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Dardos | Bibliotecas públicas de Hermosillo, en el olvido

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E. 

SE CAEN a pedazos las bibliotecas públicas en Hermosillo, frente a unas autoridades apáticas y sin aparente interés de inyectarle ni un peso.

Para nadie es un secreto que con la era del internet y la practicidad de las tablets, las tranquilas salas de lectura poco a poco se vaciaron. Atrás quedaron aquellos días cuando preparatorianos y universitarios abarrotaban las mesas de trabajo en las bibliotecas, apilando libros y enciclopedias para resolver la tarea encomendada por el docente.

Hoy toda la información está a un clic. Ya no es necesario recorrer ficheros y más ficheros para encontrar títulos. San Google resuelve. Pero lejos de la nostalgia librera, le comparto tres puntos a reflexionar:

Primero. Si estos espacios lucen abandonados, es culpa de todos. En un país donde se lee en promedio 3.8 libros al año (Inegi), debería ser tarea nacional inculcar el buen hábito de la lectura.

Segundo. No se necesita un estudio científico para determinar que la cultura del Ctrl C + Ctrl V, ha creado una generación de estudiantes comodinos y maestros complacientes.

Tercero. Hay poco más de diez bibliotecas públicas en la capital sonorense y ni las autoridades estatales, ni municipales, las voltean a ver. El caso más evidente es la “Fortino León Almada”, donde el techo de la planta alta se cae a pedazos —efecto del nulo mantenimiento—. Cerraron el acceso a esa sección y los grupos que antes se reunían los trasladaron a la Plaza Tutuli. (Ojo: desde septiembre se denunció en las páginas de “Primera Plana” esa lastimosa situación y dejaron pasar).

Pero lo más preocupante es que administraciones van y vienen, y con ellas, abultadas bolsas presupuestales.

Así las cosas, en 2017 el presupuesto destinado al Instituto Municipal de Cultura y Arte en 2017 fue de 33 millones 369 mil pesos. En el año 2018 el IMCA gastó 24 millones 280 mil pesos. Para este 2019 se destinó presupuesto de 18 millones 349 mil pesos.

Sin duda, el abandono provoca colapso.

Es de reconocer que contra viento y marea se mantiene programas aislados de lectura, pero la realidad es que ni Diana Reyes, titular del IMCA, ni Mario Welfo, director del ISC, han logrado conectar con la sociedad y provocar que hagan suyos esos espacios.

Y si no son capaces de despertar ese interés en espacios a la vuelta de la esquina, difícilmente van a lograrlo con millonarias Fiestas del Pitic o Ferias de Libro.

Parafraseando al escritor Carlos Ruiz Zafón, las bibliotecas son espejos, sólo se ve en ellas lo que uno lleva dentro.

Twitter @gtzrigo