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Dardos | Detrás de la crisis de inseguridad

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

Las autoridades municipales le deben una explicación a la sociedad. Ante el avance de los índices de criminalidad tuvo que ser el Gobierno Federal quien dio el golpe de timón y fijó otra ruta. Ahora en una especie de “mando único”, militares asumirán las principales corporaciones policiacas en Sonora. No pudieron solos.

¿Pero qué pasó para llegar a este punto crítico?

Desde hace más de diez años ciudades como Hermosillo, Cajeme, Navojoa y Guaymas, viven una espiral de violencia. Las disputas por las “plazas” como le hacen llamar los expertos en seguridad, se vuelven cada vez más brutales, dejando como daños colaterales esa sensación de miedo.

La inteligencia policial para atacar a las organizaciones criminales apenas dio resultados. Un día dan un buen golpe atrapando “objetivos prioritarios”, cuando al otro día surgen nuevos grupos, con nuevas técnicas. Pareciera que el crimen organizado se atomizó y muta constantemente, incluso en sus actividades. Ya no solo es la venta de drogas como cristal, mariguana o pastillas, también se ha diversificado a otras actividades como “cobro de piso”, extorsiones, secuestros, lavado de dinero instalando “prósperas empresas”.

Sin duda, por la complejidad del entramado criminal es insuficiente atacarlo solo en la esfera estatal o municipal.

Tan solo vea las corporaciones municipales, prácticamente son incapaces de reaccionar por su débil estado de fuerza (tienen un déficit de 40% de personal), carecen de la preparación, facultades legales y limitaciones presupuestales.

La sociedad lleva también su parte. Sin oferta no hay demanda, dicen las leyes de economía. Y es que las adicciones se han metido hasta la médula social con un efecto cancerígeno. Una sociedad que consume y mueve el engranaje criminal. En las familias no hay figuras que alerten de las drogas, pero tampoco en las escuelas. Comienzan con el alcohol en la fiestecilla, luego un cigarro, después más alcohol, se vuelve adicción y así brinca a otras drogas.

Las instituciones de salud tampoco han sido suficientes para prevenir y rehabilitar. También se excusan de no tener presupuesto.

NOTA FINAL: Centralizar toda la estrategia desde la Secretaría de Seguridad Pública y ponerla en manos de militares ha sido la nueva instrucción. Esperamos buenos resultados… En esta 4-T con AMLO, la milicia comienza a ganar más espacios, solo queda una duda ¿al final a quién rendirán cuentas?