Cultura

Periodismo: mucha crítica, menos gestión

Periódicos, radios, televisoras y especialmente las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram, le están dando más atención al hecho y muy poco a su trascendencia

Por J.J. Atondo

El periodismo tiene funciones muy concretas, pero la más importante sin lugar a dudas es la de informar. Es la básica. Desde allí parten todas responsabilidades, atribuciones y compromisos que tienen en esta hermosa profesión.

Pero no solo es informar, sino hacerlo de manera veraz y oportuna, para proporcionarle a los lectores, radio escuchas y teleauditorio una mejor y mayor posibilidad de hacer valer sus derechos ante la sociedad.

Y me quedo más con la posición del gran maestro Salvador Borrego:

“La noticia no es solo el hecho, sino la trascendencia del hecho”.

Todo nace de, según mi pobre entender, ante la gran competencia de los medios: Muchos periódicos, radios, televisoras, revistas, portales y, especialmente, las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram, entre otros, le están dando más atención al hecho y muy poco a su trascendencia.

Esto nace, según, otra vez, mi pobre entender, a que la velocidad de las redes, por la modernización de los sistemas de comunicación, provoca que la noticia se esté dando desde el mismo lugar de los hechos, acompañada ya de video y fotografía.

Y esto genera una fuerte y rabiosa competencia entre los medios buscando, obviamente, posicionarse no solo desde el punto de vista periodístico, sino también comercial, lo cual es muy valedero, porque antes que nada un medio es una empresa, una empresa que enfrenta costos de producción: papel, tinta, luz, internet, teléfono, sueldos, etc.

Y la competencia es bienvenida. Ayuda siempre a mejorar.

Pero, desafortunadamente la trascendencia del hecho queda fuera de los activos o con un cambio en su figura.

Se convierte en crítica.

Sí, en crítica, misma que también está contemplada dentro de las obligaciones de esta actividad, siempre y cuando se sustente o se tenga la capacidad moral para realizarla.

Y aquí es donde entra el infaltable “pero”.

El 7 de enero del presente año, en la comunidad de Bácum, un irresponsable chofer de un viejo camión de pasajeros quiso ganarle el paso al tren. No lo logró. Resultado: allí mismo quedaron los cuerpos de seis pasajeros, entre ellos dos niños.

Era un camión que transportaba jornaleros.

De inmediato, la crítica posicionista, popular. Criticar al chofer, el estado del camión, la naturaleza, el si estaban inscritos o no en el IMSS; si tenían seguro de vida, la voracidad de los empresarios agrícolas al contratar a personas que les garantizaran bajos costos en cuanto a salarios.

Yo no digo que esas posturas de críticas, estén mal. Están bien, pero fuera de tiempo.

Al iniciar la temporada de cosecha o siembra, no sería más veraz y oportuno que la prensa se adelantara y checara en los órganos empresariales agrícolas; en el IMSS, en la Dirección de Transporte, en los sindicatos agrícolas, si ya se tienen contempladas las garantías no solo para sus ganancias en la cosecha, sino para la integridad física de sus trabajadores; de que no se explote a niños; que las condiciones mecánicas de los medios transporte estén seguras.

Eso sería oportuno y más veraz y de verdadera trascendencia en cuanto al hecho y muy especialmente, el periodismo sería el gran aporte para ser el gestor de la prevención.

Hace una semana, México se estremeció con la noticia de que un niño de 12 años, armado con dos pistolas, una de ellas de uso exclusivo del Ejército, asesinó a su maestra, hirió a compañeros y seguidamente se suicidó.

Lo clásico después del hecho: críticas, lamentaciones, coraje, rabia. También, entendibles.

Pero alguien se acordó de la “Operación Mochila”. Aquella de la que tanto criticaron los propios padres, partidos políticos, diputados, senadores y… ¡la prensa!

Como este desafortunado incidente de Torreón, en los dos años anteriores en varias escuelas de Estados Unidos se presentaron 11 casos en escuelas públicas y privadas, donde desadaptados ingresaban armados y disparaban a diestra y siniestra con funestos resultados.

¿Nadie pensó que esto podía ocurrir aquí? Posiblemente sí, pero sin darle trascendencia. Tanto periodistas, pero especialmente los funcionarios públicos que tienen la responsabilidad de pensar en situaciones de éste tipo y que además les pagan por ello.

Todo se ha centrado en criticar las causas, pero sin aportar mucho para la prevención de los efectos.

Nunca es tarde para nada. Todavía se está en tiempo de buscar hacer un mejor papel, de más crítica proactiva, reactiva e inductiva.

La prensa está en su mejor momento para ser gestor de soluciones, asumiendo su compromiso de informar y cuestionar oportunamente, para evitar camionazos y tragedias infantiles y otras consecuencias negativas.

Para que los gobernantes atiendan.

Y los ciudadanos entiendan.