semanario Primera Plana.

Como hobbie también realizaba caricaturas.

Detalles:

-Lázaro es el autor de la firma de Ruiz Quirrín que aparece en la columna del director del “Primera Plana”.

-Su hermano Luis Romo fue diseñador de don Marcelo Ureña (el Tío Marcelo) y siguió su ejemplo.

-Su esposa se llama Olga Portillo y su hijo Luis Romo Portillo. Ella era secretaria de una de las agencias de publicidad donde laboró.

-Fue diseñador de cabecera del doctor Hugo Pennock Bravo, con quien trabajó en la elaboración de sus libros.

-Le gustaba mucho ir a pescar (aunque no pescara nada).

Frases Lazarescas:

-Estás atrasando la edición

-La funda-mental.

-Una defecación en cadena.

-Se fue por la falsa puerta de las drogas.

-Ya garró el cochino vicio.

-Un jiñadero.

-Lapsus defecatus.

-A ver en qué degenera.

-El mundo camina a su propia autodestrucción.

*El desmadre de los nombres de sus carpetas de material de diseño.

 

(Con cariño de la Redacción: Imanol Caneyada, Gerardo Moreno, Hilario Olea Fontes y Rigo Gutiérrez E.)

*Datos recopilados vía don Luis Becerra, su amigo desde hace algunas décadas.