Destacada

Hispanos ‘librotraficantes’ en Estados Unidos

POR: JAVIER VALENZUELA.*

Tony Díaz, fundador del movimiento Librotraficante, participó el 2 de noviembre, Día de los Difuntos en la tradición católica, en una velada de reivindicación de la cultura hispanoamericana en Estados Unidos en el restaurante y centro social Oretha Castle Haley, en Nueva Orleans. Profesor, escritor y vecino de Houston (Texas), Tony Díaz lidera una original campaña para oponerse a la censura de libros de autores latinoamericanos por las autoridades del estado de Arizona.

“Estados Unidos nunca fue inocente”, escribió una vez ese genio contemporáneo de la novela policiaca que es James Ellroy. Aludía a que, ya antes del asesinato de John F. Kennedy, la superpotencia arrastraba serios pecados originales. Nunca hubo un idílico Camelot en Estados Unidos. Que se pregunte a los nativos exterminados, a los negros esclavizados o a los latinoamricanos expoliados de los Estados meridionales.

Estados Unidos tiene serios problemas con su historia. La versión canónica, escrita por los “wasp” (blancos, anglosajones y protestantes) no cuenta que un tercio del actual territorio de Estados Unidos ya era hispano antes de que los “padres fundadores” proclamaran la independencia en 1776. Los territorios de lo que hoy son Florida, Texas, Arizona, Nuevo México y California, entre otros, pertenecían a España y, luego, buena parte de ellos al México independiente.

Así que se hablaba español en esas zonas hace tres o cuatro siglos. Como dicen con gracia las viejas familias de Nuevo México, no es que ellas cruzaran la frontera, es que la frontera les cruzó a ellas cuando Estados Unidos le arrebató militarmente a México ese y otros territorios. La lengua de Cervantes es tan estadounidense como la de Shakespeare, y los hispanoamericanos están tan en su casa al norte del río Bravo como los “wasp” y, ya no digamos, los grupos étnicos y culturales llegados después. Allí sólo los nativos, los indios, son más veteranos que ellos.

Pero no es esa la visión oficial, la que se enseña en las escuelas. Salvo por la folclórica celebración del Mes de la herencia hispana Estados Unidos sigue viendo mayoritariamente a los hispanoamericanos como alienígenas cuya peligrosa invasión hay que detener con murallas y alambradas, patrullas fronterizas y cámaras de visión nocturna, perros rabiosos y sheriffs pistoleros como Joe Arpaio —salvo, por supuesto, a la hora de trabajar barato o, como ahora, en estas elecciones presidenciales, votar.

De modo que, en enero de este año, las autoridades escolares de Tucson (Tucson Unified School Board) prohibieron los estudios relacionados con la identidad méxico-americana de Arizona y los demás Estados del suroeste. Se basaban en la iniciativa de mayo de 2010 del fiscal general de Arizona, Tom Horne, la HB 2281, que llamaba a eliminar los estudios que “promuevan el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos y el resentimiento hacia una raza o una clase de personas, o que estén diseñados principalmente para estudiantes de un particular grupo étnico”.

De un plumazo, obras de autores como Paulo Freire, Richard Delgado, Sandra Cisneros, Junot Díaz y Carmen Tafolla, entre otros, fueron prohibidas en los anaqueles de las escuelas y las librerías públicas de Tucson.

Leave a Response