DestacadaHéctor Rodriguez Espinoza

Florence Nightingale, “la dama de la lámpara”, en el Covid-19

“A Florence Nightingale, cuyo trabajo cerca de este cementerio un siglo atrás trajo alivio al sufrimiento humano y sentó las bases de la enfermería como profesión”.

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- ¡Claro que duele, hasta la médula, la discriminación y daños que, en esta repentina, inédita y temporalmente paralizante pandemia, están sufriendo las enfermeras y personal de salud!

Desde el trato tan delicado, amoroso y casi religioso que prodigaron a mis padres en su lecho de enfermos y a mí en mis cirugías de no bajo riesgo, he confirmado mi convicción —y así lo he enseñado durante las décadas que lo he hecho en Derechos Humanos desde la CEDH y después—, a diferentes grupos de alumnos universitarios.

Pero es ahora cuando mi admiración y respeto se han quedado cortos ante su desempeño, en primera línea de fuego en esta larga y cruenta batalla contra dos poderosos enemigos: el indescriptible virus Covid-19 y la ignorancia y natural miedo social que provocan aquellas discriminación y daños punibles.

Cada quien tiene su respetable opinión. En mi familia, por ejemplo, desde una lejana Villa de la mágica Oaxaca, mi hermano Mario (Ingeniero Industrial y de Sistemas Unison, Maestro por el ITESM, graduado en Economía y estudiante a distancia de Filosofía en la Universidad de Chihuahua), me dice: “Mi preocupación no es tanto por la pandemia, ella pasará dejando rastro de muerte. Lo preocupante es la nueva normalidad que vendrá, normalidad que estará controlada por fuerzas demasiado misteriosas. El encierro… pues de por sí ya vivimos encerrados, lo duro es que no nos dejen salir…”.

II.- En mi evocadora época estudiantil como miembro de la Banda de Música de la Universidad de Sonora que dirigió uno de mis personajes inolvidables (e injustamente olvidado por la máxima Casa de estudios), el Mayor Isauro Sánchez Pérez, una de las ceremonias en las que más me gustaba participar era la de “El día de la enfermera”, el día 12 de mayo, en el Auditorio Emiliana de Zubeldía, en recuerdo de Florence Nightingale.

Se iniciaba, después de nuestra ejecución de una preciosa Obertura, por ejemplo Semíramis, de Rossini o La barcarola de Los cuentos de Hoffman, de Offenbach. Se apagaban las luces y bajo las notas de la Marcha triunfal de la Ópera Aída de Giusepi Verdi bajaba, con paso lento y portando una lámpara de aceite encendida, por una de las escaleras del Auditorio, una aplicada alumna de la Escuela de Enfermería, uniformada a la usanza del siglo XIX. 

III.- ¿Quién fue este icónico y representativo personaje? Florence Nightingale, OM, RRC (Florencia, Gran Ducado de Toscana, 12 de mayo de 1820-Londres, 13 de agosto de 1910), fue una enfermera, escritora y estadística británica, precursora de la enfermería profesional moderna y creadora del primer modelo conceptual de enfermería. Desde muy joven se destacó en matemáticas, y culminó sus estudios y aplicó sus conocimientos de estadística a la epidemiología y a la estadística sanitaria. Primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica, y miembro honorario de la American Statistical Association.

Sentó las bases de la profesionalización de la enfermería con el establecimiento, en 1860, de su escuela de enfermería en el hospital Saint Thomas de Londres, actualmente parte integrante del King’s College de Londres y del NHS, primera escuela laica de enfermería en el mundo.

Su trabajo fue la fuente de inspiración de Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas humanitarias adoptadas por la convención de Ginebra.

De fe anglicana, creía que Dios la había inspirado para ser enfermera. Alcanzó fama mundial por sus trabajos precursores de enfermería en la asistencia a los heridos durante la guerra de Crimea y fue conocida como “la dama de la lámpara”, por su costumbre de realizar rondas nocturnas con una lámpara para atender a sus pacientes.

En 1883, la reina Victoria le otorgó la Real Cruz Roja, y en 1907 se convirtió en la primera mujer en recibir la Orden de Mérito del Reino Unido. En 1908, le fueron otorgadas las Llaves de la Ciudad de Londres.

El juramento Nightingale efectuado por los enfermeros al graduarse, fue creado en su honor en 1893. El Día Internacional de la Enfermería se celebra en la fecha de su cumpleaños.

Su contribución más famosa tuvo lugar durante la guerra de Crimea, se convirtió en su objetivo central a partir de la llegada a Gran Bretaña de los reportes acerca de las terribles condiciones de los heridos. Sidney Herbert, al frente de la Secretaría de Guerra en el gobierno de lord Aberdeen y al tanto de los problemas sanitarios del ejército, posibilitó el traslado de Nightingale y un grupo de enfermeras a la zona de conflicto. El 21 de octubre de 1854, ella y un equipo de 38 enfermeras voluntarias, al que entrenó personalmente y que incluía a su tía Mai Smith, partieron hacia el Imperio Otomano.

A principios del siglo XX, se aceptaba que la gestión de Nightingale redujo el índice de mortalidad del 42 % al 2 % ya sea realizando mejoras en la higiene o reclamando a la Comisión Sanitaria. La primera edición del Dictionary of National Biography (1911) hacía esta afirmación, pero la segunda (2001) ya no.

Durante su primer verano en Scutari, 4.077 soldados perdieron la vida allí. Fallecieron diez veces más soldados de enfermedades como tifus, fiebre tifoidea, cólera y disentería que de heridas en el campo de batalla. Las condiciones en el hospital de las barracas eran tan nocivas para los pacientes debido al hacinamiento, a los deficientes desagües sanitarios y a la falta de ventilación. El gobierno británico destinó una comisión sanitaria a Scutari en marzo de 1855, casi seis meses después de la llegada de Florence Nightingale, que efectuó la limpieza de los vertederos contaminantes y mejoró la ventilación. A partir de esas medidas el índice de mortalidad bajó rápidamente.

Durante la guerra ella no reconoció que la falta de higiene era una de las causas principales de muerte, creyendo que el elevado índice de mortalidad se debía a la mala nutrición, a la falta de suministros médicos y al agotamiento extremo de los hombres, y nunca reclamó crédito alguno por ayudar a disminuir el número de muertes. Pero a su regreso a Londres comenzó a reunir pruebas para la Comisión Real para la Salud en el Ejército a fin de sustentar su posición de que los soldados fallecían a causa de las deplorables condiciones de vida en el hospital. Esta experiencia influyó decisivamente en su carrera posterior, llevándola a abogar por la importancia de mejorar las condiciones sanitarias hospitalarias. En consecuencia, ayudó a reducir las muertes en el ejército durante tiempos de paz y promovió el correcto diseño sanitario de los hospitales.

El 29 de noviembre de 1855, mientras aún permanecía en Crimea, se celebró una asamblea pública con el propósito de reunir fondos para homenajearla, haciéndole entrega de un objeto de arte en reconocimiento por su labor durante la guerra. Fue tal el éxito de la convocatoria que se decidió crear el Fondo Nightingale para el entrenamiento de enfermeras, con Sidney Herbert como secretario honorario de la fundación y el duque de Cambridge como presidente. En 1859 Nightingale disponía gracias a este fondo de 45 000 libras, monto con el que inauguró el 9 de julio de 1860 la Escuela de Entrenamiento Nightingale en el hospital Saint Thomas. Actualmente se llama Escuela Florence Nightingale de Enfermería y Partería (Florence Nightingale School of Nursing and Midwifery) y forma parte del King’s College de Londres. Las primeras enfermeras entrenadas en esta escuela comenzaron a trabajar el 16 de mayo de 1865 en la Enfermería Liverpool Workhouse.

En 1859 se publicaron sus Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es (Notes on nursing: What it is, and what it is not), un pequeño libro que sirvió como base del programa de estudios de la Escuela Nightingale y de otras escuelas de enfermería que siguieron el mismo modelo, a pesar de haber sido escrito como guía para quienes ejercían cuidados de enfermería a domicilio. En el prefacio afirmó que:

IV. Legado y memoria.La Campaña en Favor de la Declaración Florence Nightingale, impulsada a través de la Iniciativa Nightingale para un Mundo Saludable, promueve la toma de conciencia mundial acerca de las cuestiones que motivaron el trabajo de Nightingale: priorización a nivel social los temas sanitarios y de medicina preventiva, formación y apoyo a enfermeras y demás trabajadores de la salud, acceso a una nutrición equilibrada, a fuentes de agua potable, a una atención médica digna y a las medicinas, entre otros.

Varias fundaciones llevan su nombre. Entre ellas la Nightingale Research Foundation de Canadá, dedicada al estudio y tratamiento del síndrome de fatiga crónica, del cual se sospecha que Nightingale padecía. En 1912, el Comité Internacional de la Cruz Roja instituyó la Medalla Florence Nightingale, reconocimiento entregado cada dos años a enfermeros o auxiliares de enfermería por servicios destacados.

El Museo de Florence Nightingale se encuentra en el Hospital Saint Thomas de Londres, donde aún funciona la primera escuela de enfermería fundada por Nightingale. Otro museo dedicado a su memoria, está en la residencia familiar de su hermana, Claydon House, actual propiedad del National Trust. En Estambul, la torre más al norte de las Barracas de Selimiye es ahora un museo en su honor. Cuatro hospitales de esa ciudad, entre ellos el hospital privado más grande de Turquía, también llevan su nombre.

V. Muerte.El 13 de agosto de 1910, a los 90 años, falleció mientras dormía en su habitación del 10 de South Street, Park Lane. La oferta de sepultura en la Abadía de Westminster fue rechazada por sus familiares, y fue sepultada en el cementerio de la Iglesia de St. Margaret en East Wellow, Hampshire.

Una placa de bronce, adosada al pedestal del Memorial a la Guerra de Crimea en el cementerio Haydar Pashá de Estambul, y develada el Día del Imperio de 1954, para celebrar el centésimo aniversario del servicio de enfermería en la región, lleva la inscripción:

A Florence Nightingale, cuyo trabajo cerca de este cementerio un siglo atrás trajo alivio al sufrimiento humano y sentó las bases de la enfermería como profesión.

VI.NO LAS DESDEÑEMOS, ¡SI SON NUESTRAS HEROÍNAS CON CAPA!