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Lo marginal en el centro

Franco Becerra B. y G.

Una de las más claras señales de la madurez de una sociedad es cuando arriba a sus puertas la comprensión.

La comprensión, como la norma imprescindible para entender al otro y que el otro haga lo propio.

Mire que utilicé el término “comprensión” para evitar mencionar a la “tolerancia”, vocablo que me parece lanzado desde las alturas de la arrogancia: “Te tolero”, esto me suena como…

“Te permito que seas”.

(“Hemos sido tolerantes, hasta en excesos criticados, pero todo tiene un límite…” GDO.  IV Informe Presidencial, 1 de sept. de 1968)

A los intolerantes habrá que enviarlos a la bodega de los olvidos, espacio final de lo caduco, de lo inservible.

En ello pensaba el 15 de junio cuando observaba a un grupo numeroso de jóvenes y algunos no tanto que marchaban con dignidad por las calles de la capital de Sonora.

Ondeaban las banderas del arcoíris, aquella maravilla de la naturaleza que tan pronto que la lluvia amaina despliega en el horizonte el bellísimo abanico de la diversidad cromática.

Qué mejor símbolo para un movimiento social que la explosión multicolor que refleja la alegría de vivir.

Marchar con la frente en alto por nuestras calles para decir, sin decirlo: “Aquí estamos”, me parece en principio, un acto de libertad, puesto que la historia nos ha heredado amargos sinsabores y un sinfín de humillantes discriminaciones que jamás se deben repetir.

Hoy como nunca se hace patente la legitimidad de las posiciones lideradas por intelectuales que dedicaron sus buenos oficios a defender la decisión unipersonal de amar, el verbo dicho en el más periférico sentido.

Considero oportuno rescatar el pensamiento de personajes con la agudeza y el ímpetu de Nancy Cárdenas; cronistas con la fina ironía de Carlos Monsiváis y los dardos precisos de Salvador Novo.

Cada uno en su momento y desde sus espacios de expresión, plantearon posiciones liberales a favor de los derechos humanos: escudos y lanzas cuya función en las batallas militares y sociales es protegerse, pero también atacar.

Las aportaciones de Nancy Cárdenas, Monsiváis y Novo condensadas en sus libros, obras teatrales, conferencias y colaboraciones editoriales, representaron una enérgica llamada de atención contra la discriminación sexual y todos los prejuicios estériles que de ella se derivan.

Nancy, Monsiváis y Novo, crearon la atmósfera libertaria que explica a la perfección la marcha de los hermosillenses que asumen abiertamente y con dignidad su posición ante la vida, para después y sin necesidad de solicitarlo, esperar que la ciudadanía reaccione con madurez y ello desemboque de manera natural en la comprensión.