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La lucha contra la industria alimenticia 

Casi cuatro de cada diez niños padecen sobrepeso u obesidad en Sonora; en los adultos son siete de cada diez; en las últimos tres décadas, los alimentos procesados han desplazado a la comida tradicional, mucho más saludable

Por Imanol Caneyada

La idea de que comer sano es caro, además de falsa, ha sido propagada por la industria de alimentos procesados por un interés específico: seguir ampliando un mercado que aumenta año con año en detrimento de la salud de los mexicanos.

Mientras que en el mundo desarrollado la regulación para los alimentos procesados altos en grasas, sales y azúcares se endurece, en México, la laxa y casi ausente legislación ha permitido que las grandes empresas, en tres décadas, hayan modificado nuestros hábitos alimenticios desplazando a la comida tradicional de nuestra dieta, mucho más saludable.

Para ejemplificar lo anterior, la doctora en nutrición internacional e investigadora del Centro de Alimentación y Desarrollo AC (CIAD), María Isabel Ortega Vélez, cuenta durante la entrevista la siguiente anécdota:

Hace treinta años, a la hora del lonche, los albañiles que construían las instalaciones del CIAD, comían unos sabrosos taquitos cuyo olor llegaba hasta los cubículos de los investigadores; ahora, los albañiles sacan su Maruchán y su Coca Cola.

Sonora, advierte la especialista, es uno de los estados piloto en el que el Gobierno federal y el estatal están aplicando una serie de programas en la escuela para combatir el sobrepeso y la obesidad, precisamente por las cifras que arroja: casi cuatro de cada diez niños padecen uno u otra.

Aunque la preocupación es a nivel nacional, pues alrededor de tres de cada diez niños tienen sobrepeso u obesidad.

Estas cifras se disparan a siete de cada diez adultos, enfatiza la doctora, lo que quiere decir que esta enfermedad que provoca enfermedades crónico degenerativas como la hipertensión y la diabetes va progresando a medida que la persona crece.

Considera que es una muy buena idea empezar a modificar los hábitos en el ámbito escolar, pero sobre todo en el preescolar, pues a esa edad comienzan a formarse las formas de comer y hay más control de los padres y maestros.

En opinión de la doctora Ortega Vélez, uno de los principales factores del problema es el ambiente alimentario, el abaratamiento de los alimentos densos en energía y pobres en nutrientes, la pobreza en el país y el bombardeo publicitario de alimentos altamente industrializados.

Contra esto, una de las estrategias que se lanzó, explica la entrevistada, fue el impuesto a los refrescos, que resultó beneficiaria en términos de recaudación, pero que no está invirtiéndose, por ejemplo, en bebederos de agua potable en las escuelas para que no tengan que recurrir al refresco.

Paralelamente a esta iniciativa que pretendía inhibir el consumo de refrescos, una de las empresas más poderosas del ramo lanzó la campaña con tu nombre en los refrescos, señala la experta.

Por eso, si desde las políticas gubernamentales no hay estrategias fuertes, de veras comprometidas con la salud, nunca vamos a poder con ese monstruo que es la industria de alimentos.

Esta poderosa industria, incide la investigadora, ha ido creando una demanda que va en aumento; también ha diseñado alimentos más sanos, pero resultan mucho más caros, de ahí esta idea de que comer sano resulta más caro.

Sí hay opciones más baratas y saludables, dice la doctora, claro que sí: el rescate de los alimentos tradicionales es un ejemplo de ello.

Es urgente por todo ello que el Estado, desde las políticas públicas, ponga freno a la industria alimenticia porque si no, van a seguir haciendo lo que han hecho en las últimas tres décadas.

En otros países industrializados han endurecido la legislación, como consecuencia, la industria alimenticia ha volteado a los países emergentes, como el nuestro, en donde no hay reglas, por lo que siguen ofreciendo y ganando.

El CIAD, explica la entrevistada, está convocando a lo que han llamado industrias alimentarias responsables que quieran entrarle a la elaboración de alimentos más saludables de acuerdo a la cultura y tradiciones alimentarias de las diferentes regiones, incluso aprovechando los recursos naturales al alcance.

El reto, entrar a los hogares de los sonorenses

El gran reto que tiene en este momento la Secretaría de Educación y Cultura es entrar a los hogares de los sonorenses para modificar los hábitos alimenticios, nos dice César Said Romo Noriega, coordinador general de Salud y Seguridad Escolar.

Desde el punto de vista de la legislación, la conocida como ley anti comida chatarra no es una ley en sí, sino una serie de acuerdos y modificaciones a ciertos artículos de la Ley General de Educación, explica el funcionario.

De tal suerte que desde 2014, en las escuelas, los concesionarios que sirven alimentos a los estudiantes tienen que ajustarse a una serie de lineamientos nutricionales de lunes a jueves, y el viernes pueden ofrecer los alimentos procesados contenidos en el catálogo Estatal de Alimentos Preparados, Procesados para Establecimientos de Consumo Escolar.

De no hacerlo así, la SEC tiene la facultad de quitarles la concesión.

Pero en la escuela, los niños hacen apenas una de las cuatro comidas o más diarias, por lo que el verdadero reto es el de llegar a la mesa de los hogares sonorenses para modificar los hábitos alimenticios, argumenta César Said Romo.

La estrategia es informar, convencer, no imponer una forma de alimentarse, complementa la nutrióloga Ana Rocío Grijalva, encargada de supervisar los programas que la Coordinación lleva a las escuelas.

De poco sirve que en la cooperativa de la escuela haya alimentos bajos en grasas y azúcares si en la casa envían a los niños con un lonche en el que prevalecen los alimentos procesados, altos en grasa y azúcares, o a la hora de celebrar un cumpleaños se echa mano de la conocida como comida chatarra o el fin de semana la familia sale a comer hamburguesas.

Para revertir estos hábitos alimenticios tan arraigados entre la población y combatir contra un aparato publicitario escasamente regulado, la Coordinación de Salud y Seguridad Escolar ha diseñado una serie de estrategias enfocadas a informar a los padres de familia y al personal de las instituciones educativas y ofrecer alternativas de comida saludable y de bajo costo.

Ana Rocío Grijalva explica que a través de charlas, cursos y talleres bajo su supervisión, tratan de poner al alcance de los padres de familia recetas, platillos y alimentos saludables que pertenecen a la comida tradicional de la región.

Entre otras estrategias, el próximo mes de octubre se distribuirá en todas las escuelas del estado el manual Niños y Niñas por un México sin Obesidad, una iniciativa de la SEP y la SEC en la que de forma amena y entretenida se aborda el problema de la obesidad, se estimula a la actividad física, se informa sobre los alimentos, se enseña a descifrar la etiqueta de información nutrimental que viene en el reverso de los alimentos procesados, se proponen comidas saludables, entre otras cosas.

De la mano de la mala alimentación viene otro aspecto altamente preocupante, señala el coordinador general de Salud Escolar, el del sedentarismo entre los niños, que alcanza al menos 70% de los mismos.

Tantas horas frente a la televisión, los videojuegos y los dispositivos electrónicos han provocado que los niños tengan una nula o escasa actividad física, por lo que también han diseñado una serie de programas para incrementar la cultura de la actividad física, señala César Said Romo.

También a partir de octubre, inicia en Sonora un programa piloto en el que están involucradas 40 escuelas en las que aplicarán un programa integral integrado por la SEC, la Secretaría de Salud e incluso la Federación Mexicana de Futbol, la cual aportará un circuito de activación física con capacitación especial para los maestros.

Este programa permitirá medir los avances en el combate a la obesidad y la efectividad del programa con el objetivo de implementarlo poco a poco en todas las escuelas del estado.

Para concluir, el funcionario aclara que aún es pronto para medir los resultados de la estrategia nacional para la prevención de la obesidad y el sobrepeso que arrancó en 2014; tendremos resultados dentro de dos o tres años más.