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Niria García: Bombero de línea, abogada, madre, mujer

Tiene tres hijos, sola, es capaz de repartir su tiempo, esfuerzos y tesón entre la familia, su profesión y su pasión, servir a la comunidad

Por Imanol Caneyada

De niña, junto con sus hermanas, jugaba a ser una bomberita en su natal Guadalajara. Se trepaban a la parte trasera del camión repartidor de agua e imaginaban apagar fuegos inexistentes.

Algunos años después, Niria García ha enfrentado varios incendios reales y otros desafíos propios de su tarea como bombero de línea, sí, en masculino (me explica), porque la bombera es el camión cisterna.

Era lo que en su tierra llaman una niña chirota: jugaba canicas, futbol, balero, carreras, eso sí, aclara, siempre muy femenina, con vestido y toda la cosa.

En la actualidad Niria es abogada del Departamento Jurídico Hipotecario de BBV Bancomer y bombero de línea voluntaria en el H. Cuerpo de Hermosillo.

Tiene tres hijos, el mayor, universitario, una niña de siete y un niño de cinco.

Sola es capaz de repartir su tiempo, esfuerzos y tesón entre la familia, su profesión y su pasión, servir a la comunidad como tragahumos, una actividad que la pone a prueba física y mentalmente un día sí y otro también.

Después de apagar un incendio, cuando se deshace del casco y la máscara, los niños suelen señalarla asombrados: ¡Es una mujer, es una mujer!

Es además delgada y chaparrita, por lo que los 40 kilos de equipo pesan casi tanto como ella.

Ni su condición de mujer ni su físico menudo fueron un impedimento para que en el 2005 se presentara en la Estación de Bomberos Norte con la firme intención de integrarse a la corporación.

Mientras veía construir la estación, muy cerca de su casa, recordaba los sueños que tuvo de niña; así que una vez inaugurada se presentó con el comandante y le dijo: ¿Qué se necesita para ser bombero?

Durante la capacitación, una academia de tres meses, le hicieron ver su suerte. De los novatos que tomaron el curso, fue la única mujer en terminar. Recuerda Niria que la exigencia física y teórica de la preparación eran extenuantes, algunas noches lloró a causa de la desesperación y la impotencia.

Uno de los capacitadores, por motivo de su sexo y de su constitución física, le puso todos los obstáculos posibles y le llegó a decir que mejor se fuera a la Cruz Roja, que no tenía tiempo para enseñarle.

Apoyada por los que son sus actuales compañeros, logró terminar y convertir un sueño de niñez en realidad.

Para Niria García su alimento espiritual es la responsabilidad y el compromiso para servir al prójimo. 2.- Desde 2005 colabora en la Estación de Bomberos al Norte de Hermosillo.
Para Niria García su alimento espiritual es la responsabilidad y el compromiso para servir al prójimo.
2.- Desde 2005 colabora en la Estación de Bomberos al Norte de Hermosillo.

Para Niria García los obstáculos son un incentivo. Llegó a Hermosillo siendo una adolescente, a casa de su abuela. Fue esposa y madre muy joven, cuando apenas empezaba la carrera; a pesar de ello se graduó en la Universidad de Sonora como licenciada en derecho.

Acostumbrada a enfrentar la adversidad, se hizo cargo sola de su hijo e inició su andadura como profesional del derecho.

Pero traía esa espina clavada, la de subirse a una bombera y acudir en auxilio de la gente. Para Niria nada hay más gratificante que ayudar a las personas enfundada en su traje de bombero y constatar en el rostro de los auxiliados el agradecimiento por una labor anónima, muy poco reconocida e ignorada por la mayoría de la gente.

Tiene un aliado secreto: Dios, al que evoca constantemente, aunque no se declara una católica ortodoxa, su fe la práctica de una manera muy personal.

Recuerda que los primeros llamados, para foguearse e ir adquiriendo experiencia, se trataban de incendios de maleza. Pero su naturaleza inquieta y arriesgada la empujaban a exigir a sus superiores servicios de mayor dificultad.

Tuvo así que enfrentar enjambres de abejas y posteriormente un primer accidente automovilístico que no olvida. Sus compañeros y ella debían sacar el cuerpo decapitado de un hombre enterrado entre los fierros del vehículo. La cabeza, rememora con un escalofrío, estaba unos metros más allá.

De 2005 a la fecha sus rutinas han sido y son agotadoras para cualquier persona que no tenga el talante incansable de Niria.

Cuando le toca guardia, sale de su trabajo en el banco a las cinco y media de la tarde y se reporta a la estación de Bomberos. Si es una noche movida, con un servicio largo o varios llamados, termina a las cinco de la mañana y, sin dormir, se reporta en la oficina a las ocho de la mañana.

Esto lo cuenta sin aspavientos ni falso dramatismos, con una sonrisa y una alegría que cualquiera diría que es una suerte tener semejante ajetreo.

Los domingos, por si fuera poco, colabora con la agrupación Unidos en un Solo Corazón en la asistencia a grupos vulnerables.

Existe una fecha fatídica en su carrera como bombero de línea voluntaria: 5 de junio de 2009, incendio de la Guardería ABC.

Un día antes, 4 de junio, acudió a un llamado en la colonia 5 de mayo, una casa en lo alto de un cerro estaba incendiándose. La bombera no pudo acceder hasta las inmediaciones de la casa, por lo que quedó lejos y en desnivel. Esto provocó que el chorro de agua tuviera muy poca potencia. Ante la imposibilidad de apagar las llamas, su superior le ordenó que bajara al camión cisterna y sustituyera la manguera por una más estrecha, de menor diámetro, con el objeto de aumentar la presión. Corrió cuesta abajo, se subió a la parte alta del camión cisterna y comenzó a desenredar la manguera; un policía municipal, en el afán de ayudar, dio un tirón a la manguera con excesiva fuerza y el cople de fierro le golpeó en la frente, abriéndole una considerable herida. Aún conserva la cicatriz que la muestra con orgullo.

Tuvo que ir al hospital a que le curaran el tajo.

Incapacitada por el accidente, al día siguiente, cuando se desató la tragedia en la Guardería ABC, no pudo acudir a apoyar a sus compañeros. Impotente, frustrada, en un mar de lágrimas, supo por los medios de comunicación y los rumores del incendio más brutal que ha vivido esta ciudad.

En ese momento Niria estaba embarazada de tres meses. Ambas circunstancias la obligaron a hacer un paréntesis en su servicio como bombero, pero un par de años después regresó hasta la fecha.

Para Niria García el H. Cuerpo de Bomberos es una hermandad, un grupo solidario y unido en el que ha encontrado una familia.

La responsabilidad y el compromiso que tienen para servir al prójimo es su alimento espiritual y hacen que esta mujer vivaracha, risueña, cuando suena la alarma, se ponga el equipo en menos de 45 segundos para treparse a la bombera y servir a la comunidad.

Sin importar el rubro, reflexiona la bombero Niria al final de la charla, cualquier mujer puede alcanzar sus metas, es cuestión solamente de que se lo proponga.