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Hace 80 años no se cerraban templos en Hermosillo

Por Miguel Gálvez

Fue en 1937 la última vez que el Gobierno en Sonora ordenó el cierre de templos católicos, por aquellos años la situación tenía claros tintes ideológicos, hoy la razón es por salud. Desde entonces nada había impedido a los sacerdotes oficiar el santo ritual.

El padre Armando Armenta, encargado del Archivo Histórico de la Catedral de Hermosillo, recuerda a “Primera Plana” que derivado de los contagios por Covid que se declararon a nivel mundial, las capillas llevan poco más de cinco meses sin misas públicas, una situación similar no ocurría desde la persecución Callista en Sonora.

Narra que fue 1934 tras la imposición del gobernador Rodolfo Elías Calles (hijo de Plutarco Elías Calles) cuando se emprendió una campaña desfanatizadora en Sonora, lo cual consistía en controlar la libertad religiosa, de la comunidad católica y no católica del estado de Sonora.

Parte de esa campaña, apunta, era tener el control y registro de los sacerdotes ante el gobierno, en conjunto con el anticlericalismo en la educación pública, la expulsión de los sacerdotes, la quema de imágenes y el cierre de los templos.

El Padre Armenta indica que alrededor de tres años las parroquias fueron cerradas, en donde muchas se convirtieron en escuelas, almacenes para los ejidatarios. Por todo este ambiente, los feligreses tenían que celebrar su culto en la clandestinidad.

El obispo de Sonora, Juan Navarrete, era uno de los pocos sacerdotes que, a escondidas de las autoridades, oficiaba misa a pequeños grupos de católicos en varias comunidades de Sonora.

Para 1935 cae el gobierno callista en Sonora por una ruptura entre Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas haciendo que la campaña contra los católicos perdiera un poco de presión, siendo más flexibles. Fue en 1936, cuando los feligreses observaron que empezaba a disiparse el ambiente de persecución, y las mujeres se empezaban a organizar para pedir la reapertura de los templos, mientras que en algunos lugares se tomaron a la fuerza. Y en 1937 se devuelven por completo los templos incautados por el gobierno.

Hasta este 2020 por la contingencia sanitaria, alrededor de los 87 años que no se habían cerrado las puertas de estos templos.

Armando Armenta comenta que esta situación no ha afectado en la devoción y la fe de la comunidad católica, pues a través de redes sociales se oficiaban las misas ordinarias, llevando esa fe a la casa de cada uno de ellos.

Ahora con el semáforo amarillo, comenta que el Comité de Sacerdotes de la ciudad se les impartirá durante tres semanas de capacitación para la reapertura de estos recintos de oración, en donde se les enseñará las medidas de precaución y sana distancia para la nueva normalidad, esperando que se reactiven de la mejor manera.