Destacada

La sequía en Hermosillo, ¿a quién le importa?

Por Juan J. Sánchez Meza

Tienen su sede en Hermosillo varias universidades, públicas y privadas, así como muy diversos centros de investigación de los que egresan al año todo tipo de expertos en las más diversas materias relacionadas directa o indirectamente con el agua.

Un sinnúmero de egresados adquieren ahí los grados de licenciados, maestros, doctores y lo que le siga, sin perjuicio de las decenas de investigadores que han hecho de esas universidades y centros de investigación el asiento permanente de sus análisis y que combinan la docencia y la investigación, con una importante y bien reconocida producción editorial de todo tipo sobre el tema del agua.

Por otra parte, Hermosillo es frecuentemente sede de congresos y encuentros académicos nacionales y extranjeros de la más diversa índole, en los que los usos del agua y su escasez aparecen reiteradamente como tema central de sus programas, y las discusiones y aportes que ahí tienen lugar se compendian en conclusiones y recomendaciones que, por la calidad de sus autores, es de suponerse que encierran valiosos diagnósticos y acertadas recetas.

Los Organismos Operadores Municipales, prestadores de los servicios de agua y saneamiento, cuentan con autonomía a fin de desligarlos de las perniciosas influencias políticas de alcaldes y gobernadores y la ley obliga a que sus funcionarios sean personas con experiencia reconocida en la prestación de los servicios, mientras que el máximo órgano de gobierno de Agua de Hermosillo está integrado mayoritariamente por ciudadanos que no reciben salario de gobierno y que, se supone, están ahí para velar por los intereses de la comunidad.

Por si ello fuera poco, todos esos esfuerzos se acompañan, en el ámbito federal, con los Organismos de Cuenca, dependientes de la Comisión Nacional del Agua, cuyas delimitaciones geográficas nada tienen que ver con las divisiones políticas de entidades federativas y municipios, sino con las divisiones naturales impuestas por el agua y al lado de esos organismos existen los Consejos de Cuenca en cuya integración concurrieron autoridades federales, estatales y municipales, así como organizaciones de productores del campo, industriales, comerciantes, etc., etc.

Existe el Monitor de Sequía en México, que define la situación de sequía en nuestro país y permite determinar su presencia a partir de la obtención e interpretación de diversos indicadores de sequía, así como la escala de intensidades del fenómeno.

Hay indicadores del tipo de sequía; hay índices de sequía por escurrimiento; hay listas de municipios con alta probabilidad de ocurrencia y vulnerabilidad frente a la sequía; hay protocolos de alerta y acciones para la sequía; hay mapas de sequía meteorológica de 3 y 6 meses por cada Organismo de Cuenca, solo por mencionar aisladamente algunos de los instrumentos al alcance de las autoridades.

Frente a esto cabe preguntarnos: ¿Por qué, al conjunto de individuos que integran este racimo de entidades públicas, privadas y sociales, esos ejércitos de expertos y estudiosos, esos numerosos contingentes de funcionarios y empleados que disponen de protocolos de actuación y sofisticados instrumentos de predicción y medición, no les importó la amenaza de la sequía?

¿Por qué la dejaron llegar sin advertir sus consecuencias?

¿Por qué, quienes tenían la ineludible responsabilidad legal y política de accionar el aparato público, impulsar la asignación emergente de recursos presupuestales extraordinarios y adoptar de manera decidida las medidas excepcionales de carácter técnico, no lo hicieron y se limitaron a difundir boletines de prensa cada vez más insulsos y contradictorios?  

Pregunto esto, porque desde el día 9 de abril del año 2020, la ex Directora de la Comisión Nacional del Agua, CONAGUA, firmó un decreto de INICIO DE EMERGENCIA DE SEQUÍA SEVERA, EXTREMA O EXCEPCIONAL, en el que se reconoció expresamente que correspondía a la dependencia a su cargo “tomar las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento de los usos doméstico y público urbano.”

Hay que decir que esas expresiones no eran muestra de ninguna generosa decisión de la mencionada funcionaria, sino el texto de aquello a lo que la Ley de Aguas Nacionales la obligaba, de acuerdo con el Artículo 9°, fracción L.

Claro que estas preguntas, estimado lector, son retóricas. Todos sabemos que nada se hizo porque, por encima de los intereses de los ciudadanos, estuvieron los intereses político-electorales que hacían desaconsejable el enfrentar este problema frente a un conglomerado de electores a los que era preferible contarles los cuentos interminables de un futuro luminoso para Sonora y para Hermosillo.

Bienvenidos a la realidad. Al incremento de los contagios de Covid-19, que nunca se fueron; a la reducción del 40 por ciento en la velocidad de aplicación de las vacunas; al incremento de víctimas de la violencia interminable; a los 9 millones de mexicanos que se suman a la pobreza extrema; bienvenidos a la impertinente e inoportuna sequía recién descubierta. Bienvenidos a México.

[email protected]

@JuanJaimeSM50