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Los patógenos externos y los nutrientes para potenciar el sistema inmunológico

(Primera Parte)

Es importante mencionar que todos los factores ambientales como el frío, el viento, la humedad, el calor son los principales causales de muchas enfermedades que se van presentando de acuerdo a la estación predominante como es el invierno que dentro de sus características principales crean una desarmonía provocada por el Frío. Las personas que se ven afectadas por este cambio climático evitará los ambientes fríos y buscará los cálidos, y se inclinará por las bebidas tibias o calientes, con frecuencia se sentirá fría al contacto y usará ropa más gruesa que las otras personas. La piel del rostro tiende a ser pálida. Otros síntomas pueden incluir diversas secreciones corporales de color blanco o claras, como mucosidad o flemas blancas o claras, vómito muy líquido o claro, abundante orina clara. El frío puede afectar las funciones digestivas del Estómago y el Intestino Delgado, ocasionando diarreas por alimentos que no pudo digerir.

El frío es un patógeno que causa efectos que reducen el flujo de sangre, ocasionando una contracción dolorosa de los músculos y tendones y el cierre de los poros, provocando una falta de sudoración. Además de los síntomas anteriores esto ocasiona inactividad, un deseo de dormir en exceso, una reducción de la energía y el interés sexual así como una pérdida de la vitalidad.

Las enfermedades epidémicas se consideran una clase separada de los patógenos, ya que afectan a un gran segmento de la población al mismo tiempo, y desde el punto de vista occidental estas son ocasionadas generalmente por un virus, ya sea la última cepa de influenza,  la polio, el sarampión, epidemias del siglo XX y XX1.  Debido a que con mayor frecuencia se contagian a través del aire, son un tipo de patógenos asociados al Viento, generando síntomas que causan fiebre, pero también se asocian a menudo con un patógeno de calor y un viento especialmente virulento.

El Viento es un patógeno más generalizado y presente, su  predominancia se da en la primavera.

El Viento Primaveral también transporta con facilidad otros patógenos. Motivo por el cual se le conoce como “el agente de las 1000 enfermedades”. El viento puede combinarse y facilitar a la humedad, el calor, la sequedad y el frío cuando invaden el cuerpo convirtiéndolo en el principal factor patógeno en todas las enfermedades infecciosas y epidémicas.

La Medicina China dice que el Qui del viento se caracteriza por un movimiento hacia arriba y hacia afuera. Por consiguiente afecta con facilidad la cabeza y la parte superior del cuerpo y es un componente de todos los tipos de gripas y resfriados junto a otras enfermedades que pueden ocasionar dolores de cabeza, tics en los ojos, aversión al viento comezón en la piel ojos y garganta. Combinado con el frío puede ocasionar una gripa caracterizada por congestión nasal, y estornudos con mucosidad blanca o clara, escalofríos, más que fiebre y dolores en el cuerpo.

Por lo que podemos observar esta combinación de Invierno primavera, nos dio la pauta para el famoso COVID-19, y lo único importante que debemos hacer todos es cuidarnos, mantener la distancia, y aumentar el consumo de todos los alimentos que nos ayudan a subir el sistema inmunológico y que afortunadamente se puede realizar en todos los niveles, ya que el buen funcionamiento para defender nuestro organismo de las múltiples agresiones externas, (infecciones por bacterias, virus como el “Corona Virus”, hongos, y partículas extrañas), dependerán de una correcta alimentación. Diversos estudios han puesto de relieve que las deficiencias de algunos nutrientes están estrechamente relacionados con una menor capacidad de protección contra las infecciones, es decir que nuestro organismo requiere determinadas concentraciones de micronutrientes para su correcto funcionamiento.

 VITAMINA A: Se ha demostrado que el déficit  produce una pequeña reducción en el tamaño del Timo, que es el principal órgano productor de linfocitos tipo T. En consecuencia una deficiencia de vitamina A, parece disminuir la multiplicación de linfocitos, mientras que una suplementarían favorece la acción combativa de las diferentes  células de defensa como son los linfocitos T, y los macrófagos y las células killer. Las fuentes naturales son el aceite de hígado de bacalao, leche, mantequilla, huevos, vegetales verdes,  amarillos y anaranjados, como las zanahorias que alivia los problemas respiratorios y digestivos, las naranjas por su alto contenido en vitamina C, mangos excelentes para los pulmones, papaya, que además proporcionan energía.

HIERRO: El hierro es un elemento esencial para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Su vital importancia reside en el metabolismo (multiplicación) de diferentes células de defensa (linfocitos, neutrófilos, células naturales killer). En consecuencia su carencia da lugar a una menor proliferación linfocitaria y a una disminución en la capacidad bactericida. Las principales fuentes naturales son los albaricoques secos, espirulina, ajonjolí, germen de trigo, legumbres, cereales, hígado, almendras, avellanas, almejas, betabel purifica y desintoxica, evita las infecciones, las inflamaciones fortalece la sangre y la anemia.

SELENIO: se  trata de un mineral clave, tanto para mejorar nuestras defensas (es inmunoestimulante y su deficiencia deprime el sistema inmunológico) como para protegernos del envejecimiento, ya que su actuación a través de la enzima glutatión peroxidasa nos ayuda a eliminar los radicales libres que agreden nuestras células. Las principales fuentes son las nueces de Brasil, los cacahuates, levadura de cerveza, germen de trigo y salvado, pescado, mariscos, carne en general, ajo, que combate las gripas y las infecciones virales actúa como un antibiótico natural, champiñones, yema de huevo, el brócoli que además combate el cáncer de estómago, y estimula el estado de ánimo.

ZINC; La deficiencia puede favorecer la alteración de la inmunidad celular (disminución de linfocitos T y reducción de su capacidad de proliferación). En consecuencia se puede instaurar un estado de inmunodepresión que facilita la aparición de frecuentes infecciones (especialmente por hongos, virus COVID-19, y algunas bacterias). Este estado se puede ver agravado por la insuficiente segregación de diferentes hormonas, retraso de crecimiento, atrofia del timo, o del bazo. De hecho se ha hablado mucho de la importancia del zinc como activador de la timulina (enzima del timo) como elemento clave en la multiplicación de las células para el sistema inmunológico.