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¿Nuevo régimen político?: ¿Y el derecho?

Por Bulmaro Pacheco

Braulio Maldonado, primer gobernador de Baja California.

Cuenta el ex gobernador de Baja California, Milton Castellanos Everardo, (Del Grijalva al Colorado: Recuerdos y Vivencias de un Político) que ya resuelta la candidatura por el PRI en beneficio del diputado federal Braulio Maldonado, para que se convirtiera en el primer gobernador del nuevo Estado de Baja California (creado por el presidente Miguel Alemán, en 1952): “con verdadera sorpresa y disgusto leí un telegrama que poco más o menos decía: Organizaciones políticas y mayoría pueblo de Baja California ha determinado apoyar general Abelardo Rodríguez como candidato a gobernador del Estado en las próximas elecciones, te lo digo como amigo”. Firmaba Armando Lizárraga.

Dice Castellanos que el ya candidato propuesto Maldonado, le preguntó: —¿Cómo ves tú las cosas?

—Nada puede cambiar —le dije—. Si te murieras mañana, don Abelardo no sería el primer gobernador de Baja California. Vete tranquilamente al estado y dedícate a tu campaña. Creo que hay intereses contrarios a tu candidatura y ambiciones lógicas de personas que piensan que contigo no tendrán cabida o, simplemente que no confían en ti, pero todo se limitará a unos pocos fuegos artificiales. El general Rodríguez ya fue presidente de la República, acaba de ser gobernador del Estado de Sonora y no concluyó su período (1943-1949), pues renunció antes. Don Adolfo (Ruiz Cortines) nunca aceptaría una situación como la que plantean algunos amigos del general.

Presidente Adolfo Ruiz Cortines.

Prosigue Castellanos: “En realidad el general Rodríguez sí había tenido inicialmente la intención de participar en la lucha política por el gobierno de Baja California. Un numeroso grupo de la iniciativa privada del estado, encabezado entre otros por don Víctor González Príncipe, se había trasladado a la Ciudad de México para entrevistarlo y ofrecerle la candidatura, que en principio aceptó. En ese grupo iba el profesor Jorge Olguín Hermida, que tiempo después me platicó lo ocurrido”.

Y prosigue: “La comisión de bajacalifornianos, después de que el señor general Rodríguez les dio su anuencia, se trasladó a las oficinas del presidente del partido, general Gabriel Leyva Velásquez, y le manifestaron que habían tomado la decisión de apoyar la candidatura del general Abelardo Rodríguez para que fuera el primer gobernador constitucional del estado de Baja California, haciendo referencia a la personalidad de su candidato y a su historial en la entidad. El general Leyva les respondió con la educación que le caracterizaba, que tomaba nota de su determinación, que desde luego reconocía los méritos del señor general Rodríguez, y que el partido analizaría su proposición, felicitándolos por su entusiasmo”. (Abelardo L. Rodríguez ya había sido gobernador del territorio de Baja California de 1923 a 1930, y en el gabinete del presidente Pascual Ortiz Rubio ocupó las carteras de Guerra y Marina, y de Industria, Comercio y Trabajo, entre 1930 y 1932. Fue presidente de la República entre 1932 y 1934 y además de crear el Banobras y el salario mínimo, le tocaría impulsar la reforma del artículo 83 constitucional para prohibir la reelección presidencial, estableciendo que quien hubiera ocupado el cargo de presidente: (“En ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto”).

Continúa el ex gobernador Castellanos: “Dos días después fueron llamados para que acudieran nuevamente a la casa en que habían entrevistado al general Rodríguez, y ya en presencia de éste, fueron informados por el propio general de que le había visitado el presidente del partido para llevarle un mensaje del presidente Ruiz Cortines, mediante el cual le comunicaba que los sectores del PRI se habían inclinado por la candidatura del licenciado Braulio Maldonado, por lo que le pedía que pospusiera sus deseos de ser candidato para una mejor oportunidad (sic). El general Rodríguez los invitaba a que fueran a las oficinas de la agrupación en donde despachaba el licenciado Braulio Maldonado y le ofrecieran su apoyo”. (Maldonado había nacido en San José del Cabo, en 1903. Abogado por la UNAM, fue diputado federal por el territorio de Baja California Sur entre 1946 y 1949, por el territorio de Baja California Norte entre 1952 y 1953 y promotor desde mucho antes, de la candidatura presidencial del entonces secretario de Gobernación Adolfo Ruiz Cortines).

Continúa Castellanos: “La comisión regresó al hotel (Aristos) que les servía de centro de reunión y después de cambiar impresiones, acordaron volver a entrevistar al general Rodríguez para insistirle en que abanderara a los bajacalifornianos en esa lucha; pero a pesar de haber hecho todo lo posible por convencerlo, no tuvieron éxito, ya que nuevamente les ratificó su determinación de atender los deseos del señor presidente, y les expresó que rebelarse ante una situación ya definida por el partido, era poner en peligro el régimen de zona libre, lo que sería desastroso para Baja California”, y remata: “Llegó Braulio a su campañas y se dedicó a trabajar en ella con gran éxito popular, y las gentes se olvidaron de la posibilidad de don Abelardo”.

Durante todo el siglo XX mexicano, el único ex presidente de la República que sería después gobernador de un estado fue precisamente Abelardo L. Rodríguez, que en 1943 (9 años después de entregarle la presidencia a Lázaro Cárdenas) asumió como gobernador de Sonora para el período 1943-1949. Por enfermedad —se argumentó— no pudo terminar su período; se retiró de la gubernatura en 1947 quedando al frente su secretario de Gobierno, Horacio Sobarzo, quien lo concluyó.

Imaginemos lo que hubiera sucedido si el presidente Ruiz Cortines [pretextando que era un asunto local] no hubiera vetado la candidatura a gobernador de Baja California —más allá de sus merecimientos y aportaciones— del general Rodríguez: Un ex presidente como gobernador de dos entidades diferentes. Algo que sin duda tendría un impacto directo en la estructura constitucional, rumores de reelección —o ampliación de mandato— del presidente, y un desorden político en otras entidades. Al final se impuso la cordura, la sabiduría y el sentido común del presidente Ruiz Cortines, y las cosas no pasaron a mayores.

Como en aquel tiempo y como en 1989, ahora Baja California vuelve a ser noticia nacional por el albazo legislativo dado en esa entidad, al ampliar de dos a cinco años el mandato del gobernador electo Jaime Bonilla, siendo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación había sentenciado el pasado 29 de mayo, que la elección del 2 de junio para gobernador sería por un período de dos años, para así adecuar los tiempos electorales de Baja California y hacerlos concurrentes con las elecciones federales.

Tanto los partidos políticos como dirigentes de diversos niveles solo esperan la publicación del decreto para interponer recursos ante la Suprema Corte para tratar de echar abajo dicha reforma, y con altas posibilidades de lograrlo.

A 67 años de haber realizado la transición de territorio a estado, Baja California guarda para sí el haber sido la primera entidad que perdiera el PRI en su historia, en 1989. También el estado que impulsó victorias importantes del PAN en sus municipios (14 entre 1946 y 2010). Destaca que hasta Jaime Bonilla (que se dice nació en Rosarito) electo el pasado 2 de junio, ninguno de los gobernadores anteriores nació en Baja California.

Maldonado en San José del Cabo; Esquivel en Mérida; Aubanel y Sánchez Díaz en Guadalajara; Milton Castellanos en Chiapas; Roberto de la Madrid y Eugenio Elorduy en Caléxico; Ernesto Ruffo en San Diego; Xicoténcatl Leyva en Jalapa; Óscar Baylón en Chihuahua; Héctor Terán en Moctezuma, Sonora; González Alcocer en la Ciudad de México; Osuna Millán en Concordia, Sinaloa; y Francisco Vega de la Madrid en Ciudad Obregón, Sonora.

En los tiempos de la llamada Cuarta Transformación, por lo que se ha visto en estos meses, no se valoran los aspectos ni políticos, ni jurídicos y mucho menos los históricos de la gobernanza y ya van varios casos donde el gobierno ha dado traspiés.

El caso de la doble nacionalidad de Napoleón Gómez Urrutia, el caso de la senadora Nestora Salgado, la compra sin licitación de pipas para la distribución de gasolina, la intervención descarada con recomendados en la Corte y en los órganos autónomos, el desmantelamiento de instituciones, la llamada ley garrote del estado de Tabasco que busca criminalizar derechos adquiridos, y ahora los excesos legislativos en Baja California para extender el período del recientemente electo Jaime Bonilla, aquél exsuperdelegado del nuevo gobierno federal.

López Obrador debería de aprender del pasado y no estarlo condenando a cada rato. No lo tiene entre sus favoritos, pero debería de incluir al presidente Ruiz Cortines: En Baja California y hace 66 años Ruiz Cortines (austero y honrado) dio muestras de prudencia política y de su apego a la defensa del interés general de la República sobre los intereses creados locales (que parecen ser los mismos de ahora) y no pretextó de salida que eran asuntos de “competencia local”, para deslindarse de temas incómodos de los que nadie en su sano juicio cree que el gobierno federal sea ajeno a esas componendas. “En México no se mueven las hojas de un árbol si el presidente no lo autoriza”, se decía antes… Ahora también.

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