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Políticos “sienten” el temblor

…Y tus templos, palacios y torres se derrumben con hórrido estruendo, y tus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aquí fue…

— Coro VI, Himno Nacional Mexicano

Por Lourdes Encinas Moreno

Cada año, septiembre llega y despierta nuestro lado más mexicano, nos une en celebración y en homenajes a los hombres y mujeres que dieron su vida por construir este país, por darnos patria.

Pero yo nunca me había sentido tan orgullosa de ser mexicana, hoy me doy cuenta que vivo en un país lleno de héroes, humanos y caninos, que lo están dando todo por salvar vidas y por levantar a las ciudades afectadas por los sismos del 7 y el 19 de septiembre.

Los innumerables actos de heroísmo y solidaridad nos hacen recuperar la fe en un país que creíamos perdido en la apatía e incapaz de organizarse en un frente común.

En este rincón del país ese sentimiento no nos es ajeno, el incendio de la Guardería ABC también nos dejó enormes muestras de heroísmo ciudadano, que ahora vemos multiplicadas en su máxima potencia a lo largo del país.

Es emocionante ver cómo la gente se ayuda entre sí, sin importar nada ni la vida propia. La fuerza con la que México se está levantando ha impactado al mundo, la cobertura de los medios extranjeros se centra en la unión y el coraje demostrados por la gente.

Los que retiran escombros aun en sillas de ruedas o a falta de una pierna, los que forman vallas humanas de seguridad, los que crearon cadenas virtuales para empatar las necesidades con la ayuda, los que donaron el inventario de sus tiendas para ayudar en el rescate, el taquero que alimenta al rescatista improvisado y al profesional, los que sanan heridas, los que sanan el alma, los que codean para verificar información en tiempo real y combaten las noticias falsas, los que informan con un nudo en la garganta, los Millennials de los que no esperábamos nada y lo están dando todo, los que animan a los niños en los albergues, los que a la distancia ayudan como pueden, los que vacían su despensa para donarla, la niña que envía su cobija de princesas para que otra niña se sienta protegida, la abuelita que donó sus muñecos para que los niños tengan algo a que aferrarse, el pequeñito que regala dulces a los rescatistas, la maquillista, el tatuador, los abogados, los ilustradores, los moneros y todos los que donan su talento a cambio de donaciones, los mariachis que intercambian canciones por víveres o con su música alimentan el espíritu en las zonas de desastre, los que vigilan que la ayuda no se desvíe, los que denuncian, los arquitectos e ingenieros que inspeccionan los edificios, las celebridades que usan su fama para potenciar el mensaje y aumentar las donaciones, el soldado que se quiebra de dolor después de cumplir su deber, los marinos, los policías, los paramédicos, los bomberos, los brigadistas extranjeros que vienen a tendernos la mano, los gloriosos binomios caninos de rescate… todas y todos ustedes se han ganado para siempre un lugar entre los héroes de septiembre.

La patria que nuestros antepasados nos heredaron, los mexicanos del presente la están reconstruyendo y de las ruinas un nuevo México empieza a surgir.

Qué tan grande será la transformación, no lo sé, pero una cosa es cierta: la relación entre los ciudadanos y la partidocracia encontró ya su punto de quiebre ante la mezquindad de resistirse a reasignar el dinero de las campañas electorales para atender la emergencia. Dinero público, dinero nuestro, no de ellos.

Haberlos obligado a ceder es la mejor demostración de que la presión ciudadana bien encausada sí sirve y puede cambiar el estado de las cosas, como México no lo había visto en décadas… pero todavía nos falta vigilar que lo cumplan y lo hagan bien.

A partir de esto puede venir la transformación y el surgimiento, no de una nueva clase política, sino de liderazgos ciudadanos que tracen y ejecuten un nuevo proyecto de nación.

Que nos quede muy claro, no es la corrupción la que está incrustada en el ADN de los mexicanos, sino la solidaridad, la determinación y la resiliencia, nuestro reto es aprender a canalizarlos más allá de la emergencia y estamos ante una oportunidad única para lograrlo.

¿Qué más nos tiene que pasar para que sigamos actuando con la firmeza con que lo estamos haciendo ahora?