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Salvador Toscano: Pionero de cine en México y la Revolución Mexicana

Por Héctor Rodríguez Espinoza

¡Un millón doscientos mil muertos, entre combatientes y civiles! Querámoslo o no, somos sus privilegiados legatarios, ¿o no?

I. Un 20 de noviembre actual. El maestro pregunta al grupo:

-¿Qué se conmemora hoy, muchachos?

Silencio sepulcral.

-A ver, a ver, 20 de noviembre, ¿que se conmemora?

Un alumno levanta la mano.

-A ver, Ramírez.

-Mmm yo recuerdo el Día Internacional del Hombre 2019, ¿qué no?

-Ciertamente, pero fue ayer…

-¿Qué no recuerdan que, desde agosto, les indiqué mirar la película Memorias de un mexicano y la debatimos en clase?

-Es cierto maestro, no lo recordábamos -dice una alumna.

“Lo que pasa —me dice mi mejor amiga—, es que los millennials ya es otra generación. Entiendo tu pasión y frustración, no es fácil conectar con ellos. Nos ven como old fashion”.

II. ¿Será que —escribe Rolando Cordera— “la revolución siempre fue la revolución, para parafrasear a Luis Cabrera; hasta que dejó de serlo, a pesar de esfuerzos y discursos varios y provenientes de los más diversos y encontrados sectores y grupos sociales? En un lapso relativamente corto —agrega—, los compromisos de aquella historia fueron refuncionalizados, pospuestos o desnaturalizados. Sometidos a una metamorfosis lamentable, dañina para la salud del propio régimen construido al amparo de la herencia revolucionaria. Era la secuela de la crisis de México de que nos hablara Cossío Villegas y que el maestro Silva Herzog resumiera en un contundente “la Revolución Mexicana ha muerto”. El verbo quiso mantenerse, aunque en mucho se renegara de aquella gesta y se traicionaran algunos de sus principales mandatos y legados. Y así se fueron los años y pasó la vida. …”

¿Y el clásico libro de Adolfo Gilly: “La revolución interrumpida”?

Pero  —dice el poeta Joseph Rudyar Kipling (Bombay, India Británica, 30 diciembre 1865-Londres, Reino Unido, 18 enero 1936)— Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar, y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debes ¡pero nunca desistir!

III. El cinematógrafo. El 22 marzo de 1895 se realizó, en París, la primera presentación de una secuencia rodada por un cinematógrafo, una cámara-proyector-impresora creado por los hermanos Lumière en Francia (con antecedentes desde el taumatropo en 1825, el zoótropo 1834, el cronofotógrafo de placa fija 1882, el dibujo animado, hasta los quinetoscopios 1894).

La fecha coincide curiosamente con el cumpleaños número 23 de Salvador Toscano, uno de los pioneros del cine mudo en México, quien un año más tarde importó de Francia la invención de los Lumière.

En 22 de marzo de este año se cumplieron 142 años del nacimiento del jalisciense, quien junto con los hermanos Alva y Enrique Rosas, entre otros, sembraron en nuestro país la semilla del séptimo arte.

Salvador nació en Zapotlán (hoy Ciudad Guzmán), Jalisco, hijo del profesor Esteban Toscano Arreola y la escritora y dramaturga María Refugio Barragán, en donde vivió los primeros siete años, marcados por la incertidumbre política que provocó la muerte de Benito Juárez y la llegada al poder de Porfirio Díaz.

En 1879 muere su papá y Salvador se refugia con su madre y su hermano Ricardo en el Seminario de Zapotlán, en donde comienza sus estudios. Con el paso del tiempo, muestra dotes en la investigación y escribe reportajes y para 1887 publica periódicamente en la revista La centella y luego en La América, constantemente aplaude el progreso, según aparece en su biografía escrita por Ángel Miquel.

En los años 90 se mudan a la ciudad de México y al terminar la preparatoria emprende los estudios en la Escuela Nacional de Ingenieros, alentado por sus habilidades para el dibujo. A sus veinticuatro años, en 1896 (fecha que podría considerarse como el inicio de la historia del cine mexicano) importó, aunque pagándolos a plazos, los primeros aparatos cinematográficos (proyector y tomador de vistas) que llegaron a México. Egresa en 1897 como ingeniero topógrafo e hidrógrafo.

IV. Primeros trabajos. Desde temprana edad, en Toscano latían las dotes como investigador de historia y particularmente su interés en la etapa indígena del país. Al terminar sus estudios como ingeniero ESTUDIÓ LEYES y en su tesis dio muestra de su pasión por documentar la historia del país: “Derecho y organización social de los aztecas”. Sus ideas serían cristalizadas en otras obras como “Arte precolombino de México y de la América Central”, publicado en 1944 por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

La relación entre su pasión por documentar y la fascinación por el cinematógrafo comenzaron primero por la exhibición. Instaló el aparato en la calle Jesús María en la capital del país e inauguró la primera sala de cine: El cinematógrafo Lumière. En esa primitiva sala acompañó las vistas de los hermanos Lumière con un fonógrafo Edison. Fue el introductor y exhibidor, con Carlos Mongrand, de los films de George Méliès en nuestro país.

Al empezar a escasear el material filmado, Toscano se convirtió en camarógrafo y comenzó a plasmar en película la vida cotidiana, así como a los políticos, artistas, militares, gente de la buena sociedad y peladitos del mercado. Por ejemplo, filmó Zócalo, Incendio del cajón de La Valenciana, la inundación de la ciudad de Guanajuato en 1905 y a Fra-Diábolo, un personaje sordomudo que al pasear por la Alameda intentaba enamorar mujeres. También artistas del Teatro Principal bailando can-can y zarzuela. Se debe a él la creación de la primera película de argumento mexicana cuando adaptó al cine Don Juan Tenorio en 1899 con el popular actor Paco Gavilanes.

Las reacciones de la sociedad porfirista ante el invento de Lumière fueron aplaudidas: se consideraba una maravilla de la ciencia, un medio de información veraz, una especie de arte en movimiento y una fuente de distracción. La sensación por el invento alcanzó a todos los sectores de la población. En esta primera fiebre de cine, distintos empresarios se hicieron del aparato, establecieron salas de exhibición, redujeron los precios de entrada y disputaron la predilección del público.

El espectáculo alcanzó tal popularidad que se habían abierto 21 salas en diferentes zonas de la ciudad. El Salón Lumière, donde exhibía Salvador Toscano, estaba ubicado en la calle de Plateros, hoy Madero, pero los vecinos de La Merced, Tepito y La Lagunilla también contaron con cinematógrafos a su alcance.

V. Revolución Mexicana. Gracias a Toscano, escenas fundamentales de ella se vieron en su momento en todas partes. Su interés en la situación política con sus trabajos para políticos lo llevaron a documentar, a través de filmes lineales, parte de la vida nacional en los tiempos en los que Francisco I. Madero venció a Díaz.

Llegada de trenes, desfiles y actos oficiales; Guanajuato destruida (por un terremoto, de insospechado realismo), Carreras de caballos (en algunas imágenes se muestra al presidente Porfirio Díaz en el Hipódromo de la Condesa), Carreras de coches o La villa de Guadalupe. Además, exhibió documentales de la actualidad internacional de su tiempo, como Alfonso XIII en París, Gran incendio en Denver, Huelga de los trabajadores rusos, La Revolución en Rusia, La Conferencia de paz en Portsmouth y La Guerra de Transvaal.

En 1898, recién adquirida la última novedad de la época en proyectores (el biograph, descubierto en uno de sus múltiples viajes a París para comprar película), se planteó la posibilidad de producir una película con argumento y optó, por el clásico Don Juan Tenorio, basada en la obra homónima del escritor romántico español José Zorrilla y protagonizada por el entonces popular actor Paco Gavilanes.

Algunos de sus trabajos más importantes fueron Fiestas del centenario de la Independencia, en treinta partes; La toma de Ciudad Juárez y el viaje del héroe de la Revolución D. Francisco I. Madero, en cinco partes; La Decena Trágica en México, en treinta y tres partes unitarias.

“La Decena Trágica terminó el 22 febrero y para el 25 ya estaba en exhibición la primera cinta, y tres días después la segunda. Eran largometrajes como de reportaje. Lo importante es que cuando Victoriano Huerta todavía no consolidaba su poder, no impidió su exhibición. Después sí, fue entre marzo y abril de 1914 cuando aparece el primer reglamento de censura cinematográfica, se prohíben las películas que alteren el orden público o ataquen a los individuos”, recordó en conferencia de prensa en el 2013 el historiador Aurelio de los Reyes.

Desde 1912 el ingeniero Toscano tiene la idea de hacer un largometraje donde se mostrara el conflicto revolucionario en su totalidad. Compila y edita su trabajo hasta esa fecha y que lleva por título Historia completa de la Revolución de 1910 a 1912.

Continua con Historia completa de la Revolución (1914); Historia completa de la Revolución de 1910 a 1915; un año después Historia completa de la Revolución de 1910 a 1916; y, en la década de los veinte Historia completa de la Revolución Mexicana de 1900 a 1927 (1927), para terminar con su Historia de la Revolución Mexicana (1935). En estas diferentes ediciones, Toscano va conformando su muy particular visión de la gesta revolucionaria y, en la versión de 1927, hace una dura crítica a los gobiernos de Obregón y Calles.

VI. Legado y muerte. Salvador Toscano recibe su primera cámara de cine moderna en 1947, sin embargo, ese mismo año pierde la batalla contra una larga enfermedad y muere el 10 de abril. En el 2012 la UNAM publicó que el inventario del archivo de su obra cuenta con más de mil 300 rollos que retratan la historia nacional.

Gracias a las aportaciones y el empeño de Salvador Toscano Barragán, el gobierno comenzó a dictar las primeras leyes proteccionistas de la producción cinematográfica autóctona, creando el Instituto Nacional del Film, con la misión precisa de elaborar un programa de realizaciones que pudieran representar dignamente al cine mexicano. Además, se aumentaron las tarifas de los derechos de aduanas para las cintas importadas desde otros países, liberando de toda carga fiscal a la producción cinematográfica realizada en México; finalmente, a instancias suyas, se fundaron dos compañías, la Imperio Producción y la Compañía Mexicana de Películas, que, con el apoyo del Estado, pusieron la primera piedra de la industria cinematográfica mexicana.

Su obra póstuma fue producida y editada por su hija Carmen Toscano de Moreno Sánchez bajo el título de Memorias de un mexicano. Carmen comienza a catalogar el material en 1942 y a escribir un guión. Con la narración de Manuel Bernal en 1950 finaliza el proyecto y el 24 de agosto de ese año es proyectada por primera vez. Es el primer largometraje documental del cine mexicano.

“Ya se sabe, apuntaba Carlos Fuentes, que en México sólo hay héroes muertos: Zapata, Madero, Villa, que al ser asesinados son rescatados del azar y pueden alimentar el necesario mito de la promesa (…) México no puede aplazar más, sino tratar de resolver democráticamente, los problemas populares de hoy. Sólo la conjunción de la democracia política y de la justicia económica pueden lograr una mejor distribución del ingreso nacional, en la actualidad modelo de injusticia” (Tiempo mexicano, México, cuadernos de Joaquín Mortiz, 1971, pp.63, 65).

POSDATA. Me pide el Director una breve reflexión sobre el 1° año de AMLO. Ya tengo preparado el artículo para esta semana. No soy quién, pero sólo debería comentar que, ante el paso cansado de su 3° edad y, como admirador yo del sabio Aristóteles, me he mantenido en un nada fácil JUSTO MEDIO; rehuyendo la satanización, etiquetación y fanatismo de ambos extremos. Debemos ABONARLE el combate a la corrupción e impunidad y el necesario, pedagógico (¿y oneroso performance?) rescate de los pueblos y héroes de nuestra dramática historia patria; pero REPROCHARLE su centralismo (¿explicable sureste-filia?), crecimiento económico 0 (cero) y la dudosa moralidad de parte de su primer gabinete y aliados.