Destacada

Túnel de las Ideas | Milagros en el Siglo XXI

He visto milagros en mi vida, he visto milagros en la vida de los que me rodean, sigo viendo milagros todos los días, solo hay que saber mirar

Por Guadalupe Rojo

Cuando era niña y escuchaba los milagros que había hecho Jesús de Nazaret aquí en la tierra, pensaba que se debían precisamente a que él estaba presente aquí, no creía que ahora en este tiempo, pudieran suceder milagros como los que él hacía, no porque no tenga fe, sino por exceso de lógica. Los milagros precisamente son, acontecimientos fuera de toda lógica humana, son simplemente inexplicables.

Empecé a creer que los milagros existen, cuando uno de mis hijos nació completamente sano, después de que sus estudios de ultrasonido en el embarazo, detectaron hidrocefalia y problemas de malformaciones en el corazón.

Pero uno se puede olvidar fácilmente de los favores recibidos, creo que ese es mi caso, porque pasado algún tiempo, en un paseo de fin de semana en la playa mi hija María cayó a un chapoteadero sin que nos diéramos cuenta, cuando la encontramos estaba flotando en el agua boca abajo, le hicieron maniobras de resucitación pero ya había pasado demasiado tiempo, sin embargo logró reaccionar, una ambulancia la llevó al hospital, aquella noche mi esposo que es médico, me dijo que la niña no pasaría la noche. Era un domingo y sin embargo el día jueves por la mañana, estaba en mi casa con una niña completamente sana, que sigue así hasta la fecha.

Fue entonces cuando empecé a tomar los milagros como una cosa seria, empecé a leer las vidas de los santos, y me di cuenta que sus vidas los milagros eran cotidianos, solo daré un ejemplo, San Francisco amó tanto a los animales que los veía como criaturas de Dios, iguales a las personas. Se le vio predicando a las aves, que lo escuchaban durante sus sermones. Las aves no se iban hasta que él les daba la bendición.

San Francisco fue un gran santo, pero aún eso se ha terminado, ya no hay grandes santos, pensé en mi ignorancia. Pero Dios se encargó de poner en mis manos por medio del Internet la vida del Padre Pio de Pietrelcina. Mi asombro fue mucho cuando reconocí el tiempo moderno en el que se desarrolló su vida, tengo que reconocer que la curiosidad me llevó a querer saber todo de él. Pronto mi curiosidad se convirtió en admiración y mi admiración en fe.

Enseguida me di cuenta que los santos modernos abundan, sobresale inmediatamente San Juan Pablo II, San José María Escriva de Balaguer fundador del Opus Dei, Madre Teresa de Calcuta, Don Álvaro Del Portillo, Maximiliano María Kolbe, Santa María Faustina Kowalska, monja mística Polaca a quien se le apareció Cristo como la Divina misericordia, y la lista es larga.

Hay que saber que para que una persona sea declarada Santa por la Iglesia, hace falta reconocer las virtudes heroicas en la persona y tener evidencia de que se haya obrado un milagro por su intercesión.

He visto milagros en mi vida, he visto milagros en la vida de los que me rodean, sigo viendo milagros todos los días, solo hay que saber mirar. El familiar que se recupera asombrosamente de un accidente vascular cerebral, el trabajo inesperado que llega para un hijo que lo esperaba con desesperación, afortunadas coincidencias que evitan una tragedia, la difícil cirugía de tu nieto que termina siendo un éxito con una recuperación casi inmediata, la inusual paciencia que te llega ante una adversidad, la tormenta más grande de la historia que se desintegro y no causó daños. Solo hay que saber mirar y no tratar de dar explicaciones absurdas a sucesos que no tienen explicación natural.

Ante semejantes evidencias no me queda más que concluir que los milagros siguen existiendo en el siglo XX y en el XXI, que alguien ordena los acontecimientos a nuestro favor sin mérito alguno de nuestra parte más que creer que Dios nos ama y quiere nuestro beneficio.

Busca incansablemente la verdad.