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Determinismo religioso

El hecho de que Dios conozca nuestra salvación, no significa que interrumpa nuestra libertad de ningún modo, pues a la vez que mira nuestra salvación, mira también las buenas obras que vamos a realizar

Por Pbro. Erick Ballesteros

De San Francisco de Asís se cuenta que yendo de camino con Fray Maseo, se encontraron en una encrucijada, donde el camino se abría en tres partes; preguntó fray Maseo:

—Padre ¿qué camino hemos de seguir?

—El que Dios quiera, respondió San Francisco.

—¿Y cómo podremos conocer cuál es la voluntad de Dios? Repuso el hermano fray Maseo.

Entonces le mandó San Francisco por santa obediencia que diera vueltas en círculos, como juegan los niños. El pobre hermano Maseo dando vueltas cayó mareado varias veces, pero Francisco no decía nada. Hasta que en un instante le detuvo, y le preguntó:

—¿Hacia qué parte tienes vuelta la cara?

—Hacia Siena —respondió Maseo.

—Ese es el camino que la voluntad de Dios quiere que sigamos —dijo San Francisco. Y tranquilos prosiguieron su camino.

Para resolver las situaciones morales que continuamente se presentan al que quiere obrar correctamente en todo, y que se surgen en cualquier profesión, desearíamos como un San Francisco, encontrar la voluntad de Dios, de forma tan simple, pero en realidad debemos confesar que nos hace falta la fe tan grande de este santo; la Teología Moral nos ha brindado reglas de conducta, y principios morales, en los cuales podemos resolver todos los dilemas morales en que nos encontremos.

Un domingo, se acercó una dama acompañada de su hijo a la oficina parroquial, y me expone con rostro severo: ¡Padre, puede hablar con mi hijo por favor, ya no quiere venir a misa! Platicando con el joven en cuestión, salió a relucir que Federico —así se llamaba el joven—, tenía la idea de que Dios como es sabio, conoce si se habría de condenar o salvar, y no importa si obrara bien o mal, lo que Dios conoce, eso sucederá infaliblemente. P

or tanto no había motivo de ir a misa, ni de portarse convenientemente, pues si Dios había previsto su condenación, de nada le serviría.

Este es un ejemplo clásico de determinismo en la predestinación divina, que se ha prestado a muchos sofismas. Para responder a esta situación dividamos la cuestión en partes.

¿Dios conoce nuestro fin último?

La teología enseña que el Entendimiento de Dios tiene dos atributos, ciencia y sabiduría. Por su ciencia divina Dios conoce todo lo existente, hasta los más ocultos pensamientos, conoce el pasado y el futuro, nada escapa del conocimiento de Dios. Tal como dice S. Pablo: “Todas las cosas están descubiertas a sus ojos”.

Por tanto no puede quedar oculto a Dios nuestro fin último.

Pero, ¿eso significa que si ha previsto Dios nuestra condenación eterna, aunque obráramos bien, nos condenaríamos? ¿O si obramos el mal, y Dios ha previsto nuestra salvación eterna, nos salvaremos?

Eso implicaría una contradicción tan grande, que pensaríamos que aunque Dios tenga el atributo de ciencia, ¡le faltara el de sabiduría! Lo cual es inadmisible con la correcta comprensión de las infinitas perfecciones del Ser perfectísimo por esencia.

El hecho de que Dios conozca nuestra salvación, no significa que interrumpa nuestra libertad de ningún modo, pues a la vez que mira nuestra salvación, mira también las buenas obras que vamos a realizar, que nos merecerán la salvación eterna. Y aunque prevé nuestra condenación, no significa que nos obligue de ningún modo a perdernos. Pues también prevé nuestras malas obras, que merecerán la perdición eterna, y nuestra falta de arrepentimiento en los últimos instantes. Todo eso sin hacer agravio a nuestra libertad de ninguna forma.

Dios pone todos los medios para facilitar la salvación a todos los hombres, pero a la vez nos ha dado libertad suficiente para que decidamos, libertad que de ningún modo violenta, por tanto será el hombre el que decida salvarse o decida condenarse, sin que influya en esto la ciencia de Dios sobre los destinos finales del hombre.

Es como ver una película, yo no escribí el guion, veo a los actores realizar tal o cual acción que culminarán en una tragedia o en un final feliz. Y aunque conozco el final, sin embargo, no he forzado por el hecho de conocer el final, las acciones de los actores de esa película.

Sin embargo de hecho Dios influye de diversas maneras en la vida de los hombres, dando gracias y auxilios suficientes a todos por igual, ya el aprovecharlos para salvarnos o no, dependerá de nosotros.

A San Jerónimo que se estremecía con la predestinación divina, se cuenta que Dios se le apareció y le dio la oportunidad de que le preguntara algo. Jerónimo aprovechó la ocasión y preguntó a Dios, “¿Me salvaré o me condenaré?”. Y Dios le contestó: “Jerónimo, pero es muy fácil eso, si obras bien te salvarás, si obras mal te condenarás…”.

También podemos voltear el argumento de Federico de este modo.

“Si Dios prevé que me he de morir de hambre, sea que coma o no, entonces no debo comer, porque a fin de cuentas me he de morir de hambre”.

¿Quién dejaría de comer por conocer esa previsión?

Por tanto quede tranquilo Federico, pues Dios sólo verá el futuro que él se labre con sus obras, y por mientras que no ponga excusas y que asista a Misa.