Vórtice

El gobierno de López Obrador quiere imponer en México el matrimonio homosexual

Siguiendo una agenda mundial, el gobierno de López Obrador pretende reformar la Constitución.

“La humanidad no se divide entre homosexuales y heterosexuales, sino entre hombres y mujeres”.

—Pierre Jospin

Por Dr. Jorge Ballesteros

Una bien organizada y financiada maquinaria homosexual se está desarrollando en nuestro país para despenalizar las prácticas homosexuales y legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El matrimonio tradicional formado por un hombre, una mujer y sus hijos está sometido a una fuerte presión ideológica, se diría que hay el propósito de desmontar pieza por pieza el edificio de la familia fundamentada sobre el matrimonio.

Quienes desean esto, o lo intentan imponer, lo hacen por razones ideológicas de rechazo a la familia y no por razones científicas o de demanda social.

En realidad, pocos homosexuales se casan; el objetivo del movimiento gay es destruir el matrimonio heterosexual. Lo han reconocido muchas veces los líderes homosexuales en el resto del mundo.

El movimiento del homosexualismo político se vuelca en la exigencia del matrimonio para cambiar la sociedad y eliminar una institución (el matrimonio monógamo y de por vida) en la que no creen.

Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse, no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad, sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica.

“La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas […] es transformar por completo la noción de familia”, (Michael Signorile, activista homosexual y escritor, citado en Crisis Magazine, 8 de enero de 2004). El activismo homosexual no quiere formar “familias como las demás”. Más bien, quiere llegar a que todas las familias sean como las suyas, para lo cual la clave es desmontar “conceptos arcaicos y caducos como fidelidad, monogamia, compromiso, fecundidad, paternidad/maternidad”, etc.

El polémico debate sobre el matrimonio gay entre sectores de la población que están a favor y en contra se está dando en todos los Congresos de los Estados, hay una campaña mediática orquestada en los principales diarios y televisoras, así como presiones a la SCJN por parte del gobierno para que se imponga el nombre de matrimonio a las uniones entre personas del mismo sexo en todo el país.

Atrás como siempre de estos movimientos en contra de la familia, encontramos al mega-especulador judío George Soros, quien se siente tan cómodo en estas conspiraciones, como una pulga en una alfombra.

Él es el promotor del marxismo cultural y de la multinacional LGBT a nivel mundial. Su fundación Open Society puso en marcha, en otoño de 2006, un proyecto para el empoderamiento de las personas lesbianas, gay, bisexuales y personas transgénero (LGBT) en todo el mundo occidental.

Siguiendo esta agenda, el gobierno de López Obrador pretende reformar la Constitución al subir una iniciativa de ley para reconocer las uniones entre personas del mismo sexo como matrimonio.

Legisladores de Morena, proponen reformar el Código Civil, de los diversos estados, para que el matrimonio se considere como el acuerdo entre dos personas, sin importar el sexo, y no entre hombre y mujer tal como lo marcan actualmente dichos Códigos.

El 21 de diciembre de 2009 en la Ciudad de México, fue aprobado el gaymonio, incluyendo la posibilidad de que puedan adoptar. La iniciativa fue ampliamente respaldada por los dos partidos de izquierda, el PRD y el insignificante Partido del Trabajo y ahora Morena en el poder lo quiere instalar en todo el país.

El gobierno de Marcela Ebrard, dio luz verde para el gaymonio civil. El proyecto de ley contemplaba la posibilidad de adopción por parte de estas personas. La iniciativa fue promovida por el bloque de izquierda.

La mayoría de las legislaciones de los estados mencionan que “el matrimonio es el acuerdo de voluntades entre un hombre y una mujer para realizar la comunidad de vida, donde ambos procuran respeto, igualdad y ayuda mutua, con la posibilidad de procrear hijos de manera libre, responsable e informada…”.

Las personas homosexuales o lesbianas, tienen derecho a proteger civilmente su patrimonio, bienestar y estilo de

En el matrimonio el hombre y la mujer tienen aportaciones complementarias, no opuestas.

vida, pero para ello el estado debe contemplar diferentes formas jurídicas y otros términos para estas uniones.

Si bien es cierto, los congresistas buscan darle los derechos que reciben el hombre y la mujer al estar casados, a aquellas parejas del mismo sexo que también logren unirse por la vía civil, el tema en discusión no es si son merecedores de dichos derechos, sino que a las cosas se les debe llamar por su nombre.

Es decir, la unión entre hombre y mujer lleva por nombre “matrimonio” y la unión entre personas del mismo sexo quedan finalmente en eso en unión, dándoles certeza jurídica como una unión más y no las mismas a las del matrimonio.

Basta recordar que la palabra matrimonio proviene del latín “matrimonium” derivado de dos palabras la primera “matris” que significa madre y “munium” que significa gravamen o cuidado de la madre.

El matrimonio tiene características propias, originarias y permanentes. Ningún poder puede abolir el derecho natural al matrimonio ni modificar sus características ni su finalidad.

El artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, definió al matrimonio como la unión entre hombre y mujer y a la familia como el elemento natural y fundamental de la sociedad.

En el matrimonio el hombre y la mujer tienen aportaciones complementarias, no opuestas; cada uno aporta algo específico que no puede ser aportado por el otro, tanto en la procreación, como en la educación de los hijos y en las funciones cotidianas.

La institución socialmente valiosa e insustituible que une a ambos es el matrimonio. Su carácter único nace de la complementariedad, biológica, psíquica y emocional entre hombre y mujer, que tiene el potencial de generar descendencia y educarla.

La singularidad social del matrimonio surge de su capacidad de tener y formar a la descendencia, y no de una determinada relación afectiva ni sexual, como lo constata la evidencia de que hay muchas otras relaciones dotadas de estos componentes que no merecen las atribuciones que tiene el matrimonio.

Sólo es necesario leer el derecho sucesorio o el derecho de familia para constatarlo. Asimismo, el matrimonio es la única fuente primaria de capital social, el atributo colectivo que hace posible que funcionen bien las sociedades. El “matrimonio homosexual” destruye toda la construcción jurídica central de nuestra sociedad y devasta el capital social.

Únicamente los matrimonios entre un hombre y una mujer son legítimos, las bodas gay van contra el bienestar público y el desarrollo afectivo de los niños.

El matrimonio, indudablemente, es la vía más formal y tradicional de reconocer el compromiso entre un hombre y una mujer que se aman y comprometen a ayudarse entre sí.

Todo niño tiene derecho a un padre y una madre, y por lo tanto dos personas del mismo sexo no son idóneas para su crianza y educación.

Permitir el matrimonio homosexual atenta contra la integridad de la familia y supone un grave daño a los niños y a toda la sociedad.

El matrimonio gay debilita el matrimonio heterosexual, un sacramento legítimo únicamente cuando involucra a un hombre y una mujer. El vínculo entre éstos es el paso crítico de la evolución humana.

Legalizar el matrimonio homosexual significa legalizar la entrega de niños a parejas gay y lesbianas que no están capacitadas para ser padres y madres. Los niños necesitan una figura femenina y otra masculina.

Las relaciones entre hombres gay son más inestables y promiscuas que las de las parejas heterosexuales, y por lo tanto no pueden mantener el matrimonio.

No existe discriminación, la ley vale para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia por muchos siglos, ninguna civilización ha impuesto el matrimonio homosexual.

Una cosa son las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia, generación y educación de los hijos.

Cambiar el paradigma del matrimonio dado entre un hombre y una mujer resulta irresponsable y peligroso para la sociedad

Se debe de proteger a la familia, el matrimonio y la vida humana desde su concepción hasta su desenlace natural, pues de otra manera vendrá un deterioro de la sociedad y de sus valores.