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Independencia y democracia en México

En el imaginario social el periodo de la Independencia es clave para encontrar respuestas a preguntas asociadas a nuestra cultura, identidad, rasgos, costumbres, idioma

Rector de El Colegio de Sonora. Doctor en Ciencias Sociales con Especialidad en Ciencia Política. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ciudad de México

Por Juan Poom Medina

La Historia, como disciplina académica que se ocupa de los sucesos del pasado, nos ha regalado la taxonomía más recurrente que utilizamos para distinguir las etapas desde el México clásico hasta el México contemporáneo. Así se nos ha enseñado Historia, por sucesos, por etapas, por la importancia de los héroes o personajes que contribuyeron a construir un Estado-Nación en la región Occidental de América, incluso se distingue a cada Siglo y sus fechas cruciales. Una frase predominante de George Orwell señala que la “Historia la escriben los vencedores”, en las siguientes líneas busco anotar que la sociedad mexicana es una de las vencedoras y que a partir de su independencia ha buscado construir un México, que pese a sus déficits actuales, es moderno y de una riqueza social visualizada en el tipo de democracia que presenta como forma de gobierno.

En el imaginario social el periodo de la Independencia es clave para encontrar respuestas a preguntas asociadas a nuestra cultura, identidad, rasgos, costumbres, idioma, y de manera más profunda, a la consolidación de la mezcla genética que dio paso a las características de un tipo de población mexicana arraigada y valiente. En otras palabras, el día en que Dolores Hidalgo hizo sonar las campanas e iniciar el movimiento social que todos conocemos, ya estaba en curso la gestación de un tipo de sociedad que cien años más adelante, de igual manera, encabezaría una revolución social para posicionar un concepto heredado desde los tiempos en que los griegos atinaban a decir que el “poder está en manos del pueblo”.

Vale preguntarnos entonces, desde el periodo de Independencia hasta la actualidad ¿de qué manera la sociedad mexicana ha podido avanzar hasta construir una democracia que aunque imperfecta es funcional? Las respuestas son múltiples e interdisciplinarias, aquí solamente quiero llamar la atención sobre un tema que a veces no se retoma en la vida cotidiana porque aparentemente es un tema técnico o académico, se trata de los mecanismos que construyen las “reglas del juego de una sociedad”, en otras palabras, las reglas que permiten la convivencia (respeto mutuo), el reconocimiento de los derechos de propiedad (la casa es tuya), el derecho a votar y ser votado (política), elegir dónde vivir (elecciones individuales), entre muchas otras formas de vida social que requieren de un conjunto de reglas que pueden ser formales (leyes) o informales (costumbres).

Las instituciones, entendidas como las reglas del juego de una sociedad, han sido objeto de estudio desde la antigüedad aunque por un largo tiempo fueron descartadas para dar paso a dos enfoques que predominaron en las disciplinas científicas sociales: el conductismo y la teoría de la elección racional. En ambos enfoques la figura del individuo descarta el contexto y da paso a la figura del individuo calculador. Sin embargo, en el caso de la democracia mexicana el proceso ha sido colectivo y asociado a reglas que han sido determinadas por la sociedad mexicana. Uno de los mejores ejemplos que marca nuestra historia nacional después del periodo de Independencia han sido las reglas que han emanado de los acuerdos que dieron paso a la distintas Constituciones políticas hasta consolidar la de 1917 en donde las reglas del juego de esta nación quedaron asentadas. Ciertamente, no podemos negar que predominaron las visiones de grupos, los intereses particulares, la conformación de alianzas, pero aun así las reglas del juego que se construyeron en México permitieron constituir a múltiples ganadores, por eso hoy podemos hablar de educación pública, de libertad de cátedra, de elecciones periódicas, de la existencia de más de un medio de comunicación, entre otras más características de nuestra democracia.

En resumen, al México actual se le conoce por su tradición republicana liberal pero más aún por ser un país que ha podido subsistir, insisto, pese a los déficits actuales, por las reglas del juego que han permitido tener una democracia impulsada de abajo hacia arriba. Si bien es cierto que hay muchas cosas que cambiar, lo correcto es reconocer que los que tenemos hoy como nación ha sido producto de un recorrido histórico que tuvo como inicio la decisión de independizarnos de los conquistadores, y más aún, promover una revolución armada que dio paso al México de hoy.