DestacadaHéctor Rodriguez Espinoza

¿Separados pero iguales?

El 17 de mayo se cumplen 74 años de uno de los fallos más importantes de todos los tiempos en Estados Unidos: el caso “Brown v. Board of Education of Topeka”. Su doctrina es hoy divisa y profesión de fe en aquel país

Por Héctor Rodríguez Espinoza

CINE Y PEDAGOGÍA. Amante del cine jurídico, en el semestre lectivo que estamos concluyendo disfrutamos, analizamos y criticamos, entre algunas otras, la película Separate but equal (Separados pero Iguales), dirigida por George Stevens Jr., y que en nuestro país está en video, con Sydney Poitier en el rol de Thurgood Marshall y Burt Lancaster como John W. Davis. Y en 1993 se realizó Simple Justice (dirigida por Helaine Head), adaptación dramatizada del completísimo estudio sobre el caso que escribió Richard Kluger en 1976.

Es una de las más oscuras páginas de la segregación racial en Estados Unidos, aquella de la doctrina «Separados pero iguales».

El jueves 17 de mayo se cumplen sesenta y cuatro años de uno de los fallos más importantes de todos los tiempos en Estados Unidos.

El 17 de mayo de 1954 el Chief Justice de la Corte Suprema de los Estados Unidos leyó la sentencia de “Brown v. Board of Education of Topeka”. Su doctrina es hoy divisa y profesión de fe en aquel país, y una parte del patrimonio común de la comunidad jurídica internacional. Dicho esto, podría parecer raro darle ese rango a lo que en definitiva no fue más que una declaración igualitaria de carácter práctico, sin ningún aporte analítico ni nada novedoso desde lo conceptual.

Pero la lectura de “Brown” debe hacerse del mismo modo en que fue escrita: construida no de lógica, sino de experiencias. Encontraremos allí el conflicto entre la historia, la justicia y los valores comunitarios; la distancia entre el supremo poder de la constitución y el limitado poder de la corte; todo ello desgranado en la constelación de azares y necesidades que juegan en el más ambicioso proceso de toma de decisiones que ha creado la humanidad: el gobierno constitucional.

La historia

El actor Sydney Poitier como el abogado Marshall.

Después de 1865, acabada la Guerra Civil de Estados Unidos, en el periodo conocido como Reconstrucción, se proclamó legalmente que la esclavitud quedaba abolida (13a Enmienda) y que, de hecho, los negros y los blancos eran iguales, y con igual derecho a ser protegidos por la ley y el Estado (14a Enmienda). Por supuesto que esto disgustó a los blancos, en particular a los del Sur, quienes apenas las tropas del Norte se retiraron, pasaron una serie de leyes de segregación racial. Frente a ellas, el Estado no hizo nada, porque se estimó que la 14a Enmienda se aplicaba sólo al Estado, y no a los particulares que aplicaran la segregación en sus propios servicios.

Legalmente la segregación racial, que implicó una separación obligada entre negros y blancos en casi todo: había colegios separados, baños separados, vagones separados, sillas separadas en buses y restaurantes: un verdadero apartheid.

Una de las cuestiones polémicas era la de si debían financiarse con fondos públicos los centros docentes segregados y, en 1890, el Congreso aprobó una ley para financiar la creación de nuevos centros de enseñanza superior en los distintos Estados. Dicha ley prohibía que los fondos previstos se destinaran a centros en los que hubiera distinciones de raza o color en la admisión de alumnos, pero añadía que «la creación y mantenimiento de tales ‘colleges’ de manera separada para estudiantes blancos y de color se considerará conforme a las disposiciones de esta ley, si los fondos recibidos por el Estado o Territorio en cuestión se dividen equitativamente». O sea, que se podían financiar con los impuestos federales centros educativos donde se practicara la segregación racial, siempre que blancos y negros RECIBIERAN LO MISMO.

Pero todo esto no era más que un espejismo, de hecho la segregación racial estuvo vigente hasta épocas no tan lejanas, a mediados de los años 50 de pasado siglo. «Separados pero iguales» es la expresión con la que se pasó a denominar la doctrina establecida por la Corte Suprema de los Estados Unidos de América en su célebre sentencia del caso Plessy vs. Ferguson de mayo de 1896.

Homer Plessy provocó deliberadamente su detención sentándose en un vagón para blancos y negándose a cumplir la orden de abandonarlo. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo que, en 1896, sentenció que la ley impugnada no contradecía la igualdad ante la ley proclamada por la Decimocuarta Enmienda. El razonamiento merece ser citado:

“Consideramos que la falacia que subyace al argumento del demandante consiste en el supuesto de que la separación aplicada a ambas razas asigna una MARCA DE INFERIORIDAD a la raza de color. Si esto es así, no es debido a nada presente en la ley, sino únicamente PORQUE LA RAZA DE COLOR DECIDE DARLE ESA INTERPRETACIÓN.”

El fallo se aprobó con siete votos a favor y sólo uno en contra.

Y así estuvieron las cosas, durante años y años en los que negros y blancos estaban separados en multitud de lugares públicos (parques, cines, transportes, organismos…), hasta que en 1954 una sentencia del Tribunal Supremo, en el también célebre caso de Brown vs. Board of Education (Junta de Educación) de Topeka (Kansas), declaró que «la doctrina separados pero iguales no ha lugar en el campo de la educación pública. Las instalaciones educativas separadas son inherentemente desiguales». Con ello sentó las bases para la abolición de la legislación segregacionista en los Estados Unidos. Esta doctrina obtuvo su principal respaldo a resultas del pleito interpuesto por Homer Plessy, apoyado por un grupo de defensa de los derechos civiles, contra una ley del Estado de Louisiana que obligaba a blancos y negros a viajar separados en los trenes.

En la práctica, naturalmente, los negros recibían peores servicios que los blancos, incluyendo menos subvenciones educacionales por parte del Estado, lo que llevaría a nuevas revueltas sociales. Cuando el movimiento por los derechos civiles entró en efervescencia, en los ’50s, se ventiló un nuevo juicio, el caso «Brown vs. Board of Education». Un grupo de padres demandó el fin de la segregación racial en Kansas. La Corte Suprema señaló, esta vez por la unanimidad de los nueve votos, que toda segregación era, de hecho, una situación de DESIGUALDAD. No fue el fin de la segregación, por supuesto, ya que aún quedaba por luchar contra ella en el uso de los bares y de los medios de locomoción, pero al menos destruyó para siempre la doctrina del «Separados pero iguales», en cuyo nombre los segregacionistas pudieron durante tanto tiempo reírse en la cara de sus compañeros estadounidenses.

Estas cosas que nos parecen lejanas y un tanto hipócritas vistas hoy en día, no deben sorprendernos tanto, aún ahora estamos rodeados de leyes, políticas públicas, usos y costumbres que no sabemos cómo verán las generaciones venideras. Quizá les parezcan igual de absurdas, injustas e hipócritas. Yo no voy a posicionarme, menos en estos días en los que la concordia debería reinar, ya habrá tiempo de discusiones y además creo que algunas de las cosas que nos acucian y nos envuelven tienen más componentes que el racismo o la xenofobia. A veces hay factores económicos muy fuertes, como en este caso al que nos hemos referido, no olvidemos que la mayoría de los negros eran mucho más pobres que la media de los blancos y, en otros casos, hay atavismos y convenciones sociales que pueden mucho, como ocurre hoy en día con los indígenas, indigentes, hermanos del sur del país, centroamericanos, homosexuales u otros colectivos.

La película

Sidney Poitier (Miami, 20 de febrero de 1927) es un actor, director de cine, escritor y diplomático estadounidense de origen bahameño, ganador del Premio Óscar en dos ocasiones.

Empezó a ser conocido por aclamadas interpretaciones en obras de teatro estadounidenses, en las cuales desafiaba los estereotipos raciales. De esta manera dio una gran credibilidad a los actores afroamericanos en el mundo occidental.

En 1963, Poitier consiguió ser el primer actor afroamericano en ganar el Óscar al mejor actor por su interpretación en Los lirios del valle. El significado de su logro fue confirmado en 1967 cuando protagonizó tres películas muy bien recibidas: To Sir, With Love, En el calor de la noche, y Adivina quién viene a cenar esta noche.

De padres bahameños, Poitier nació durante una visita de estos a Miami en 1927. En 1943, se alistó en el Ejército de los Estados Unidos para luchar en la Segunda Guerra Mundial. A su vuelta, se incorpora al mundo de la interpretación. Primero para actuar en Broadway y, posteriormente para hacer su debut en el cine con el director Joseph L. Mankiewicz en No Way Out (1950). Su actuación en Fugitivos (1958) le valió la primera nominación de un actor afroamericano al Premio Óscar; con Los lirios del valle (1963) obtuvo el Óscar, convirtiéndose en el primer actor afroamericano en la categoría al Mejor actor principal.

Poitier representaba papeles controvertidos y enfrentado constantemente a la lucha racial de la época. Es por ello que fue todo un referente en la comunidad afroamericana.

Desde 1997, Poitier es embajador de Bahamas en Japón.

En 1992 fue nominado Mejor actor en el film Separate But Equal, en el papel del abogado Thurgod Marshall.

Thurgod Marshall

Padres, Norma Africa Marshall y William Marshall. N. el 2 de Julio de 1908, Baltimore, Maryland, US, Educación: Howard University School of Law (1933). Hijos Thurgood Marshall, Jr., John W. Marshall.  

Víctima él mismo de la pobreza familiar y de la segregación educativa, nieto de esclavos, su padre era acomodador de ferrocarril. Su madre empeñó sus sortijas de compromiso y de matrimonio para pagar la inscripción en la escuela de leyes de otro estado, donde admitían a bachilleres negros.

Si el discurso I have a dream (Yo tengo un sueño) de Martin Luther King fue el mejor del siglo XX, el juicio de este episodio y película hace al afroamericano Thurgod Marshall EL ABOGADO DEL SIGLO en EL JUICIO DEL SIGLO, en reivindicación de millones de sus hermanos de raza, sin duda alguna.

Sus armas no fueron las marchas y protestas multitudinarias de aquél —asesinado arteramente—, sino su talento, su formación histórica, filosófica y jurídica, mediante argumentación con el corazón y sus valores religiosos y moralidad laica por delante.

El discurso final, ante un prestigiado jurista adversario y frente a la investidura de los nueve magistrados de la Corte Suprema de Justicia, es toda una poesía de oratoria forense.

En el trasfondo hay una triste historia de amor, al año de su victoria legal y política, su esposa —que había vendido su reloj, regalo de bodas, para financiar su lucha legal— falleció de un traicionero cáncer.

Después de su rotundo éxito forense, Marshall fue nombrado, por el Senado, primer afroamericano miembro de la H. Suprema Corte de Justicia de esa gran nación.

Falleció el 24 de enero de 1993, en Bethesda, Maryland, US.

De hecho, recién se filmó la película Marshall 2017. El origen de la justicia.

Como les predico a mis discípulos: de veras, ¡no se las pierdan y honremos a nuestra profesión!