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El imperio corrupto del entretenimiento mundial

Varias generaciones crecimos con las películas de Disney y hay un abismo de los contenidos que veíamos a los cambios que ha venido presentado, con la inclusión de ideología de género, ocultismo, satanismo y valores anticristianos

Por Dr. Jorge Ballesteros

Una marca que fue familiar, se encuentra al servicio de la trasformación de las conciencias. Anticultura, antivalores y control de masas, es como Disney está programando a nuestros hijos; dentro de su agenda está la ideología de género, el ocultismo y el satanismo.

Disney quiere normalizar y promocionar la agenda gay a nivel mundial, que es el transgenerismo a través de diferentes maneras, como es el libro para niños llamado Spork cuyo protagonista es parte cuchara y parte tenedor, este libro es promovido por la diversidad sexual (Celebrate Diversity: Gender Identidy & expression) para promover la ideología de género desde el preescolar y está disponible en muchas plataformas.

También puedes ver algo similar en la película Spork, que trata de una adolecente que está tratando de descubrir su identidad entre el mundo de las niñas y de los niños.

Igualmente el transgenerismo es un tema que los medios del espectáculo y del entretenimiento, han promocionado en el mundo, como por ejemplo con Miss España, que es un hombre, que triunfa en un concurso de belleza de mujeres, o como el padre de las Kardashian, un hombre que pasó a ser mujer.

Todo lo que hace Disney es premeditado para enviar un mensaje a nuestros niños, unas veces de forma sigilosa  suele introducir “Sigils”, y toda una serie de símbolos sexuales en sus dibujos, de una forma muy disimulada, casi siempre solo detectable con “Slow Motion”. En varios  dibujos animados podemos apreciar, como la palabra S-E-X (Sexo), aparece una y otra vez en los rincones más inesperados.

Símbolos fálicos como en La Sirenita y otras películas famosas, en “Los Rescatadores”, podemos apreciar perfectamente, como asoma una mujer desnuda por una ventana, mostrando sus pechos, etc., etc.

En otras producciones Disney hace la promoción de la ideología de género sin recato alguno y de forma descarada, por ejemplo Disney Channel introduce una pareja de lesbianas en la serie Good Luck, Charlie.

En 1995 se inauguró la serie Toy Story, uno de los mayores éxitos de la factoría Disney/Pixar. Pixar es una filial de Disney, una marca identificada con lo familiar y lo inocente inmersa desde hace años en un cambio radical que ya no permite esa identificación inmediata.

En el personaje Spork en Toy Story 4,  que fue estrenada en el mes del orgullo gay, puedes ver uno de los símbolos más representativos del movimiento LGTBQ en su pie izquierdo la bandera del orgullo gay, no es casualidad que la pongan ahí, pues Disney como lo anunció en el estreno de la Bella y la Bestia va a incluir cada vez más personajes a favor del estilo de vida homosexual, para para que los niños lo vean como normal.

Esto es la oleada de una serie de películas que Disney tiene y que está preparando con mensajes cada vez más explícitos para corromper a la niñez con la ideología de género. Disney es una sofisticada maquinaria de propaganda del pensamiento dominante.

El satanismo es otro de los temas recurrentes de Disney, por ejemplo la película  Maléfica, donde se muestra a la bruja maligna como una víctima y se justifica su adhesión a una especie de satanismo. Esta bruja-demonio, que seduce y arrastra al lado oscuro a la joven protagonista, practica la magia negra y lleva cuernos.

Varias generaciones hemos crecido con las series y películas de Disney y hay un abismo de los contenidos que tradicionalmente veíamos a los cambios que ha venido presentado, con la inclusión de ideología de género, ocultismo, satanismo y valores anticristianos

Walt Disney, el creador del mundo Disney, fue un hombre apasionado, genial, pero cínico, perteneció a la secta de la masonería, quizás eso influyó para que en sus obras siempre se observara la frecuente ausencia de la figura del padre, o de símbolos cristianos, nunca se mencionaba a Dios en las series de Disney, ni siquiera en Navidad en la cual se substituye la natividad de nuestro Sr. Jesucristo por un personaje de fantasía, Santa Claus, que convierte la Navidad en una fiesta cuyo significado es dar regalos a los niños.

Sin embargo, estas obras de Walt Disney, comparadas con las que se producen actualmente, incluso por parte de la misma Disney, son aceptables, incluso ingenuas: se trata, en su gran mayoría, de espectáculos para toda la familia, en los que la familia es la protagonista.

Los verdaderos problemas surgen tras la muerte de Walt en 1966, y la de su hermano Roy Oliver, en 1971, que había recibido el legado. A partir de los años setenta, Disney se transforma y es cada vez más grande para llegar, al cabo de los años, al borde de la quiebra.

El verdadero cambio tiene lugar tras una serie de fracasos y los intentos que hubo de compra durante la dirección de Roy Edward Disney, sobrino del fundador. En esa época entran en la sociedad magnates y financieros judíos de Hollywood como Will Eisner y Jeffrey Katzenberg.

Bajo su influencia, entre 1989 y 1999, tiene lugar lo que se denomina la Disney Renaissance, un cambio total de visión, una transformación en el modo de comprender qué es el espectáculo, y con la difusión de ideologías anticristianas, panteísmo, relativismo, apertura a la ideología gay y fuerte crítica a la civilización “blanca”.

Mario Iannaccone en Il Timone, advierte a los padres: “Vigilad, porque lo que los niños absorben en sus primeros diez años de vida, les influirá para siempre”.

Disney ha dejado de ser un mundo para niños: “El reino de hadas hace tiempo que no es seguro”.