Héctor Rodriguez Espinoza

Los Corridos Populares

(Breve Ensayo, 2/3)

 

Por Héctor Rodríguez Espinoza

 Vicente Mendoza enfatiza que estos rasgos son realmente los distintivos entre romance y corrido.

Cita a Armando Duvalier, en “Romance y Corrido”, por lo que toca a la estructura del segundo cuando ha alcanzado su plenitud, al señalar seis fórmulas primarias y ocho secundarias; la cuatro del primer grupo, los mensajes, suelen aparecer al principio, en medio o al fin y que son un elemento característico. La fórmula más típica es la que principia: “Vuela, vuela, palomita”, cuyo origen encuentra en las canciones de boda del folklore leonés, regiones de Maragatería, la Bañeza y la Montaña de Murias:

Volé, volé la paloma

Por encima del olivo;

El presente que ahí va

Es el del señor padrino.

Volé, volé, paloma

Por encima de la higuera;

El presente que aquí va

Es de tu señora suegra.

Coplas que se cantan al ofrecer a sus presentes cada comensal.

Este mensaje no se encuentra en los corridos primitivos, aparece hacia fines del siglo XIX y el que se incluya como despedida en el corrido de Nicolás Romero, lo induce a pensar que es una reconstrucción histórica patriótica:

Vuela, vuela, palomita

Llévale la despedida

A ese que murió luchando

Por la patria tan querida.

La considera una aplicación como despedida en lugar de un mensaje; en cambio en el de Reyes Ruiz se triplica el final con los caracteres de: mensaje, moraleja y conclusión.

Este ruego a la palomita es el tópico más frecuentemente usado por los trovadores de todo el país, aunque el resto del cancionero popular lo ha venido transformando poéticamente:

Ya volaron las palomas,

Dejaron solos los nidos…

Vuelen palomas del Valle,

Párense en aquel juncal…

Vuela, paloma ligera,

Vuela si me haces favor…

Volando por esa sierra

De Paracho a Apatzingán,

Van palomas de mi tierra

Huyendo de un gavilán…

Vuela, vuela, jilguerillo,

Anda a llevar este parte…

Caballito de batalla

– galopar y no llegar…

Corre, corre, maquinita,

No me dejes ni un vagón…

Juzga que donde alcanza su máximo de empleo es en el corrido bola, la de carácter literario, de La muerte de Emiliano Zapata, doce veces aparece transformado; las formas más próximas al modelo son:

Corre, corre, conejito,

Cuéntales a tus hermanos…

Amapolita olorosa

De las lomas de Guerrero…

Canta, canta, gorrioncito,

Di en tu canción melodiosa…

Jilguerillo mañanero

De las cumbres soberano…

Este tema del mensaje llevado por un pájaro lo convence de su origen hispánico y de su remota antigüedad, lo encuentra en los romances de don Carlos Montalbán.

En cuanto a las Invocaciones, estima que en el corrido aparecen con frecuencia la divinidad, imágenes taumatúrgicas o la patrona de los mexicanos, la Virgen de Guadalupe, subrayando los sentimientos piadosos del pueblo, aún en boca de hombres bragados cuando sienten que las fuerzas humanas les fallan:

En el nombre sea de Dios

Y de la Virgen María…

¡Madre mía de Guadalupe,

que gane la religión!…

…gritándoles al Santo Niño:

– ¡Sácame de esta laguna!…

¡Válgame el Santo Niño,

anda buscando a Julián!…

Despedida no les doy

porque no la traigo aquí,

se la deje al Santo Niño

y al señor de Mapimí.

Decía Teófilo Padilla:

– ¡El Santo Niño nos valga!

Que el caballo Cantario

Ya va herido de una nalga.

Ya con ésta me despido,

Recemos una oración…

…ya los ‘taban acabando

Y ¡que viva Cristo Rey!

Respecto a los estribillos, refiere que con frecuencia, intercaladas en el corrido, aparecen estrofas de pie quebrado, otro de sus rasgos. El más antiguo tal vez (1883) apareció con motivo de la muerte del torero español Bernardo Gaviño y formada por dos versos pentasílabos seguidos de dos octosílabos:

Rosa, rosita

Disciplinada,

Murió Bernardo Gaviño

Que era muy certera espada.

Aparece como elemento alternativo variable y constituyente realmente comentarios sobre la desgracia.

Abunda que unas veces, como en el corrido de Refugio Solano, los pentasílabos se vuelven tetrasílabos:

Sí, Lupita / trae la mano.

Fuertes combates tuvieron

Con las tropas de Solano.

O bien, forman un octasílabo indivisible:

Sí Lupita, eso hay que ver…..

O, como en la variante b) de Bernardo Gaviño, un terceto de octasílabos que es estrofa de soleá andaluza, en la que riman el primero y tercer versos

¡Ay toro, torito prieto!

¿Por qué a Bernardo Gaviño

sin piedad dejaste muerto?

Otro ejemplo de terceto sirviendo de estribillo, pero que no es soleá, es el del de Rueda Quijano, asonancia entre el segundo y tercer versos:

¡Oh valiente Brigadier

que moriste con valor

para bien de la nación!

En ocasiones es una cuarteta también variable como en el del 28° Batallón, en que aparece seis veces transformado:

Yo ya me voy, ya me voy,

Quédate con Dios, trigueña,

Porque ya los indios mayas

Están sirviendo de leña.

En el caballo “cantador” los versos primero y tercero pueden dividirse en hemistiquios de cuatro sílabas, constituyendo auténticos versos de romance épico:

Era lindo, mi caballo,

Era mi amigo más fiel;

Ligerito, como el rayo

Era de muy buena ley.

Pueden ser cuartetas de pie quebrado como en el de El agrarista, que principia con “¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!”, dando por resultado una estrofa de un verso de seis sílabas y tres de ocho. La cuarteta puede ser hexasílaba: Aviador Carranza, El desertor, y dodecasílabas, como en El general Amaro:

Adiós mi papá y mi mamá, ya me voy.

En los corridos bola son cuartetas octosilábicas y lo constituyen lo que en Guerrero se llama descante y puede ser simple, doble o triple, o como en El ciclón de Tampico: doble estrofa en versos tridecasílabos y doble descante en octosílabos. Mas todo esto imprime una extraordinaria variedad de formas líricas que rompen con frecuencia la austeridad del relato lleno de heroísmo, de dolor o de crudezas humanas.

Otros estribillos de mayor número de versos son: el de La defensa Social de Valparaíso, estrofa de seis versos:

-¡No se acobarden! /gritaba Alfredo.

¡Que viva el valor/ y que muera el miedo!

Y tomemos el ejemplo

De nuestro jefe Cordero.

Y el de Don Lucas Gutiérrez, doble cuarteta exasílaba:

-¿Qué dice don Lucas?

-Él no dice nada.

-¿Pero cómo sale

si ahí´sta l´Acordada?

La casa sitiada

Y sin poder salir.

-Pues no cabe duda

Que ahí va a morir.

Toda esta enorme variedad entrega en un sinnúmero de tipos que prueban la definición y comprueban cómo las formas poético-musicales españolas han sido transformadas por nuestro pueblo y constituyen elementos bien definidos de nuestra cultura.

 

(Continúa)