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Sonora registró 32 feminicidios en 2018; vicefiscal Magdalena Souza

El feminicidio se instauró para luchar contra todas las razones ancestrales por las que se ha asesinado a las mujeres, afirma en entrevista la vicefiscal de Feminicidios y Delitos por Razones de Género 

Por Imanol Caneyada

En Sonora, en 2017 se registraron 31 feminicidios, en 2018, 32; en el primer mes de 2019 ya llevamos dos feminicidios. A pesar de ello, algunos sectores de nuestra sociedad se resisten o se niegan a aceptar la existencia de una violencia sistémica y normalizada contra la mujer, cuya expresión más brutal es el feminicidio, o como afirma la actual vicefiscal de Feminicidios y Delitos por Razones de Género de la FGJS, Magdalena Souza Sorovilla, el homicidio de mujeres por el hecho de ser mujeres.

Souza Sorovilla es doctora en derecho y ejerció como jueza veinticinco años, los dos últimos ya en el nuevo sistema acusatorio penal, el cual defiende con absoluto convencimiento; de hecho, gracias a este sistema asegura que en el último año han logrado más del 95% de sentencias favorables en casos de feminicidio, varias de ellas por el procedimiento abreviado, es decir, en una semana el acusado había sido vinculado a proceso y sentenciado.     

En esta entrevista exclusiva concedida a Primera Plana, la vicefiscal explica a fondo el feminicidio como tipo penal, la violencia de género y sus significados sociales.

Le pediría que definiera feminicidio en términos legales para que nos quedara claro, pues siento que no todo el mundo entiende su significado o que hay una resistencia a aceptar este tipo legal.

El feminicidio como figura legal se deriva de una lucha de grupos civiles contra las muertes violentas de las mujeres. Debo aclarar que de acuerdo a nuestro código penal, no todas las muertes violentas de mujeres son feminicidio. Pero la mayoría sí incurre en ello, pues se caracteriza como una muerte dolosa contra una mujer por razones de género. La resistencia que menciona usted no sólo se da en los hombres, hay mujeres que no entienden lo que implica el género en la mujer. El género es hombre y es mujer, y las razones de género las da la sociedad, no son biológicas, eso sería el sexo. Las razones sociales indican que la mujer tiene un rol  en la sociedad y el hombre otro, el rol del hombre, según estas razones sociales, es en la calle, mientras que el de la mujer es en la casa, socialmente así es. No obstante lo anterior, hemos avanzado un poco gracias a los grupos civiles y sus luchas, sobre todo, en cuanto a la protección de un grupo históricamente vulnerable que es la mujer, eso es incuestionable. Por eso se peleó por una figura como el feminicidio: toda aquella agresión contra la mujer que ejerce el hombre u otra persona como si fuera de su propiedad, como algo que no tiene valor, cuando se presenta violencia sexual, cuando se infringe lesiones infamantes; hay mujeres a las que no solo les quitan la vida, las humillan mutilándolas, quemándolas, a veces en vida, a veces ya muertas; hay otras razones de género, como que haya antecedentes de violencia, que el hombre haya actuado como si la mujer fuera de su propiedad y le haya quitado la vida por esa razón, como la celotipia, por esa razón se instauró la figura del feminicidio, por todas esas razones ancestrales por las que se ha matado a una mujer. A veces me preguntan por qué no existe el “hombricidio”, pues porque al hombre no lo matan por ser hombre, pero a la mujer sí.

Entiendo que hay una resistencia social a aceptar la figura del feminicidio, pero también la hay o la ha habido a nivel policías, ministerios públicos, jueces que se resistente a calificar un homicidio como feminicidio. ¿Cómo vamos en ese sentido?

Hemos avanzado mucho. Son una minoría los jueces que se resisten a entender y a aplicar la figura del feminicidio. En cuestión de ministerios públicos, hay un protocolo establecido por la Suprema Corte de Justicia. Un protocolo no es un código, es un indiciador de qué normas mínimas debemos observar, de forma que un ministerio público está obligado a iniciar la investigación de una muerte violenta contra una mujer como si fuera feminicidio, de entrada es así. Si en el camino se advierte que no hubo humillación, violación, mutilación, violencia previa, que, por ejemplo, la atropellaron por accidente y huyeron dejándola ahí, entonces puede que se desvanezca el feminicidio y se hace una recalificación en los términos de ese homicidio.

¿Cuáles son las diferencias en cuanto al castigo entre una sentencia por feminicidio y una por homicidio?

El feminicidio implica una penalidad más alta que un homicidio calificado. Un homicidio calificado con premeditación, traición, ventaja, brutal ferocidad, tiene una pena de 25 a 50 años. En el feminicidio, con una sola fracción que se acredite ya es de 30 a 60 años. También hay situaciones diferentes en cuanto a reparación del daño. Se está buscando que no solamente se repare el daño a las personas ofendidas, si no que se le castigue también con penas subsidiarias en relación a los hijos que quedaron huérfanos, las condiciones en que quedaron, si están estudiando, etcétera. Esta es una preocupación de la fiscal Claudia Indira, quien está impulsando modificaciones a la ley para voltear a ver a las víctimas indirectas.

¿Qué significa para una sociedad como la nuestra y qué impacto tiene que se visibilice un delito que no era visible, un delito que nos retrata como sociedad?

El mensaje, me parece, es que esto sucedía ancestralmente y estaba normalizado; ahora podemos entender que, en efecto, la mujer es víctima de violencia, cuando antes ni lo considerábamos ni lo creíamos. Alguien me preguntó por qué ahora tenemos tantos feminicidios, no es que ahora haya más, es que están específicamente tipificados para que se visualicen, y antes se perdían en la estadística de un homicidio cualquiera. Visualizar la violencia contra la mujer nos permite tomar medidas de rescate y de prevención, que es lo que estamos trabajando ahora. No somos caza feminicidas, estamos tratando de que esto no suceda, porque hay violencias contra la mujer muy intensas y debemos rescatarla de eso.

Entendemos el feminicidio como la expresión más brutal y  terminal de la violencia contra la mujer, pero existe toda una gama de violencias, desde mínimas y muy normalizadas, y ustedes en la Vicefiscalía son testigos directos de la cantidad de mujeres violentadas cotidianamente en Sonora. ¿Qué tanto somos conscientes de esta realidad, qué tanto la reconocemos, o por el contrario, cerramos los ojos y preferimos no verla? Me refiero a la violencia sutil, como el acoso que sucedió en Telemax hace unos días y en otros tantos lugares.

La normalización de la violencia es un factor interno muy sensible que tenemos que tocarlo, despertarlo, sacarlo a la luz. Un papá corrige a un hijo y a lo mejor se excede y no lo vemos como violencia familiar. Después ese hijo crece, tiene novia y le da una cachetada y decimos, es que se enojó, pero no lo vemos como violencia. Normalizar la violencia que no debe existir es lo que nos pone una venda en los ojos. En cuanto al acoso, mucha gente lo ve normal. Mucha gente lo vio como una broma que estaba sucediendo en televisión, así se llevaban ellos, pero rebasó los límites, y quienes trabajamos en esto y no tenemos una venda en los ojos, lo vemos inmediatamente como acoso. Por eso es importante que la gente denuncie, colabore con nosotros, venga y nos diga ahí hay una persona que está siendo violentada. Sucedió con la señora de Huatabampo (un hombre de 45 años que mató a su madre a machetazos en esa localidad), no había ninguna denuncia previa de maltrato por parte de su hijo, pero ya que sucedió, varios testigos afirmaron que esa señora sufría de maltrato desde hace mucho tiempo pero nadie se atrevió a denunciar. La violencia familiar es denunciable y también de querella. Si es un menor de edad o una persona mayor de 65 años, se toma la denuncia de cualquier persona que denuncie. Si es una persona de entre 18 y 65 años, es de querella, pero puede venir cualquiera a denunciar, solo que en este caso la víctima tendrá que ratificar la denuncia, si no, el asunto acaba ahí. Si la víctima ratifica, procedemos; al ser de querella, puede desistirse, pero antes de hacerlo tendrá que llevar un tratamiento psicológico de un año antes de que proceda el desistimiento. A veces la víctima de violencia ha normalizado el maltrato o es codependiente emocional y económicamente, este es un factor muy importante a tener en cuenta, por eso la exigencia del tratamiento psicológico antes de que se desista de la querella.

¿Qué mensaje le gustaría enviar a la sociedad respecto de este tema?

Decirle a la gente que estamos a su disposición, que contamos con asesores que pueden apoyarlas para ver si están inmersas en una situación de violencia o no; no para encarcelar sino para prevenir.