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¿Y la corrupción, Presidente? Muy bien, gracias

Transparencia Internacional coloca a México en el lugar 142 de 183 países, agravado por una de las peores prácticas en el sector público

Por Juan J. Sánchez Meza

Con una relevancia y preocupación cambiantes, el tema de la lucha contra la corrupción no ha perdido interés en nuestro país a lo largo de las últimas décadas. Sin embargo, por varias razones, era de esperase que la madre de todas las batallas contra ese mal habría de tener lugar durante la presidencia de López Obrador, especialmente porque a lo largo del extenso tramo que abarcó su vida pública siempre se distinguió por un discurso incendiario contra los corruptos, a los que acusó de todos los males habidos y por haber en nuestro país, frente a lo cual lo único que haría falta era que él llegara a la presidencia de México para acabar para siempre con esa maldición de la vida pública y privada mexicana.

Ni duda cabe que, por encima de cualquiera otra consideración, el presidente de la República le debe la victoria electoral al mayor de sus compromisos, ya no digamos de combatir a la corrupción, sino nada menos que acabar con ella. Por ello resulta por lo menos interesante ver lo que ha pasado después de dos años de iniciado su gobierno.

Para el caso, me apoyo en algunas ideas que me han parecido de lo más relevante y que nos ofrece un grupo de analistas reunidos en un trabajo que bajo el título La corrupción de ahora, 2018-2020,  presenta a sus lectores la revista NEXOS de este mes.

Dice el presidente que su gobierno se ahorró 1.3 billones de pesos, gracias al combate a la corrupción y a su política de austeridad republicana. El problema es saber dónde está ese dinero, porque de acuerdo al presupuesto de egresos de la Federación los recursos a ejercer este año por el gobierno provienen de nuestros impuestos y tienen un destino que también está señalado en ese presupuesto. La conclusión es que o ese dinero no existe o fue desviado por un gobierno que estaría rompiendo récord en corrupción.

Hay que tomar en cuenta que esa cantidad de dinero es equivalente al que ejercerán este año, en conjunto, las Secretarías de Educación Pública, Bienestar, Salud, Defensa Nacional, todo el Poder Legislativo y el Judicial, así como la CFE.

Dice María Amparo Casar que si nos guiamos por el dicho -nunca comprobado, agrego yo- del presidente llegaríamos a la conclusión, de que el combate a la corrupción ha sido un éxito rotundo. Sin embargo, afirma que la conclusión obligada es a la que se llega por cualquiera de las otras fuentes de información distintas a la palabra del presidente y que nos dice que la lucha anticorrupción es hoy día un rotundo fracaso.

GEA-ISA reporta que 81 por ciento de los mexicanos considera que la corrupción es mayor (31 por ciento) o igual (50 por ciento) que hace seis años. Por su parte, Transparencia Internacional coloca a México en el lugar 142 de 183 países, agravado por una de las peores prácticas en el sector público.

INEGI nos dice que la prevalencia de la corrupción mantiene una tendencia creciente entre 2013 y 2019, al pasar de 12 a 16 víctimas de corrupción por cada 100 habitantes y que entre 2017 y 2019 el costo de la corrupción a precios constantes aumentó 63.1 por ciento y el gasto promedio por persona afectada pasó de 2,273 pesos en 2017 a 3,822 en 2019.

Insiste el análisis en que el discurso del presidente trata de mantener viva la memoria de un pasado corrupto a través de la exhibición de peces gordos de pasadas administraciones, pero que la auténtica lucha en contra de la corrupción requiere mucho más que el presentarse como un presidente honesto, austero, y ciertamente mucho más que insistir en que “no somos iguales”, la mera voluntad o leernos una cartilla moral.

Resalta el hecho de que los eventos de corrupción más publicitados por el régimen tengan como origen publicaciones periodísticas de carácter independiente, aunque en lo sustancial, se utilizan con evidentes y hasta expresos propósitos de descalificación política contra los adversarios.

Se advierte en el análisis que mientras el presidente de México encuentra la manera de desaparecer el Instituto Nacional de Acceso a la Información, por lo pronto ha logrado disminuir drásticamente la cantidad y la calidad de la información pública, recurriendo la Presidencia de la República a la respuesta utilizada como caballito de batalla para seguir ocultando la información y cifras que se solicitan como respaldo de las afirmaciones lanzadas al aire en sus conferencias mañaneras: No existe disposición jurídica que imponga el deber a este sujeto obligado de contar con los insumos o el soporte documental sobre los temas tratados en discursos y mensajes públicos del titular del Poder Ejecutivo Federal.

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@JuanJaimeSM50