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Vórtice | Las correrías de Karl Marx

“El comunismo, tempestuoso, terrible, sangriento, pasará a todo vapor. En medio de rayos y relámpagos, a la luz siniestra de los palacios ardiendo, sobre las ruinas de las fábricas y las magistraturas, como un nuevo Sinaí, aparecerán nuevos mandamientos, un nuevo Decálogo de rasgos brutalmente acentuados. El carácter de la agonía de la vieja Europa comienza a precisarse…” —Alejandro Herzen (1857)

Por Dr. Jorge Ballesteros

Kissel Mordechai, conocido como Karl Marx, nació en Tréveris, Prusia, el 5 de mayo de 1818. Fue el tercero de siete hijos de una familia judía de clase media acomodada. Su padre, Herschel Mordechai (luego Heinrich Marx), descendiente de una larga línea de rabinos talmudistas, ejercía la abogacía en Tréveris, su ciudad natal. Su abuelo paterno, Merier Halevi Marx, fue el rabino de Tréveris desde 1723 y su abuelo materno era un rabino holandés.

En la historia nos presentan al creador del comunismo como un sociólogo, que pasó su vida dedicado al estudio de la economía política, pero la realidad es que era un hombre de acción, un conspirador nato.

Los Anales Franco Alemanes

Arnoldo Rüge yace hoy en el más completo olvido. Era el jefe de la Joven Europa, fundada por Mazzini, que agrupaba a los elementos más avanzados de los masones y carbonarios, demagoga y antirreligiosa, la Joven Europa fomentaba las revoluciones, organizaba los atentados políticos y tomaba parte en todas revueltas que sobrevenían; pero no era socialista ni comunista, aunque internacional no era internacionalista.

Rüge después de salir de la prisión, donde estuvo 6 años acusado de conspirador, se refugió en Francia y en 1840 funda en París, la revista conocida como los Anales franco alemanes, que no tardó en atraer la atención general.

La recomendación de su amigo Enrique Heine, le abrió las puertas de la revista a Karl Marx, ocho días después participaba en la dirección de la revista, donde reanudó con violencia la difusión de la propaganda comunista. Arnoldo Rüge, acogió a más jóvenes israelitas, entre ellos Federico Engels, recomendados por Enrique Heine, que se fueron haciendo junto con Karl Marx de la dirección de la revista y de los comités secretos que propagaban la revista de Rüge, el cual se vio obligado a presentar su renuncia.

Organización comunista

Esto fue el punto de partida de la organización comunista, Karl Marx, junto con su estado mayor israelita, se hicieron con la mayor parte de los adeptos de Mazzini en Alemania, los cuales aceptaron las teorías comunistas. Poniéndose Marx en comunicación con todos los grupos secretos de masones y carbonarios que controlaba Rüge en el pasado, surgiendo partidos socialistas nacionales con jefes afectos a Marx, quedando la dirección internacional en manos de este y de su cercano colaborador Federico Engels.

Lassalle y luego Singer organizaron el socialismo alemán; Neumayer, Víctor Adler y Aarón Liebermann, el socialismo austríaco; Fribourg, León Franckel y Haltmayer, los primeros comités franceses de la internacional. James Cohen, el partido socialista Danés, Kahn y Lion, el partido obrero de los Estados Unidos, etc.

Solo en París pudo darse comienzo a este trabajo enorme. Desde que Karl Marx, empezó en la Gaceta Renana a difundir su propaganda revolucionaria, era objeto de una vigilancia especial, de parte de la policía prusiana. Su correspondencia interceptada inquietó al gobierno que exigió su expulsión de Francia. Acompañado de su inseparable Engels, salió a Bruselas, y poco después fincó su cuartel general en Londres. Durante estos 20 años, Karl Marx se entregó a una formidable actividad revolucionaria y en dos ocasiones tomó parte en movimientos armados.

En 1846 estalla en el Gran Ducado de Baden, una insurrección republicana en la que figuran algunos de sus adeptos, Marx y Engels se hacen presentes y ambos trabajan para convertir en revolución social este movimiento, pero fracasan y los insurrectos deponen las armas. Marx y Engels ya habían desaparecidos y provistos de pasaportes falsos cruzan la frontera rumbo a Londres.

En 1848, la Segunda República Francesa, está a punto de zozobrar, durante “los días de junio”, el motín tiene un carácter claramente socialista. Karl Marx está en el centro de los acontecimientos, el ejército sofoca la insurrección y Marx es hecho prisionero y está en peligro de ser fusilado o deportado, pero gracias a la intervención del poeta judío Enrique Heine, se sustrae al consejo de guerra y como en la ocasión anterior provisto de pasaportes falsos logra evadirse y llegar a Londres.

Se ve que el ratón de biblioteca que pintan a Marx sus biógrafos, sabía ocasionalmente mudarse en ratón de campo.

Las policías Prusianas, Sajona y Bávara, llegaron muchas veces a arrestar a los afiliados a las comunas y apoderarse de papeles de importancia. Pero jamás pudieron dar a la sociedad secreta comunista, el golpe de gracia, ni llegar a los dirigentes secretos que eran Marx y Engels, debido a la naturaleza del secretismo con el que se manejaban los carbonarios y masones a base de células independientes que desconocían la identidad de los miembros de otras células, así como a sus jefes secretos.

Todos estos caracteres propios de los grupos creados según el modelo mazziniano, se encuentran en la organización comunista de Marx, que funcionó durante cerca de 15 años, de 1845 a 1860 poco más o menos. Esto es durante toda la época en que los biógrafos de este agitador marxista, nos los presentan como exclusivamente ocupado en estudios económicos.

Hubo algunas denuncias de ex miembros arrepentidos como el caso de Herman  Richter, quien dijo que perteneció a una asociación oculta internacional que contaba en Alemania con un gran número de secciones llamadas comunas.

Denunció que el programa de los conjurados era la revolución, no solamente política, sino social, con la supresión de la propiedad privada, como primer objetivo. Los medios previstos eran una mezcla de agitación política y de huelgas obreras. La divisa de los afiliados era: ¡Proletarios de todos los países uníos!

Tal divisa había de ser la que 12 años más tarde sería aclamada en el mitin de St. Martin´s Hall y es la misma de las tres internacionales, como se ve todo el programa se cocinaba en las organizaciones secretas y no tenía la espontaneidad de los delegados a estas convenciones que nos quieren hacer creer.

Por falta de espacio aquí dejaremos las correrías de este genial conspirador hebreo, Kissel Mordechai o Karl Marx, como lo conoce la historia, sin duda un profeta de la destrucción, que creó un sistema criminal, genocida, que sumió a la humanidad en un terrible baño de sangre, como lo atestiguan los más de 120 millones de muertos que dejó la implantación en varias partes del mundo, las dictaduras comunistas.

Con la implosión de la URSS y la caída del Muro de Berlín en 1989, el comunismo no murió, sino que como las malas hierbas volvió a renacer en nuestra época con el Neomarxismo cultural que propaga la corrosiva y perversa ideología de género y con el llamado Socialismo del siglo XXI cuyos gobiernos populistas de izquierda se convierten en una dictadura que esclaviza y empobrece a los pueblos, como en Venezuela, Cuba, Nicaragua, y recientemente México, que se encamina a pasos acelerados a una dictadura de corte comunista.