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Tatuajes: entre la moda y los riesgos a la salud

Algunos lo hacen por moda, otros por imitación y otros por rebeldía, y a pesar de que esta práctica va en aumento, no consideran los riesgos a la salud

Por Antonio López Moreno

(Primera de dos entregas)

Con un pequeño plumón negro comienza a trazarse el diseño, un espejo revela la imagen de lo que podría acompañarte de por vida, en ocasiones son frases, en otras imágenes artísticas, en otras quizás un pequeño recuerdo, pero siempre hay la certeza de dos cosas, que lo que a continuación viene a dibujarse estará siempre presente en tu mente y que a pesar del dolor, siempre querrás más.

Cuando la aguja comienza a hacer su trabajo, viene una extraña sensación que te hace sentir vivo. Es una pequeña aguja milimétrica que poco a poco va perforando la carne a la vez que rodea el contorno con tinta, es extraño porque viene a tu mente el dolor de la carne mutilada y la sensación en los huesos, quizás quieres decirle al tatuador que pare, que se detenga, que ya no siga porque el dolor es profundo, pero parte de ti espera a que termine el dolor para poder presumir la transformación de lo que hasta hoy era tu cuerpo tal como vino al mundo.

La imagen terminada representa el éxito, un nuevo éxito para el tatuador que podrá presumir y adquirir recomendaciones por el producto de su arte, y para ti será el motivo para incurrir en un nuevo grupo social, el grupo de quienes se tatúan, el grupo de quienes han desafiado lo ordinario y tendrás argumentos prefabricados para exigir ser tratado como alguien que sigue la moda, que está en onda y no como un ex presidiario o un rezagado social.

El historiador inglés Buckland A.W., escribió en el año 1887 un artículo llamado “On Tattoing”, en donde sostiene que el primer antecedente sobre los tatuajes, data del año 2000 A.C., en la comunidad del Chanchorro, una antigua tribu ubicada en la costa de Chile.

Y así, antecedentes hay muchos, los practican en las pequeñas tribus del amazonas, en las culturas sudafricanas y más reciente con la llegada de la cultura del rock and roll, fue normalizándose hasta llegar a ser un distintivo casi socialmente aceptable.

Cada vez hay más tatuados

De acuerdo con datos que ha revelado la Secretaría de Salud a nivel federal, el número de jóvenes que decide hacerse un tatuaje cada año, asciende a 30 mil, es decir, 82 jóvenes al día.

Y esto es algo que debe llamar la atención de las autoridades, pues las circunstancias que motivan a más y más jóvenes a tatuarse no necesariamente han variado desde la llegada de la cultura del rock.

Algunos lo siguen haciendo por moda, otros por imitación y otros por rebeldía. Contrario a lo que pudieran argumentar muchos, esa es la principal constante en los tatuajes que se realizan en México.

El Instituto Nacional de Psiquiatría a través de la Coordinación Clínica de la Adolescencia, indica que en los últimos años ha venido aumentando el número de tatuajes realizados así como el uso de los “piercing”.

¿Tinta para llenar vacíos?

Sin embargo, no solo representa un cambio social como han querido verlo muchos, sino que también representa un problema de salud porque el cuerpo queda expuesto a las agresiones reales.

“Estos actos representan una agresión al cuerpo, además pueden ser utilizados para llenar un vacío de soledad, cubrir la depresión, por la sensación que provoca sentir la aguja perforando el cuerpo, lo cual puede provocar una dependencia por la satisfacción que se genera”, informa la Secretaría de Salud.

Cuando el tatuado primerizo sale de la sala donde le han dibujado en piel su nuevo diseño, recibe las indicaciones acerca del cuidado que debe tener en su piel: no exponerse al sol, cuidar con crema el tatuaje y no arrancarse la costra que ha dejado esa experiencia.

Pareciera que todo queda ahí, pero no es así. Los cuidados deben ser más y las precauciones deben aumentarse de igual manera, pues el cuerpo humano no está diseñado para recibir esa impactante y a la vez insignificante cantidad de tinta en el cuerpo.

Los riesgos médicos

El Dr. Jorge Ballesteros, médico de profesión y articulista sobre temas de interés social, es enérgico al señalar que él no recomienda a nadie realizarse un tatuaje. Y a través de sus estudios clínicos, advierte sobre los riesgos que implica llenar de tinta alguna parte del cuerpo.

Una de las principales advertencias van dirigidas a las mujeres, sobre todo a quienes desean dar a luz y traer al mundo a un nuevo ser humano. Aquí Ballesteros es claro al señalar los peligros que pudiera provocar en un parto haberse realizado un tatuaje.

“Causan algunos problemas de salud, por ejemplo una mujer no puede ni debe ponerse tatuajes en la espalda, a la altura de la columna por cuestiones relacionadas al momento de dar a luz, tampoco deben ponerse en el abdomen, porque también pueden interferir en el parto; causan alergias y causan inflamación”, sostiene el Dr. Ballesteros.

Y aunque bien, muchas mujeres han dado luz después de haberse realizado un tatuaje y no han tenido complicaciones, pero el argumento no queda refutado ahí, el peligro es inminente, el riesgo es latente y la advertencia queda hecha.

“Puede haber también alergias o reacciones negativas a la tinta, porque muchas veces no son tintas especiales, son más bien convencionales que causan reacciones alérgicas y causan cicatrices que pueden deformar la piel”.

Sin embargo, cuando el tatuaje ya está hecho pareciera que no hay marcha atrás, no hay como retroceder el tiempo y eliminar la marca de un tatuaje completado. Eso pareciera.

La medicina y la ciencia han avanzado al grado de poder resarcir la tinta del cuerpo humano mediante las operaciones láser. Esto se consigue entre ocho y 15 sesiones. Solo así podrá resarcirse la tinta, aunque quedará una pequeña marca, lo cual vendrá a recordar siempre lo que en la piel estaba plasmado.

“Cuando se intenta quitar un tatuaje con láser siempre quedan cicatrices, siempre quedará una marca”, dice Jorge Ballesteros.

Tatuados y el desempleo

Por otra parte está el tema laboral, durante muchos años el tener tatuajes estaba estrictamente vinculado con las tazas del desempleo. La mayoría de las empresas preferían empleados sin tatuajes, por el tabú social que relacionaba a estas personas con ex convictos o pandilleros.

Poco a poco fue rompiéndose ese estereotipo hasta llegar al marco legal del día de hoy donde a pesar de que existe un cierto estigma contra quienes portan un tatuaje, ya no es la misma discriminación de hace décadas.

El portal de internet “los recursos humanos” —una página diseñada para brindar consejos sobre empleos y finanzas—, sostiene en un artículo firmado por la redacción de ese medio, que los tatuajes representan un grave impedimento a la hora de buscar empleo.

Y esto ocurre porque aún está presente el estereotipo descrito anteriormente: las personas con tatuajes se tatúan por moda, por rebeldía o imitación; también la estadística indica que una persona que posea un tatuaje tiene más posibilidades de pertenecer a una pandilla que alguien que no tiene ninguno.

“Los tatuajes son un verdadero impedimento para los jóvenes a la hora de conseguir un empleo y para las empresas a la hora de conseguir un potencial empleado. El imaginario colectivo asocia los tatuajes a una forma de vida ligera, la bohemia, el ser rebelde, a personas conflictivas que actúan contra las reglas por gusto, incluso al consumo de drogas y a enfermedades contagiosas como la hepatitis C.”, dicta el artículo publicado por Recursos Humanos.