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Otra vez Oliver Stone

Por Héctor Rodríguez Espinoza

En mi colaboración de la semana pasada traté la ejecución del matrimonio Rosenberg, condenados por una Corte federal por el grave delito de espionaje, en el año de 1953, el mismo en que se fundó nuestra tradicional Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora. Al final sólo mencioné el caso de Julian Assange, cuya extradición solicita EE.UU. por la difusión mundial de WikiLeaks, de desenlace pendiente.

Aprovechando las bondades de Netflix, investigué que en el año de 2016 el cineasta Oliver Stone rodó la película “Snowden”. El siempre comprometido políticamente se embarca en el retrato de los hechos acaecidos a raíz de la revelación de datos considerados “Alto Secreto” en los diarios, por parte de Edward Snowden, antiguo informante de los servicios secretos.

William Oliver Stone (Nueva York, 15 de septiembre de 1946) es un director, guionista y productor de cine. Ganó un Premio Óscar al Mejor guion adaptado por su trabajo en Expreso de Medianoche (1978). Escribió el guion de la famosa película de gánsteres Scarface (1983). Alcanzó a la fama como director/guionista por su película Platoon (1986), con la cual ganó el Premio Óscar al mejor director; fue premiada por mejor fotografía; fue la primera de una trilogía basada en la Guerra de Vietnam, en la cual Stone participó como soldado de infantería. La continuó con Nacido el 4 de Julio (1989) —con la cual ganó su segundo Premio Óscar al mejor director— y El cielo y La tierra (1993). Otros trabajos notables incluyen: Salvador (1986), basado en la Guerra Civil de El Salvador; la cinta sobre crisis financiera Wall Street (1987) y su secuela Wall Street: El dinero nunca duerme (2010); The Doors (1991), biográfica del grupo de rock homónimo; y la trilogía de las basadas en los Presidentes de Estados Unidos: JFK (1991), Nixon (1995) y W. (2008). Muchas de sus películas están enfocadas en la controvertida vida política de los Estados Unidos a finales del siglo veinte.

La crítica

El actor Joseph Gordon-Levitt asume su papel protagónico como el ex funcionario de la CIA.

Joseph Gordon-Levitt encarna, con mucha solvencia, el papel protagonista en un film interesante, con el estilo de su director, que gusta de este tipo de tramas y que hace muy entretenidas las poco más de dos horas en las que se consiguen momentos de mucha tensión.

La forma en que un ex funcionario de la CIA filtra a la luz pública una gigantesca red de monitoreo que escuchaba y espiaba a millones de seres en todo el mundo, hackeando correos electrónicos, llamadas de teléfonos móviles, comunicaciones de YouTube, Microsoft, Facebook (y otras compañías, con el consentimiento de todas ellas), es minuciosamente detallada en esta película que parece haber rescatado al Oliver Stone de los comienzos (el de Platoon y JFK) y, aunque se toma su tal vez excesivo tiempo, te hace temblar por ver la forma en que el imperio se ha inmiscuido en nuestras vidas privadas. (En todo momento en que estamos frente a nuestra computadora o teléfono celular, la cámara que usamos para Skype o Whatsaap, si les interesa nuestro perfil, está mandando todo, todo, sea político o hasta intimidades sexuales (ojo adictos a sitios pornográficos), al sistema que delata Snowden.

El asunto que presentaba varias puntas (por ejemplo la forma en que pudo sacar todo ese material, que apenas se roza y no parece ser el interés mayor del director, o las razones que movieron a Snowden a hacer lo que hizo, que también es presentado en forma por demás abreviada), es mostrado en el perfil más inteligente del autor del deschave: cómo hacer que su material adquiriera credibilidad e impacto, para lo cual se tomó todo el tiempo y las precauciones necesarias a efectos que fuera el The Guardian londinense quien hiciera la publicación.

Joseph Gordon-Levitt (quien no había impresionado mucho anteriormente) aquí está sencillamente magnífico. Para mover un poco las neuronas, reflexionar acerca de la condición humana y comenzar a mirar, con recelo y desconfianza hacia los costados, les recomiendo esta película.

“La Ley No Reemplaza La Conciencia”: Edward Joseph Snowden

En la película “Snowden” se relatan los hechos del escándalo por la revelación de datos considerados “Alto Secreto” por el gobierno de Estados Unidos.

Este dotado joven de sólo 29 años de edad, de Maryland, fue un importante consultor tecnológico, informante, empleado de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional). No obstante, no fue hasta que exhibió mediante The Guardian y The Washington Post documentos clasificados de la segunda, alrededor de los programas de vigilancia masiva PRISM y XKeyscore, aquellos que violaban el derecho de privacidad de cada ciudadano con excusas de “soslayar el terrorismo” que obtuvo el suficiente reconocimiento, todo esto durante el periodo de mandato del presidente Barack Obama.

No puede “en conciencia, permitir al gobierno de Estados Unidos destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto”, manifestó.

Esta controversial historia inspirada en hechos reales —con tintes políticos y sociales— era la oportunidad que el director estadounidense necesitaba para resurgir de aquella maldición del nuevo milenio. El ganador del Oscar, Oliver Stone, conocido por proyectar trascendentales índoles del panorama democrático estadounidense en sus películas, ha retornado con un trabajo digno de su nombre. Sin embargo no es capaz de preponderar, en lo absoluto, de filmes tan tenaces y sutiles como “Born on the Fourth of July”, “JKF” o “Nixon”.

Oliver Stone es uno de los directores estadounidense que comparte la misma cantidad de partidarios y detractores entorno a su salvaje filmografía, algo parecido al caso de Quentin Tarantino, o los amas o los odias. Aunque recientemente lo hemos visto más en documentales políticos, debido al brusco y fatídico desatino fílmico del nuevo milenio, vuelve con todas sus fuerzas —no las mismas de antes—en un thriller biográfico que, peligrosa y erróneamente, puede ser parangonado con aquel documental de 2014 dirigido por la mismísima reportera que realizó el desenmascaramiento, Laura Poitras, “Citizenfour”. Erróneamente, porque con independencia de tomar el mismo tema principal (Snowden), desarrollan el drama con tácticas, elementos y técnicas visuales y narrativas tan diferentes como sugestivas.

En 2016, escribió un “manifiesto” explicando las razones para convertirse en un denunciante y explica que fue motivada por razones políticas: “La ley no reemplaza la conciencia”, expresó.

Debido a las maniobras y mecanismos a los que Edward tuvo que recurrir para consumar su objetivo, este hombre adoptó la etiqueta de “traidor o héroe”. Aun si se le considera un traidor, el retrato que Stone realiza de Snowden es deliberadamente positivo, siempre justificando sus motivos y mostrando una cara de la moneda que no muchos aceptan. El director toma su imponente y maniquea voz para exponer a aquellos que no conocen a fondo las motivaciones y caminos del fugitivo estadounidense que reveló —para bien o mal— una inevitable verdad, su vida amorosa, personal y más sobresalientemente profesional.

Si bien la historia tenía potencial de ser un filme más comercial con un tono a la “Bourne”, obviamente dejando de lado la acción física, pero lo que su director ha hecho es narrarla del modo que tenía que ser: circunspecto, reflexivo y en ocasiones regular pero atrayente, importante y sorprendente. Trabajando con un guión co-escrito por él con Kieran Fitzgerald (“The Homesman”), basado en las entrevistas de la documentalista Laura Poitras (Melissa Leo) y el periodista Glenn Greenwald (Zachary Quinto), Joseph Gordon-Levitt (“The Walk”) retrata una versión de carne y hueso mucho más humana, sensible y fidedigna de esa imparcial y fría cara que azotaba los periódicos y noticieros mundiales en 2013.

Englutando su tono de voz, prohijando sus manías y expresiones, Gordon-Levitt es el sol principal en esta lúgubre galaxia de información; sin su impresionante transformación, el viaje de Stone hubiera sido mucho más adusto y tal vez ni admisible. Además del actor principal, Shailene Woodley, quien en sus primeras escenas no proponía demasiado, equilibra un tornado de emociones y situaciones de manera exquisita y concordante, un total deleite. El plano narrativo en el que funciona la película es una gran pericia para mantener al pendiente al espectador, intentando que realicen todo el proceso de transición del personaje con el personaje. Una anacronía que va desde la entrevista que da forma a la historia, hasta los pasajes y coyunturas narradas con voz en off de Snowden utilizando flashbacks explicativos y, a pesar de que descartando treinta o cuarenta minutos menos al extenso metraje de dos horas hubiera sido mucho más propicio, toda la extensión de la historia guarda un punto esencial.

En cuanto al panorama visual, Stone opta por lo seguro con sus salpicados ángulos y contrapicados de expresionismo moderno construyendo el metraje, tal vez hubiera sido más anuente asumiendo riesgos en la puesta en escena. Algunos podrían decir que Stone trata de deificar a Snowden con su trabajo, prescindiendo del dilema de ser un héroe o criminal.

“Snowden” fabrica una biografía formidable, soportada con una historia bien narrada y una actuación deslumbrante por parte de Joseph Gordon-Levitt; sin embargo, Stone va a terrenos ya inspeccionados y no produce la conmoción que debería con semejante historia real.

Huyó de Hong Kong, China, hacia Rusia, donde permanece con un status especial, no asilado y condicionado por Vladimir Putin, pero libre de la extradición que pide EE.UU., cuyo departamento de Justicia ha clasificado su participación en el programa de vigilancia PRISM como un “asunto criminal”. No existe tratado entre ambos países.

¿Traidor a su patria o héroe?

Daniel Ellsberg, el informante de los Papeles del Pentágono secretos de 1971, declaró en una entrevista con la CNN que pensaba que Snowden había desempeñado un servicio “incalculable” a su país y que sus filtraciones podrían servir para que Estados Unidos no se convierta en un estado de vigilancia. Dijo que Snowden había actuado con el mismo tipo de coraje y patriotismo que un soldado en combate. La mañana siguiente, en una página de opinión, Ellsberg añadió que “no ha habido en toda la historia de Estados Unidos una filtración más importante que la publicación del material de la NSA por parte de Snowden; y eso incluye los Papeles del Pentágono, de los que fui responsable hace 40 años”.El film es, también, una bella historia de amor. Al sacrificar y romper con su confortable zona del American Way of Life, Snowden, incluyendo su noviazgo con una joven también idealista y auténtica patriota y huir, ésta decidió reencontrarse con él y acompañarlo en su riesgoso exilio y amenaza de posible pena de muerte, si decide regresar a su país o en caso de ser extraditado.