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López Obrador dictador de opereta

El presidente mexicano, en realidad es un aprendiz de dictador; llegado el momento preguntará al pueblo sabio y bueno si quiere que siga al frente del gobierno y —luego de sus consultas al estilo de Maduro—, se proclamará como el elegido

Por Dr. Jorge Ballesteros

“Con necedad, rayando en la locura, actuaré contra la corrupción”, declaraba AMLO al rendir protesta como candidato. Y cumplió su palabra, su gestión ha rayado, ciertamente en la locura, en estos primeros 100 días de pesadilla, aunque no ha acabado con la corrupción, más bien la ha fomentado.

El (des) gobierno del mesías de Tepetitán, Macuspana, Tabasco, ha sido un total desastre, ha causado más destrucción al país que el terremoto de México de 1985.

Ha dejado pérdidas de 285 mil millones de pesos, por la cancelación de Texcoco, que significan 3 mil 300 pesos de deuda para cada uno de los más de 120 millones de mexicanos, cuya deuda será pagada por los siguientes 20 años, 496 mil empleos perdidos, 5 mil despidos injustificados sin liquidación,

115 mil millones de pesos invertidos en la refinería de en Dos Bocas, un proyecto cuyas licitaciones fueron directas y no por concurso, que es inviable técnica y financieramente. Estos fueron los 4 “honestos” contratistas asignados por dedazo de López Obrador a la refinería de Dos Bocas:

Bechtel: en 2017 culpable ofrecer sobornos en Emiratos Árabes Unidos

Worley Parsons Jacobs: En 2013 se revelaron pagos sospechosos en contratos de petróleo en Irak.

Technip: En 2004 sobornos para obtener contratos de producción de gas en Nigería.

KBR: En 2013 su director fue condenado a 30 meses de cárcel por corrupción. Subsidiaria de Halliburton, vinculada con Odebrecht.

Pérdidas de 131 millones de pesos de los Afores, más de 20 millones de pesos de pérdidas por los desabastos de gasolina, hasta ahora cero detenidos por la guerra contra el huachicol; 120 muertos en la explosión de Tlahuelilpán, 7500 millones de pesos por pérdidas debido al bloqueo de vías férreas por parte de la CNTE, 3500 contenedores parados y afectando al comercio, 2,916 homicidios solo en diciembre del 2018, el más violento en la historia.

490 millones de pesos por pérdidas debido a las huelgas en maquiladoras. 15 empresas retiran sus inversiones en la frontera norte, generando 30 mil desempleos, 10 mil millones de pesos en pago a largo plazo por la disminución de calificación a Pemex; 10 recortes de presupuestos, entre ellos la Cultura, estancias infantiles, campo, entidades federativas, turismo, medio ambiente, etc.

2,000 millones de dólares en deuda externa en mercados globales; una consulta apócrifa para la entrada en funciones la termoeléctrica de Morelos, que terminó en la sospechosa muerte de un activista en contra de este proyecto.

Una autoimpuesta guardia nacional que no beneficia al pueblo mexicano. Aumento en el precio de las gasolinas que pasan ahora a 20.67. Posible cancelación del Gran Premio de México, lo que significaría la pérdida de 23 millones de pesos. Todo esto en tan solo 100 días.

¿Cuánto tiempo le tomará a AMLO destruir el país?

Ayer, muchos dudaban que López Obrador se convirtiera en un dictador. Hoy son cada día más los que se convencen que AMLO está trabajando para su reelección. Y es que no ha gobernado, tiene al país en crisis, se rodeó de un gabinete de medianías de bajo perfil, que solo saben agachar la cabeza y en su abyección, decir sí a todas las ocurrencias y disparates del presidente y pobre del que se oponga o se atreva a contradecirlo, inmediatamente son aplastado con toda la fuerza del estado, como le Pasó al Dr. García Alcocer.

López Obrador sigue siendo candidato, se la pasa en mítines en las diferentes plazas, prometiendo lo primero que se le ocurre, y regalando dinero a manos llenas. Las conferencias mañaneras no son más que un mitin político. El presidente mexicano es, en rigor, un candidato en campaña, como si preparara las elecciones del 2021 y su dictatorial reelección en 2024.

Acertadamente declaró el expresidente Fox, “si quiere hacer campaña en favor de su partido y de su candidatura, que deje el cargo, porque no se puede hacer las dos cosas; es totalmente inmoral”.

El exmandatario afirmó “Que no le cree a López Obrador en su compromiso por escrito de no buscar la reelección, ya que sólo se trata de un papel que después puede ignorar y, dijo, le empezaría a creer si, como Cuauhtémoc, esas palabras las dijera cuando le estuvieran quemando los pies”.

El presidente mexicano —López Obrador—, en realidad es un aprendiz de dictador; un presidente que llegado el momento preguntará al pueblo sabio y bueno si quiere que siga al frente del gobierno y —luego de sus consultas al estilo de Maduro—, se proclamará como el elegido para seguir al frente del poder presidencial.

Analistas de los medios nacionales, coinciden, que el país se encamina a una dictadura “moderna”, estilo venezolano.

Desaparece el poder de gobernadores de oposición, con estados en manos de “superdelegados” que reparten dinero y apoyos sociales.

Se cuartea la división de poderes, con una Corte que le hace el trabajo obscuro al Ejecutivo y que será tomada por Morena con los nuevos nombramientos.

El Legislativo es todavía un menguado contrapeso, pero los opositores serán devorados en las elecciones intermedias, controladas por el dinero de los superdelegados y el castigo federal a los gobernadores insumisos.

Uno a uno irán doblando a todos los contrapesos del poder. A todos.

Y para los que presten resistencia, ahí estará la maquinaria de triturar reputaciones en las conferencias mañaneras, con todas las instituciones trabajando en su contra, como hicieron con Guillermo García Alcocer.

Han dicho que en tres años tomarán el control del país. Así será.

Se debe hacer énfasis sobre lo que le espera al país con una dictadura comunista, en donde los que más van a sufrir serán los pobres y las capas medias que no pueden huir del país y que tendrán que aguantar por varias generaciones el yugo comunista. Los mexicanos nos deberíamos de ver en el espejo de Venezuela, pues ahí es a donde nos lleva López Obrador.