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Jess Dávila: el arte de esculpir con amor a Sonora

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

La sencillez, disciplina y amor por el trabajo, han colocado a Jess Dávila en las alturas. El reconocido escultor internacional hace 15 años decidió dejar todo en Estados Unidos y volver a su natal Huachinera, un poblado de la sierra alta sonorense a 249 kilómetros de Hermosillo.

Después de vivir en California, pulir su nombre como artista en Nuevo México y recorrer importantes galerías de la Unión Americana, finalmente regresó a la tierra que lo vio nacer, con un propósito trascendental: dejar un legado cultural en su terruño.

Entrevistado por “Primera Plana”, Dávila confirma que hoy se encuentra en una etapa de plenitud de su vida y hace lo que más le enamora: crear arte. Pero, demos unos pasos hacia atrás y conozcamos un poco de sus inicios.

Como todos los niños, tuvo su primer contacto con el arte cuando cursaba clases de primaria. Ahí fue cuando descubrió su gusto por el dibujo. Aquel inquieto pequeño que durante el recreo aprovechaba para pintar e imaginar mundos. “Nunca dejé el dibujo, todavía me sigue gustando”, dice sonriente.  

Sin embargo, apunta, casi siempre los maestros o papás comenten el error de al ver a un niño rayando, ya sea en cuadernos o paredes, siempre ponen el freno de “No lo hagas”, en vez encausar esa inquietud.

Esfuerzo: raíz del éxito

Por circunstancias de la vida, recuerda que desde muy joven se estableció en San José, California. Ahí junto con su familia comenzaron con el negocio de venta de verduras al mayoreo.

Todo comenzó con una carga de melón que le llegó. La vendió y le fue bien. Así que pidió otra y también la colocó. Al tiempo ya eran camiones completos los que movía.

“También tuve restaurantes, me encanta la cocina, crear mis ideas. Yo personalmente entraba a la cocina y le daba mi toque al platillo. Fue muy exitoso. También desarrollé un negocio que ya era más cercano a este ambiente de la creatividad, se trataba de la decoración y banquetes para empresarios, bodas, convenciones, escenarios temáticos”, narró.

Coleccionistas internacionales buscan su obra.

¿En qué momento decidió entrar de lleno a la creación de obras? ¿Cómo se dio ese paso?

Cuando ya estuve situado un poco mejor en mis finanzas. Ahí fue cuando dije ya es tiempo. Mis hijos ya habían crecido, así que tomo la decisión de buscar a dónde irme y fue a Santa Fe, Nuevo México.

¿Por qué en Santa Fe?

Es que tiene mucho arte y artistas. Viene gente de todo el mundo a comprar. Y es arte de todo tipo, no nada más plástica. Me llamaban ‘loco’ porque ahí radican más de 40 mil artistas, pintores, escultores, diseñadores. Me advertían de que si me iba para allá me comerían vivo; pero la razón era irme para aprender, mejorar y estar al nivel e incluso superar a muchos de ellos. Ahí me va muy bien gracias a Dios, siempre y cuando con la ayuda de mi esposa Coyito, porque no lo hace uno solo. Ella me ayuda en la promoción de las obras, a que se pueda ver en público en exhibiciones, en las redes, en la página web.

Ahí me fui formando de un grupo de coleccionistas que adquirían mis obras, y fue creciendo. Hay quienes tienen hasta 30 obras tuyas, y es que así pasa, se enamoran de ti de tu arte.

¿Si nos pudiera platicar de cómo es el proceso creativo que sigue para darle vida a una obra?

Primero que todo estudio el tema. Si es un animal, un oso, un bisonte —tengo dos tipos de bisonte—. Mi estilo de escultura es contemporáneo, es decir, te doy la idea de lo que es, pero no te doy todo, para que tú termines la obra, aunque al verla sabes qué viene siendo. Veo los movimientos, cómo, cuándo, para darle esa idea. No es realista, no es una foto, se trata de un concepto mío. Lo mismo con mis figuras humanas, tengo mis gorditas, mis esbeltas, de la sierra; por ejemplo muchas de mis figuras están exageradamente largas, altas.

¿Con qué artistas, escultores, le ha tocado trabajar?

Tengo muchos amigos artistas, muchos de ellos grandes, pero sí me han llamado la atención algunos. Uno que sin saber y sin querer me impresionó cuando era joven, fue Benny Bufano, un famoso escultor italiano. Nunca me había fijado que llevaba su estilo, fue uno de los que me dio dirección sin que yo me fijara, hasta que me llamó un coleccionista que empezó a comprar mis obras pero que también tenía de Bufano y me dice ‘nos llamó mucho la atención que vas por el mismo rumbo que Benny Bufano’. Entonces se me perdió el foco y no lo había visto así.

Fíjate, me pongo a supuestamente inventar creaciones, pero con el tiempo en libros, internet, museos, me encuentro con que ya se hizo, entonces todo lo que hacemos ya se ha hecho, y estamos hablando de escribir, música, escultura, pero cada quien le da su imagen, idea. Mis alumnos me dicen quiero ver qué estilo caigo, les digo déjalo; son como una pluma que están flotando en el aire, uno de estos días vas a caer en el lugar preciso, déjalo.

Desde hace 15 años decidió dejar todo en EE.UU. e instalar su taller en la sierra alta sonorense. Este es el Centro Artístico y Cultural de Huachinera.

¿Qué lo motivó a regresar a México y establecer el Centro Artístico Cultural Huachinera?

De regresar a México siempre traíamos esa idea que con el favor de Dios íbamos a volver, pero comienzo hacer el Centro Artístico, formo una asociación civil, todavía andaba muy ocupado con mis galerías y exposiciones en Estados Unidos. Pero con el tiempo, mi esposa y yo decidimos deshacernos del estudio allá y construir en Huachinera, los dos nacimos ahí y tenemos nuestras raíces y familia. Pero más que todo es para aportar, dejar algo y ver cómo podemos ayudar en lo que nosotros conocemos que es el arte y la cultura.

En Huachinera lo que existe de trabajo son los ranchos, pero nada más le va dar trabajo a uno de una familia; lo que está sucediendo es que están saliendo ya sea Agua Prieta, Nogales, Hermosillo, donde no hay bastantes trabajos.

Entonces la idea fue ayudarles aquellos que por alguna razón no pueden salir, y darles algo más con arte y cultura; al mismo tiempo ahí tienen turismo y teniendo este campus cultural ya es llamativo, más talleres con niños, en pintura, escultura, barro, música. Y así fue creciendo.

¿Cuál es la recomendación que le daría a los escultores que van empezando con sus carreras?

Nada más que sepan que no es nada fácil. Te tienes que sacrificar, tener la disciplina de sacar obra, tienes que asegurar de que estás haciendo algo y no te puedes ir y andar brincando de esta obra a la otra. Tienes que tomar la decisión de decir soy escultor de piedra y no más. Toma la decisión de lo que quieres, uno nada más.

Me hacían la pregunta de cuánto tiempo tomé para hacer la obra de 1.60 m que está permanente en Museo MUSAS, fue de un mes y medio. Pero cuando comenzaba sacaba obra chica y duraba una semana o dos semanas. No tenía la habilidad. Acuérdate que toda repetición te enseña, mejora.

A pesar de todo este sacrificio, al final se dedica a lo que le gusta…

Yo ya no trabajo, estoy gozando lo que hago. Esa es la otra: tienes que aprender a hacer lo que de veras te gusta. Aunque muy pesada la piedra, muy sucia, polvo, “la bola” te alcanza y duele todo —risas—, pero en el estudio a veces me hablan de que ya son las once ya vente a cenar… Yo estoy enamorado de mi trabajo, que no es trabajo.

La creatividad es otra cosa. Porque siempre traes algo aquí —apunta a su cabeza— que quieres sacar. Ahorita por ejemplo estoy trabajando el cimarrón sonorense. Ordené una piedra de Italia para este cimarrón, este es muy significativo.

¿Cómo es esa selección del material sobre el cual va trabajar? ¿Debe saber previamente?

Es algo muy curioso. Por ejemplo, mi piedra favorita es el mármol. Pero también me encanta ónix, caliza, arenisca, todas las trabajo, pero cada piedra es como cada uno de nosotros, hay unas dicen ‘conmigo no y solamente así’. Otras que son fáciles, pero algunas que —perdón por la palabra—, pero son cabronas.

Cuando van a mi taller y me preguntan ¿qué haces con tanta piedra? Pues quiero tenerla aquí para cuando se me ocurra, son piedras de todo el mundo. Además siento que si se me acaba la piedra y se me acaba el trabajo, yo también me voy acabar —risas—.

Han pasado 15 Lunas de Montaña

Contra viento y marea, desde hace 15 años a través de su Asociación Civil organizan el festival “Luna de Montaña” en Huachinera, un evento que busca poner a esta comunidad en la mira de atención artístico a nivel nacional.

Esta edición se realizará del 10 al 13 de octubre en el Centro Artístico y Cultural de Huachinera. La inauguración será con la Orquesta Juvenil La Caridad de Nacozari, son 120 niños tocando todo tipo de instrumentos y voces.

También habrá una presentación de la Orquesta de Los Hermanos Othón, de Mátape.

Se presentará el cortometraje “Nita la minita”, que fue elaborado por niños de Nacozari.

Además desde las nueve a la una de la tarde, es la barra cultura para los niños que incluye desde talleres, presentaciones, danza, títeres, protección de flora y fauna.Para revisar el programa y ver más obra del artista puede consultar www.jessdavila.com