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Una gran oportunidad de recobrar la salud de la Tierra

Lo preocupante es que una vez superada esta crisis sanitaria mundial, el actual modelo de desarrollo quisiera mostrar su capacidad de restaurarse, para que todo regrese a la “normalidad”

En el contexto de la emergencia sanitaria mundial se pone en evidencia la fragilidad de un paradigma de crecimiento que está sustentado en un modelo de desarrollo que sosteniblemente ha trastocado todas las formas de vida de plantas, animales y microorganismos que coexisten en el planeta. Hoy en día, precisamente la alteración del hábitat por un “simple” virus de increíbles dimensiones microscópicas, ha conseguido replegar a todas las personas del orbe; un coronavirus, como protagonista de este suceso, podría acelerar la caída de los estilos de vida y comportamiento de la sociedad.

Los recientes acontecimientos son de tal relevancia que la Madre Tierra, ahora gracias al quédate en casa global, está reencontrando su propia armonía. Un equipo de científicos asegura que este año se podría registrar la mayor caída de emisiones de dióxido de carbono desde la Segunda Guerra Mundial debido a la pandemia de coronavirus y la paralización de las economías a nivel mundial.

Aunque cabe mencionar que este no es un modelo de respuesta ambiental y mucho menos el modelo de un ambientalista, que, incluso, mientras el virus prolifera, ¿quién no podría estar emocionado con el aumento del canto de pájaros en las ciudades, los pavos reales en los cruces peatonales y el silencio en los cielos? Sin embargo, lo preocupante es que una vez superada esta crisis sanitaria mundial, el actual modelo de desarrollo quisiera mostrar su capacidad de restaurarse, para que todo regrese a la “normalidad” y retomar las cosas que dejó en pausa, restableciendo la lógica de continuar con los grandes proyectos especulativos de deforestación, agricultura industrializada, destrucción de los ecosistemas, etc., lo cual significa instaurar esa “normalidad” que llevó a donde hoy se encuentra la humanidad.

En esta “normalidad” se encuentra el funcionamiento de un sistema alimentario agroindustrial sustentado en la deforestación, el cambio en el uso de suelo y la destrucción de hábitats de especies que son factores fundamentales para inducir las enfermedades zoonóticas; es decir, aquellas que son propiciadas por patógenos que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos.

En este contexto, Rob Wallace (2020) sugiere que los sistemas alimentarios deben socializarse, de tal manera que estos patógenos peligrosos no puedan desarrollarse; es decir, la producción de alimentos debe reintegrarse a las necesidades de las comunidades rurales, y esto requerirá, en primer lugar, prácticas agroecológicas que protejan el medio ambiente y a los agricultores que cultivan los alimentos.

Las comunidades rurales, a través del tiempo, han desarrollado mayor resiliencia ante la adversidad y tienen más posibilidades de cuidar la tierra y posiblemente tengan menos probabilidades de contagiarse del virus; hoy, más que nunca, la multifuncionalidad de la agroecología representa una vía para reforzar la estrecha vinculación que existe entre la ecología, la alimentación y la salud.

Asimismo, Víctor Toledo (2020) señala que en esta crisis sanitaria se vislumbra que el coronavirus no es la crisis en sí, sino que estamos frente a una crisis ecológica global.

Ante esta realidad, Vandana Shiva sostiene que un virus pequeño puede ayudarnos a dar un gran paso adelante para fundar una nueva civilización planetaria ecológica basada en la armonía con la naturaleza. O podemos seguir viviendo la fantasía del dominio sobre el planeta y seguir avanzando hasta la próxima pandemia.

En este nuevo paradigma, que se puede entrever está en marcha, el desafío está en cómo articular todas las vivencias y experiencias, lograr incorporarlas en un proceso de reconstrucción de una nueva sociedad basado en una reingeniería social y espiritual, profundizando en una reconceptualización que sirva para salvar nuestro planeta y convertir nuestro entorno en un espacio de reconciliación con la naturaleza. En esta retórica, lo peor que puede pasar es que regresemos a donde estábamos. Esta crisis nos está poniendo a prueba.

*Colaboración de Beatriz Camarena y Margarita Peralta, investigadoras de la Coordinación de Desarrollo Regional del CIAD