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Reflexiones sobre la conmemoración luctuosa del “coloso” de Sonora

“Sólo puede ayudar a la república quien se pone en condición para lograrlo”

—Marco Tulio Cicerón

Por Jorge García Mendoza

El pasado 23 de marzo se conmemoró el 25 aniversario de la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Por medio de unos disparos, el entonces candidato a la presidencia de la república —y líder absoluto en las encuestas— fue asesinado a sangre fría por un presunto asesino que operó de forma “solitaria”, en Lomas Taurinas, Tijuana, en un evento que careció de las medidas mínimas en materia de logística para garantizar la seguridad del candidato.

Con la llegada de la modernización tecnológica, y la creación de nuevos medios para comunicarse —como las redes sociales—, se ha facilitado mucho el acceso a la información y el diálogo, el caso del asesinato de Luis Donaldo Colosio no es la excepción, pues en el pasado 23 de marzo abundaron muchas imágenes, comentarios y notas en redes sociales con relación a su memoria, e incluso recientemente se estrenó una serie que versa sobre su vida y asesinato en una muy famosa plataforma de series y películas, lo que ayudó a estallar más en el aspecto mediático el tema. Sumado a esto, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró el día 25 de marzo, que: “si hay posibilidad, caso Colosio se reabrirá”.

Con ello, aprovechando que el tema vuelve a estar en la opinión pública, considero pertinente el dar una lectura distinta que las comúnmente existentes cuestiones de análisis criminalístico y teorías que señalan a presuntos responsables de su asesinato. Y el objeto aquí es el señalar a la figura de Colosio en el contexto mexicano.

Primeramente, hay que destacar el nivel de popularidad que alcanzó Colosio en vida, considero que esto no solo se debió a sus grandes condiciones como político (personaje de buena apariencia, carismático, de buena voz y un excelente orador), sino a sus excelentes observaciones de la realidad sociocultural y económica del México de inicios de los años 90´s, por ello su discurso de campaña fue más que bien recibido por las masas, ya que denotaba un valor humano muy olvidado por la entonces política gubernamental y electoral existente, ese valor era la empatía. Luis Donaldo hacía sentir a la gente entendida, ellos veían en la figura del político sonorense un latente reencuentro con el auténtico progreso. Y esto era debido a que el sonorense había pasado los anteriores años de su vida trabajando personalmente —cara a cara— con la población que era beneficiaria del programa social “Solidaridad”, su cercanía con la gente y sus orígenes populares le hacían tener una visión de México muy distinta a la limitada perspectiva de los presidentes anteriores.

Sin duda alguna el ejercicio de la Democracia en México iba a terminar por posicionar a Colosio como el Presidente de México en el periodo 1994-2000, pero el destino negó la voluntad de la mayoría a través de disparos. Hay varios mensajes que nos debe dejar este triste acontecimiento, como lo son:

1.- Aún en los escenarios más importantes y mediáticos, las ideas también provocan censura a grandes figuras, incluso hasta la muerte. La proyección y visión político-estructural que Colosio anunciaba para su México en miras a la llegada del siglo XXI, no era acorde a los recientes cambios estructurales que México vivió en los dos sexenios anteriores. El peso de su anunciada visión política, fue su vida.

2.- El México del siglo XXI necesita de más figuras como las de Luis Donaldo Colosio, necesita de hombres y mujeres de Estado que busquen la mejora de la república y de las condiciones de vida de la gente; de actores políticos que tengan vocación por servir y no servirse a sí mismos; necesita hombres y mujeres de convicción verdadera; de discursos que señalen y denuncien; de ideas que aporten; manos que sumen y voz que visibilice.

3.- La memoria del mexicano debe recordarle como un patriota auténtico. Tenemos prohibido olvidar la muerte de un hombre que aportó mucho a la patria, pues entregó sus años de vida a servir de verdad, al grado que eso le costó la vida. Sin duda alguna, la historia de México recordará con cariño a un hijo que le quiso tanto. El sonorense era un excelso orador, combinada la calidad de su voz y manejo corporal con la sensibilidad y excelencia del contenido de sus discursos.

Sin más por agregar, me despido recordándole al lector que el México que Luis Donaldo Colosio Murrieta dejó, ese: “México con hambre y sed de justicia” que denunció públicamente en el monumento a la revolución, sigue latente; ese México sigue esperando el bocado que le fortalezca y la justicia que le ampare.

 

*Alumno de Derecho de la Universidad de Sonora.